Esa es la realidad para explicar las oportunidades a las que acceden las personas a lo largo de sus vidas. En primer lugar, están las que tienen oportunidades a la mano de forma natural que las heredan por pertenecer a grupos familiares con capital financiero y capital relacional acumulado desde cuando nacen; lo cual, al final, es algo normal debido a las circunstancias de la vida que se tienden a presentar para una u otra persona, ya que nadie elige en donde nacer.
En segundo, como otra forma de acceder a las oportunidades -y que, ahora, se tiende a evidenciar con mayor fuerza-, es a través de medios opacos que se podría denominar “cepillaje a múltiples niveles”, siendo el primer nivel el básico, en donde, el adulo -con prácticas que, alguien señalaba, llega hasta a pintar las uñas para cepillar-, los regalos y los mensajes al oído de que todo está bien y, además, al superior le hacen creer que es el más lindo o linda; con lo cual, como propósito perverso alcanzado, se influye en ganarse la voluntad del jefe o jefa para ir ascendiendo en ascensor veloz que, claro, en cualquier momento, ese ascensor se queda a medio camino porque hubo alguna situación que paraliza los intereses ocultos de los cepillos de profesión.
En tercer lugar, como práctica más avanzada, está el comportamiento relacional en donde, el decir “sí a todo” es la norma, emergiendo, así, una especie de empleados “kamikazes” dedicados a cumplir misiones específicas que, hasta, les lleva a arriesgar todo -su reputación, su comportamiento ético, los pocos principios que aún les queda- para complacer al jefe o jefa y, con ello, ascender a como dé lugar, sin importar nada al puro estilo de los soldados kamikazes japoneses que arriesgaban su vida para cumplir la misión que tenían en mente y, por lo general, era exigida por los jefes superiores.
Y en cuarta ubicación está ese comportamiento negativo grave que, incluso, les lleva -a los apurados que escogen el ascensor socioeconómico de alta velocidad- a hacer de cabeza en actos de corrupción que, por la sinergia maligna puesta en acción, conduce a que se formen verdaderas empresas del crimen organizado que, con fuerza, en los últimos tiempos han surgido en varios países de la región. Dentro de los cuales, por supuesto, está el Ecuador cuando, de repente, los ecuatorianos han amanecido con noticias sobre una serie de casos que, con nombres sugestivos -metástasis, plaga, encuentro, etc.-, hacen ver la gravedad de la descomposición social a la que va llevando la economía cuando es salpicada y alimentada por dineros de origen ilícito.
Ahora, yendo por el camino correcto para ascender -sin ir a los extremos del ascensor y las gradas espinosas-, este tiene que ver, como bien lo resalta Amartya Sen en su libro “Libertad y Desarrollo”, con el impulso de esos empujoncitos que, desde el Estado u otros actores externos privados nacionales e/o internacionales, deberían ser promovidos para que, desde la filosofía de la inclusión socioeconómica, nadie se quede fuera; siendo el principal empujón, según el mismo Sen, la educación que, a más de facilitar el acceso, debe ser de calidad, con criterios de estandarización operativa, sin distinciones de que la institución educativa es buena o mala, simplemente, porque es pública o privada.
Siendo necesario, para esto último, la inversión de recursos en infraestructura física y digital y en la formación de los docentes para ir llegando a ese escenario de igualdad en la calidad educativa que, al final, es el impulsor de que las personas se formen con todas las habilidades técnicas, humanísticas y de desarrollo personal que les permita enfrentar los grandes desafíos que están presentes en un mundo que cambia, minuto a minuto, de forma vertiginosa y que, por lo tanto, obliga -para mejorar el bienestar personal y familiar humano- a que todos se sumen a ese ritmo; caso contrario quedarán fuera en medio de una serie de impactos negativos que les impida crecer, avanzar y ascender.
Y, claro, una vez que el ser humano recibe el empujón de la ayuda para desarrollar capacidades y acercarse a las oportunidades creadas; será deber de cada persona –sobre la base de su constancia, disciplina, pasión y creatividad continua– demostrar que sí es capaz de lograr grandes resultados para beneficio personal y, sobre todo, de toda la sociedad que está a la espera de seres humanos que, con buena formación educativa, le ayuden a satisfacer sus necesidades y/o solucionar sus problemas que, en la mayoría de casos, vienen siendo postergados por largo tiempo.