Los perros han acompañado al hombre por más de 10 000 años. Ambos han buscado calor en el mismo fuego, se han acurrucado juntos y han habitado el mismo espacio. Algunas civilizaciones incluso sostienen que humanos y perros han atravesado juntos el umbral hacia el inframundo, otorgando a estos animales el papel de fieles acompañantes en todas las etapas de la existencia humana.
En los mitos y creencias de diversas culturas, los perros asumen el papel de guardianes y psicopompos, guiando las almas tras la muerte. Su aguda visión, poderoso olfato y cálida presencia los hacen perfectos para proteger tanto en la vida como en el más allá.
Los perros del Mictlán y el inframundo griego
Los perros guardianes del infierno
Cuando diosa griega Hécate fue asociada con la muerte y lo sobrenatural, alrededor del siglo V a. C., a menudo era representada con perros en sus paseos nocturnos. Desde entonces, estos animales se vinculaban con dioses que vagaban entre mundos. Esta concepción, también contribuyó a la leyenda del “perro negro” o “grim”, asociado con la muerte y los cementerios.
Por esta razón, en los siglos XIX y XX, era común enterrar a un perro bajo la piedra angular de una iglesia como símbolo de protección para el cementerio.
Los perros no solo han viajado con los humanos al inframundo, también han sido asociados con la muerte y como guardianes implacables del infierno. Ellos han sido asignados para impedir que las almas escapen y devolver a los muertos errantes al otro mundo. Un ejemplo de esta concepción es Cerbero, el perro de múltiples cabezas que custodiaba las puertas del Hades en la mitología griega. Otras concepciones incluyen a Gifr y Geri, perros de Odín, y a Siaw y Spitak, perros infernales en la leyenda armenia.
Texto National Geographic
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