Qatar informó este sábado que suspendió temporalmente su rol como mediador entre Israel y el grupo terrorista Hamas ante la falta de progreso en las negociaciones que, en el último año, se han iniciado en reiteradas oportunidades y truncado por una u otra razón.
Doha, sin embargo, aseguró que seguirá comprometido con poner un fin al conflicto y que volverá a la mesa de diálogo, pero solo cuando las partes demuestren la “seriedad necesaria para poner fin a la guerra”.
“Qatar notificó a las partes hace diez días, durante los recientes intentos de llegar a un acuerdo, que suspendería sus esfuerzos de mediación en caso de que no se alcance un acuerdo en esa ronda y los reanudará junto con sus socios, cuando se disponga de la voluntad y la seriedad necesaria para poner fin a la guerra brutal y al actual sufrimiento de los civiles causado por las condiciones humanitarias catastróficas en la Franja” de Gaza, declaró el portavoz del Ministerio de Exteriores, Majid al Ansari.
Asimismo, el funcionario cargó contra las partes por su postura asumida en los últimos meses en estos contactos y sostuvo que su país “no acepta que la mediación sea motivo de chantaje, como hemos visto con la manipulación desde el fin de la primera pausa y el acuerdo de intercambio de mujeres y niños, (tras la que) se retractaron” de las obligaciones pactadas para sacar beneficio de la vigencia de las negociaciones y, así, “justificar la guerra por fines políticos espurios”.
No obstante, revertida esta actitud, “El Estado de Qatar estará en primera línea, realizando todos los esfuerzos positivos para poner fin a la guerra y devolver a los rehenes y prisioneros”, insistió Al Ansari en un comunicado.
De esta manera, el funcionario puso fin a las versiones que surgieron en las últimas horas, de que el país se retiraría por completo de las negociaciones, de que había pedido a Hamas que cerrara su oficina en el país e, inclusive, de que se trata de un guiño a la administración entrante de Donald Trump. “Las informaciones que circulan no son exactas”, remarcó.
Tras la muerte de Yahya Sinwar, el 16 de octubre, los aliados -especialmente Qatar, Estados Unidos y Egipto, que median en el conflicto- vieron una oportunidad de alcanzar un acuerdo que permita un cese de las agresiones, la liberación de los rehenes y el ingreso de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, ya que se consideraba al entonces líder del grupo terrorista el principal obstáculo para un pacto.
De hecho, menos de una semana más tarde, Israel ya había confirmado una visita del jefe del Mossad, David Barnea, a la capital qatarí, donde se retomaron las conversaciones, con el jefe de la CIA, William Burns, y el primer ministro local, Mohamed bin Abderrahman.
Días más tarde, se conoció que El Cairo había presentado una propuesta que contemplaba un alto el fuego de dos días en el enclave palestino, que facilitaría el intercambio de cuatro rehenes israelíes por prisioneros palestinos, y podría reinstalar un clima de confianza entre los bandos para avanzar hacia un acuerdo de paz más amplio. Esta segunda instancia se debatiría en los diez días posteriores al intercambio.
En Tel Aviv, la idea no fue recibida con gran entusiasmo. El primer ministro Benjamin Netanyahu insiste en su rechazo tajante a un alto el fuego que le impida cumplir con su meta de erradicar a Hamas, así como a la idea de retirar completamente a su ejército del territorio vecino, especialmente en los estratégicos Netzarim, Filadelfia y el cruce de Rafah. Además, el gabinete de guerra habría exigido modificar el plan inicial para avalar la continuidad de las hostilidades hasta que la totalidad de los rehenes fueran liberados.
El grupo terrorista, por su parte, comunicó a Egipto su voluntad de aceptar un mecanismo de “treguas breves”, tal como había sugerido el presidente saliente Joe Biden en julio, que se acompañen de “garantías estadounidenses”. Además, pedirían la retirada israelí de los puntos clave antes mencionados “después de una primera tregua que no excederá los 28 días”. (EFE)