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COP16: Un desafío para detener la pérdida de la biodiversidad

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Entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre se desarrolló en la ciudad de Cali, Colombia, el evento sobre biodiversidad y crisis climática más importante del mundo, el cual reunió a participantes gubernamentales y organizaciones sociales de 196 países. Se trata de la Conferencia de las Partes (COP, por sus siglas en inglés), un espacio de discusión y construcción de acuerdos sobre algunos de los problemas globales más urgentes, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la conservación de ecosistemas y la defensa de las personas dedicadas a estas labores.

En esta ocasión, se trazaron metas sobre la conservación de los ecosistemas terrestres y marinos para el año 2030. También se propuso reducir el impacto de elementos nocivos para los ecosistemas, como pesticidas y especies invasoras, además de gestionar la agricultura de forma sostenible, otorgando para ello un rol clave a los pueblos indígenas, cuyos conocimientos ancestrales son fundamentales para este fin.

Paz con la naturaleza

El lema de la COP16, bajo el cual se llevó a cabo la conferencia, fue “paz con la naturaleza”, el cual proclama la necesidad de reconocer a la naturaleza y sus ecosistemas como víctimas de conflictos ambientales y frenar su destrucción o degradación debido a actividades desmedidas del ser humano. Este enfoque implica una reflexión sobre las acciones humanas, como la exacerbada extracción de recursos naturales, las emisiones de CO2, así como los usos y técnicas inadecuadas de producción agropecuaria y la destrucción de ecosistemas como selvas y páramos. En ese sentido, se propone la búsqueda de cambios y correctivos necesarios.

El evento tuvo una gran cantidad de espacios de diálogo y encuentro, algunos de ellos restringidos a las discusiones entre los delegados de los gobiernos y observadores acreditados, así como reuniones multilaterales oficiales. Por otro lado, también se llevaron a cabo numerosos eventos abiertos, con la participación de académicos, expertos en temas ambientales y de biodiversidad, y organizaciones sociales. Fueron encuentros paralelos, pero realizados en el marco general de la conferencia, y que tenían como objetivo fomentar la participación ciudadana y la generación de debates académicos que, además de reunir al público en general, también sirvieran para dar voz a actores clave por sus conocimientos y experiencias en los objetivos planteados.

Se presentó y discutió, por parte de científicos y agentes de gobierno, información y propuestas que pueden ser útiles y tomadas en cuenta, como datos, experiencias prácticas y conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas, y, sobre todo, cómo esos pueblos los han utilizado en sus territorios para proteger el medio ambiente.

Presencia de Ecuador

Por parte de Ecuador, estuvieron líderes del pueblo Waorani como invitados a algunos de los conversatorios que se desarrollaron, quienes destacaron la importancia del liderazgo indígena y la necesidad de vincular a sus pueblos en la tarea de la conservación ambiental. Los amazónicos expusieron su lucha en defensa del ecosistema que habitan frente a la explotación petrolera y cómo sus conocimientos aportan y deben ser tomados en cuenta por la sociedad ecuatoriana.

El presidente Daniel Noboa, durante su intervención, hizo un llamado a los líderes de la región presentes a poner en práctica acciones concretas en beneficio de la biodiversidad y la juventud. Además, comprometió a Ecuador en los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que tienen que ver con el desarrollo sostenible.

La diplomacia vs. la realidad

Por otro lado, hay que decir que, lamentablemente, estos eventos, cuyas conclusiones y recomendaciones deberían ser de obligatorio cumplimiento por su importancia y trascendencia, sobre todo porque están presentes, prácticamente, todos los gobiernos del mundo, son tomados de manera muy diplomática, pero con poco compromiso y cumplimiento de su parte.

Al respecto, en la última conferencia, realizada hace dos años en Montreal, Canadá, se propuso el compromiso de crear agendas, por parte de cada país, para el desarrollo de sus metas en la materia; pero, de los casi 200 países participantes, solo 33 cumplieron con la tarea. Además, los gobiernos han hecho poco frente a algunos retos, como la reducción de emisiones de CO2 y el desmedido consumo de recursos naturales. Las presiones económicas tienen más peso, y se agota el tiempo para revertir la crisis climática, caracterizada por el aumento de la temperatura de los océanos y la atmósfera, la pérdida de biodiversidad y los numerosos conflictos ambientales alrededor del mundo.

La conciencia despertada alrededor del mundo por estos temas es una gran oportunidad para implementar con decisión los acuerdos y resoluciones alcanzadas, para proteger la biodiversidad y evitar su destrucción por medio de diversas actividades, como la minería y la deforestación. En Ecuador, particularmente, estamos en mora de afrontar con total decisión esta lucha.

También se debe hacer énfasis en la necesidad de limitar las emisiones de CO2 o gases de efecto invernadero, aspecto clave sobre el cual los científicos han alertado desde hace ya bastantes años. Poco se ha hecho por mitigar los impactos de estas emisiones y buscar alternativas limpias. Como sociedad civil, sector privado y Estado, todos debemos preocuparnos y preguntarnos cómo hacer nuestro aporte para conservar la riqueza natural del país y evitar su constante deterioro.

 

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