El 2024 va camino a ser el año más cálido de la historia y la tendencia de la suba promedio global de la temperatura sigue rampante. Es evidente que esto trae consecuencias. Y muchas. Un informe sobre el estado de los ambientes que permanecen congelados en la Tierra, lo que se denomina Criosfera, detalla que Venezuela perdió su último glaciar este año, el Humboldt y junto a Eslovenia son los dos países que han perdido sus cuerpos de hielo en tiempos modernos.
Y este no es el único registro alarmante: el ritmo de subida del nivel del mar se ha duplicado en los últimos 30 años, 5.500 glaciares de los Andes han perdido el 25% de su capa de hielo, y los glaciares tropicales de los Andes se derriten diez veces más rápido que la media mundial. Esos ventisqueros en la región son los proveedores de agua dulce.
Estos dos son algunos datos del Informe sobre el estado de la criosfera 2024, coordinado por la Iniciativa Internacional sobre el Clima en la Criosfera (ICCI), que se dio a conocer en Bakú, Azerbaiyán donde se celebra la Cumbre de Cambio Climático (COP29).
A la reunión, que comenzó ayer, no asistirán los líderes más importantes del mundo que parecen desoir las urgencias que la ciencia les plantea. “Los drásticos cambios que estamos observando en la criosfera, mientras las regiones montañosas y las que se encuentran río abajo en todo el planeta sufren inundaciones, sequías y corrimientos de tierra, constituyen los argumentos más convincentes que podríamos tener para una acción climática inmediata”, dijo Regine Hock, autora del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) y glacióloga. “La criosfera no puede esperar. Debe ocupar un lugar prioritario en la agenda climática mundial”, agregó.
El país anfitrión de la COP29 es vulnerable a los efectos del cambio climático, ya que la capital, Bakú, depende en un 26% de la capa de nieve o de los glaciares para su abastecimiento de agua, según los científicos de montaña locales.
Pero la afectación de estos ambientes no sólo se da en Azerbaiyán, atraviesa todo el planeta. Aquí van algunos hallazgos:
- La reflectividad y el efecto del enfriamiento global del hielo marino del Ártico y el Antártico han disminuido, sobre todo en el primer caso, debido a la pérdida de la capa de hielo. Para ser más precisos: la reflectividad y el efecto de enfriamiento global del hielo marino del Ártico disminuyeron entre un 17 y un 22% entre 1980 y 88, frente a 2016 y 2023, debido a la pérdida de la capa de hielo. El enfriamiento del hielo marino antártico disminuyó entre un 9 y un 14% en este mismo periodo.
- Las plataformas de hielo que rodean la Antártida pueden ser más vulnerables al colapso de lo que se pensaba. Estas plataformas de hielo ayudan a estabilizar la capa de hielo, y su pérdida podría acelerar su deshielo y el consiguiente aumento del nivel del mar.
- El ritmo de subida del nivel del mar se ha duplicado en los últimos 30 años. De mantenerse esta tendencia, el ritmo aumentaría a 6,5 mm/año en 2050, acercándose a los límites de la adaptación factible.
- Las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida pueden estar ralentizando importantes corrientes oceánicas en ambos polos, con repercusiones potencialmente negativas para el norte de Europa (temperaturas más frías) y la costa este de Estados Unidos (mayor aumento del nivel del mar).
- La pérdida de hielo glaciar alcanzó máximos históricos en algunas regiones, sobre todo en los Alpes europeos tras dos años de grandes pérdidas. Por ejemplo: la capa de nieve alcanzó mínimos históricos en el Hindu Kush Himalaya, lo que afectó a la disponibilidad de agua río abajo para miles de millones de personas.
- El “Glaciar de la Eternidad” de Indonesia, el último glaciar tropical de Asia, se encamina hacia su desaparición en los próximos dos años.
- A medida que se descongela el permafrost (Capa del suelo permanentemente congelada en las regiones polares), las regiones árticas emiten más carbono del que absorben.
- Los dos océanos polares muestran cada vez más signos de acidificación, con posibles daños a largo plazo para pesquerías regionales como el bacalao y el salmón.
“La capa de hielo de Groenlandia está perdiendo actualmente 30 millones de toneladas de hielo por hora, algo que nunca pensé que vería en mi vida”, afirmó el Dr. Rob DeConto, científico del IPCC. “Pero la Antártida representa la verdadera amenaza a largo plazo, y si los compromisos climáticos no se toman en serio, el aumento de la temperatura global puede superar los 3°C, con la pérdida de hielo antártico causando potencialmente que el nivel del mar suba mucho más rápido de lo que pensamos”.
Los científicos de la criosfera (ICCI) insisten en que sólo la adopción de medidas rápidas y definitivas para reducir las emisiones contaminantes generadas por la explotación de combustibles fósiles y los cambios del uso del suelo y frenar el rebasamiento de los límites permitirán evitar las peores consecuencias de la pérdida de hielo y nieve, y reducir los costos finales tanto para los países vulnerables como para los grandes emisores.
“Sin una acción climática urgente, será imposible que las ciudades y regiones costeras se adapten a tiempo”, afirmó James Kirkham, autor del Informe. Y sumó: “No estamos hablando de un futuro lejano: los impactos de la pérdida de la criosfera ya los sienten millones de personas. Pero la rapidez con que actuemos hoy determinará el tamaño y la velocidad del reto al que tendrán que adaptarse las generaciones futuras. Los impactos de la pérdida de la criosfera sólo serán mayores con cada hora que los líderes retrasen la acción ahora.”
Pam Pearson, Directora del ICCI, apuntó directo a los líderes que están reunidos en la convención: “Los responsables políticos no pueden permitirse el lujo de ignorar el daño global que se está extendiendo a causa del calentamiento de la criosfera. Durante demasiado tiempo se le ha restado importancia en las negociaciones de la ONU sobre el clima. Podemos cambiar esta situación en la COP29. Sabiendo que cada fracción de grado adicional de calentamiento aumenta los riesgos y los costes para todas las naciones, ahora es el momento de actuar». Salvar la criosfera es salvarnos a nosotros mismos”.
En el reporte los científicos advierten que superar el límite inferior de 1,5°C es extremadamente arriesgado por la forma en que afecta a las regiones polares y de hielo del mundo: cuanto más se supere este umbral, y cuanto mayor sea la temperatura máxima, mayor será el riesgo de cruzar puntos de inflexión para las capas de hielo del Ártico y el Antártico, muchos glaciares terrestres y la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés).
El mundo se encamina actualmente hacia un ritmo de calentamiento que probablemente superará nuestra capacidad de adaptación a finales de este siglo.
Texto original de Infobae