Estamos bombardeados de malas noticias. Noticias sobre el cambio climático están de manera cotidiana en las noticias y las conversaciones. La pregunta es: ¿hice algo, cambié algo en mi forma de vivir y actuar para evitar que esta problemática empeore?
Si estamos atentos, vemos cambios drásticos debido al fenómeno climático. Todos los días en diferentes partes del mundo y aquí en Ecuador, encontramos noticias como: temperaturas exageradamente altas, sequías, lluvias, inundaciones, derrumbes catastróficos, geografía cambiante y seguramente hay más. ¿Yo hago algo? ¿Contribuyo de alguna manera con acciones que permitan, en algo, frenar estos cambios? Esa pregunta me la hago a mí mismo con frecuencia, y la respuesta es definitivamente NO. Y seguramente la gran mayoría de mis convivientes en esta tierra tendrá una respuesta similar.
Como una gran noticia se elaboraron y firmaron los acuerdos de París en 2016. Pero, ¿Todos conocemos los cambios y acciones que están en marcha en torno a esto? Sin duda algunos países han avanzado, o tratado de avanzar, en sus compromisos con el cuidado del planeta; sin embargo, el ciudadano común no necesariamente está cambiando su forma de vivir, para apoyar también al problema que nos aqueja, y se agravará más aún en el futuro.
Un ejemplo evidente es nuestra reacción frente a la obligación de reducir el uso de energía fósil. ¡No queremos tocar la gasolina! Aumentar su precio para reducir su consumo llevó a revoluciones en todos los países, sin excepción. Conclusión: no queremos hacer ningún esfuerzo para contrarrestar la emisión de gas de efecto invernadero. Evidentemente, hay grandes diferencias de percepción entre países desarrollados y países, como el nuestro, que tienen aún grandes oportunidades de mejora, desde contar con una sólida red de transporte público. Y justamente es allí la contradicción, se prefiere ampliar las carreteras en vez de invertir seriamente en un transporte público adecuado para el país y sus ciudadanos, en el cual todos los estratos de la sociedad encuentren un espacio para su transporte.
En Ecuador algo similar ocurre con la energía eléctrica. Malas inversiones, mal mantenimiento, sumado al cambio climático, nos han llevado al borde del colapso eléctrico. El Estado no tiene los recursos suficientes para garantizar un servicio a mediano plazo. Llegamos al punto de cortes repentinos de energía eléctrica que afectan no solo al sector productivo, sino también al empleo. Y no menos importante, afectan a la caja fiscal agudizando aún más la crisis financiera de nuestro país. En este caso, también la falta de conciencia social sobre la problemática profundiza la crisis. ¿Qué tal si todos nos comprometemos a ahorrar energía en nuestros hogares, desde apagar las luces si no están en uso? Esto representa solo un pequeño esfuerzo, un poco de disciplina tal como apagar la luz cuando se sale de un cuarto o de una oficina. Un decidido esfuerzo para aprovechar al máximo la luz del día, sin complementarla con luz eléctrica, podría con certeza ahorrarnos una barcaza.
Otro problema en el cual podríamos influir es el tema del agua. Si la problemática del cuidado del agua es un deber universal, más aún cuando un país entero padece de una sequía dramática. Pocos, verdaderamente pocos, hacemos buen uso y ahorro del agua en nuestra forma diaria de vivir y convivir con el entorno. Esa consciencia debería estar a todos los niveles. La agricultura, con su alto consumo de agua potable, debería tener como objetivo fundamental la eficiencia de sus sistemas de irrigación, combinado con la mejor hora del día para irrigar los cultivos. En la industria también debemos utilizar todos los medios para ahorrar el uso del agua, pienso aquí en la industria de alimentos donde el lavado de equipo es fundamental para garantizar la inocuidad de sus productos. También tiene que estar consciente de la calidad de sus desagües.
Como ciudadanos, podemos ahorrar agua desde cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes. Cosas que parecen tan básicas, que incluso pasan desapercibidas y representan un importante desperdicio de agua.
Mucho podemos hacer nosotros mismos, es momento de empezar con pequeños cambios y mantenerlos en el tiempo con disciplina.