En el corazón de Florencia, Italia, donde la historia y el arte se entrelazan en cada esquina, una joya del Renacimiento ha vuelto a brillar después de ocho años de espera. El Corredor Vasari, un pasadizo aéreo que durante siglos fue testigo silencioso del poder de los Medici y su legado, abrirá sus puertas el 21 de diciembre.
El Corredor Vasari estaba cerrado desde 2016 para permitir una completa restauración y la adaptación a normas de seguridad actuales. La intervención, coordinada por las Galerías Uffizi, incluyó obras valoradas en unos 10 millones de euros, junto con un millón de dólares donados por el empresario estadounidense Skip Avansino. Según le dijo a Reuters, Simone Verde, director de los Uffizi, esta reapertura es “un momento de importancia estratégica que devuelve al público la inmensidad, coherencia y riqueza de la ciudadela del poder y de las artes de los Medici”.
Las obras abarcaron desde consolidaciones estructurales con prevención antisísmica hasta la restauración de interiores, incluyendo yeserías y pisos de terracota. Asimismo, se instalaron cinco nuevas salidas de emergencia y un sistema de iluminación LED de bajo consumo para destacar su compromiso con la sostenibilidad.
Un acceso exclusivo para los amantes del arte
La visita al Corredor Vasari está reservada para grupos de hasta 25 personas, quienes pueden recorrer sus 750 metros y disfrutar de las vistas sobre el Ponte Vecchio y los tejados de Florencia. El acceso se realiza exclusivamente a través de una entrada especial ubicada en las Galerías Uffizi, previo pago de 43 euros (46 dólares aproximadamente) por un recorrido combinado.
Las entradas, que deben adquirirse con antelación, permiten a los visitantes disfrutar también del museo, cuya colección incluye obras maestras de artistas como Leonardo da Vinci y Botticelli. Esta experiencia, que Simone Verde calificó como “un salto en el tiempo de casi medio milenio”, es una oportunidad única para explorar la historia y el arte de Florencia.
El Corredor Vasari serpentea por el centro histórico de Florencia, cruzando el río Arno sobre el Ponte Vecchio y bordeando monumentos claves como la Torre dei Mannelli y la Iglesia de Santa Felicita. La restauración también garantizó plena accesibilidad para personas con discapacidades, mediante rampas y ascensores.
Un pasadizo para el poder
En 1565, el arquitecto Giorgio Vasari, bajo el mandato de Cosimo I de Medici, concibió un corredor aéreo único en su clase. Su objetivo era claro: permitir que los gobernantes de Florencia se desplazaran entre el Palazzo Vecchio, sede del poder, y el Palazzo Pitti, su residencia privada, sin exponerse al contacto con la población. La construcción se completó en un tiempo récord de menos de seis meses para coincidir con el matrimonio del hijo de Cosimo, Francesco I, con Juana de Austria.
La inspiración del pasaje provino de estructuras similares en Roma, como el Passetto di Borgo, que conecta el Vaticano con Castel Sant’Angelo. Este modelo garantizaba la seguridad de las figuras prominentes en tiempos convulsos, una característica que resonaba con las necesidades de los Medici.
De los Medici a la Segunda Guerra Mundial
Inicialmente concebido como un pasillo funcional, el Corredor Vasari desempeñó un papel clave en la vida cotidiana de los Medici. Desde allí, podían observar la ciudad a través de sus 73 ventanas sin ser vistos, e incluso contaban con un balcón exclusivo en la Iglesia de Santa Felicita para asistir a misa en privado.
En épocas más recientes, el pasadizo fue testigo de momentos históricos trascendentales. En 1938, durante un encuentro entre Adolf Hitler y Benito Mussolini, se abrieron tres grandes ventanas sobre el Ponte Vecchio para proporcionar vistas panorámicas del río Arno, una intervención que, según la tradición, salvó al puente de ser destruido por las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
A lo largo de los siglos, el Corredor Vasari evolucionó de ser un pasillo funcional a un espacio cultural. Hasta 2016, albergó una destacada colección de autorretratos que incluía alrededor de 700 obras, muchas de las que se trasladaron posteriormente a una sección especial de los Uffizi tras la restauración. En su estado recién restaurado, el corredor recuperó su “desnudez original”, aclaró el director, Simone Verde, lo que permite a los visitantes experimentar el espacio tal como era hace cinco siglos.
El diseño del corredor requirió ajustes significativos en la ciudad. Mientras que varias casas torre fueron derribadas para abrir paso al pasillo, la Torre dei Mannelli permaneció intacta gracias a la resistencia de la familia propietaria, obligando a Vasari a rediseñar el trayecto para rodear la estructura.
Otro detalle fascinante es su conexión con la novela “Inferno” de Dan Brown, donde el protagonista, el profesor Robert Langdon, lo utiliza como vía de escape en una intensa persecución. Este guiño literario ha consolidado aún más el lugar del Corredor Vasari en el imaginario colectivo como un espacio cargado de misterio y simbolismo.
Texto original de Infobae