Tener un perro no solo transforma nuestra casa en un lugar más alegre, sino que también ofrece múltiples beneficios para la salud cerebral y el bienestar emocional. La interacción diaria con un perro fomenta la felicidad y la reducción del estrés.
Estos momentos de conexión pueden mejorar la concentración, lo que hace que la convivencia con un amigo peludo sea una experiencia enriquecedora para la mente. Esto fue comprobado en un estudio publicado en la revista científica PlosOne.
Además, los perros son compañeros leales que brindan un sentido de propósito y responsabilidad. Cuidar de un animal estimula la rutina y fomenta la actividad física, lo que contribuye a una mejor salud mental.
La simple acción de acariciar a un perro puede disminuir la ansiedad y crear un ambiente de calma. Así, tener un perro se convierte en una valiosa herramienta para cultivar la felicidad y el bienestar integral.
Cuáles son los efectos de tener a un perro como mascota
Los investigadores evaluaron la manera en la que distintos tipos de actividades con perros impactan tanto en el cuerpo como en la mente de las personas. Desde caminar juntos hasta darles un masaje, cada interacción puede generar efectos psicológicos y emocionales diferentes.
Este enfoque detallado es clave en las intervenciones asistidas por animales (AAI), las cuales mostraron resultados positivos en la salud física y mental de los participantes. La novedad de este análisis radica en que se enfocó en analizar los efectos específicos de ocho actividades con perros en la activación cerebral y el estado emocional de los participantes.
El estudio incluyó 30 adultos, 15 hombres y 15 mujeres, que realizaron ocho actividades distintas con un perro durante tres minutos cada una: caminar, jugar, alimentar, masajear, acicalar, fotografiar, abrazar, y observar.
Las experiencias fueron diseñadas para replicar interacciones comunes que las personas tienen con sus perros. El objetivo era medir cómo cada una de estas actividades influye en el bienestar mental y cognitivo de los individuos.
Se midió la actividad cerebral de los participantes mediante un electroencefalograma (EEG). Este dispositivo registra las ondas cerebrales, lo que permite observar cambios en los niveles de relajación, atención y concentración. Las ondas alfa se relacionan con estados de descanso y calma, mientras que las ondas beta indican alerta.
Los resultados mostraron que jugar y pasear con el perro aumentaron la actividad de las ondas alfa en los lóbulos prefrontales, lo cual muestra un estado de relajación y estabilidad emocional.
Por otro lado, el masaje y el acicalamiento incrementaron las ondas beta, lo que sugiere una mayor atención y enfoque en los participantes. Generaron un estado de relajación activa, lo que significa que estaban concentrados, pero sin experimentar estrés.
Este hallazgo sugiere que las actividades que requieren un contacto físico cuidadoso con el perro, como el masaje y el acicalamiento, pueden ser especialmente útiles para fomentar la concentración en un ambiente relajado.
Además, los investigadores evaluaron el impacto emocional de las interacciones a partir de herramientas como el Perfil de Estados de Ánimo (POMS) y el Método Diferencial Semántico (SDM). Estos instrumentos permitieron medir de manera subjetiva cómo se sentían los participantes antes y después de cada actividad, en términos de emociones como la tensión, la depresión, la fatiga y la confusión.
Masajear, alimentar y abrazar al perro mostraron los efectos más significativos en la mejora del estado de ánimo al disminuir la fatiga y aumentar la sensación de vigor. Las evaluaciones de estrés indicaron que los niveles de los participantes fueron consistentemente más bajos durante todas las actividades con el canino en comparación con los momentos de descanso.
Qué cuidados básicos hay que tener sí o sí con un perro
Los animales domésticos viven significativamente más que los silvestres o asilvestrados, lo que permite entender mejor cómo extender su longevidad.
La esperanza de vida de los perros, por ejemplo, aumentó considerablemente en las últimas décadas, situándose entre los 13 y 14 años en promedio, mientras que en los perros silvestres apenas alcanzan la mitad de esa cifra. Las razas más pequeñas, por su parte, lograron vivir hasta 18 años gracias a los avances en cuidados y alimentación adecuados.
El Dr. Juan Enrique Romero explicó en una nota de Infobae que “la alimentación juega en ello un papel decisivo, ya que cuando lo alimentamos, le estamos garantizando un ritmo a su metabolismo. Proporcionar un alimento equilibrado, acorde a la edad y a la constitución de nuestro animal es una de las piezas clave para su salud”.
Una alimentación balanceada, ejercicio regular y visitas periódicas al veterinario son factores clave para mejorar la calidad y duración de vida de los animales de compañía. Mantener el calendario de vacunación al día, controlar el peso y prestar atención a la salud dental son medidas fundamentales que influyen directamente en la longevidad.
Además, la actividad física es crucial, ya que ayuda a mantener tanto el cuerpo como la mente en buen estado, lo que contribuye a una vida más activa y jovial.
Texto original de Infobae