Santander (EFE).- Con los avances científicos y en biomedicina la gente cada vez vive más y mejor, y son muchos los estudios, trabajos y ensayos dedicados desde hace tiempo a descubrir terapias, fármacos o tratamientos para frenar o curar enfermedades de gran impacto, pero desde hace no tanto la investigación aborda un campo mucho menos explorado y también sugerente: tratar de frenar el proceso de envejecimiento.
Es una realidad que la esperanza de vida de las personas en los países avanzados ha progresado espectacularmente desde principios del siglo XX hasta la actualidad.
Y, como explica el director del programa de Biotecnología del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Fernando Peláez, son muchos los factores que han contribuido a ello.
El cambio en los hábitos de vida, los remedios médicos y terapias, o las condiciones ambientales y el tipo de vida que se desarrolla son algunos, además de, cómo no, la genética de cada individuo.
Pero lo que es incuestionable es que se ha producido “una evolución” científica y que “se han ido mejorando las cosas” en “un camino que va a seguir”, dice Peláez, que participa en Santander en el Congreso Nacional de Informadores de la Salud.
Máquinas biológicas
La ciencia, la investigación o la medicina van a seguir avanzando y aparecerán nuevos abordajes terapéuticos para las enfermedades que se multiplican con la edad.
A ello se une que “por primera vez en las últimas décadas lo que se ha abordado, aparte de las patologías que pueden estar asociadas al envejecimiento”, es el proceso mismo de envejecer.
“Una cosa es tratar la enfermedad y otra cosa es intentar abordajes que lo que hacen es frenar el proceso en sí mismo. Eso es como el Santo Grial, es lo que querían conseguir los alquimistas, y no es nada fácil. Las máquinas biológicas como la nuestra están programadas para envejecer”, destaca Peláez.
Y añade que, aunque no es fácil combatir el envejecimiento, cada vez se entiende mejor ese proceso que es “complejo”.
Campo por delante para fructificar
Según comenta, existen ya ensayos clínicos y mucha actividad de investigación preclínica en modelos animales con compuestos con fármacos o posibles fármacos.
Es un campo que sobre todo se está explorando en Estados Unidos, no tanto en España, pero en el que, con seguridad, con el paso del tiempo surgirán más trabajos y aportaciones.
Sin embargo, advierte Peláez, “todo eso va a tardar mucho tiempo en fructificar”, primero porque los ensayos clínicos, “por definición, son siempre largos”, y también porque es un problema “de una gran complejidad” y, hasta hace no muchos años, poco explorado.
“Es algo que lleva haciéndose poco tiempo, y poner las bases para llegar hasta ahí ha llevado décadas”, incide.
En todo caso, insiste en que “vivir muchos años y con buena calidad de vida es cuestión de ir poniendo los elementos”. Se trataría de “ir controlando cada vez más todas las patologías que ahora mismo pueden ser intratables”, indica.
Y “una de las reglas típicas de la biología es el genotipo”, los genes, nuestro ADN, que tiene una importancia crucial, junto con los factores ambientales. “Claro que hay factores de riesgo importantísimos en lo que nos rodea, como la luz ultravioleta, la contaminación, la polución, o llevar una alimentación incorrecta”, subraya.
Dilema moral
Este asunto de cómo envejecer y si es posible hacerlo más lentamente tiene además connotaciones bioéticas “muy importantes por muchas razones”.
Por ejemplo, si se piensa en quién va a tener acceso a esos tratamientos o terapias para frenar el envejecimiento. “¿Van a ser para todos o sólo para los que puedan permitirse tener la atención sanitaria necesaria en ese sentido?”, pregunta Peláez.
Además, avisa de que “una vida más larga plantea otro tipo de problemas”, porque “en el fondo el organismo vive, pero la cabeza y tu mentalidad es la que es y está formada en un periodo histórico determinado”, con las contradicciones y los choques que puede suponer. EFE