Entre 200 y 300 personas fueron asesinadas en las calles y cuarteles de Quito el 2 de agosto de 1810 mientras gritaban ¡Libertad!. Ese día de cada año se conmemora la masacre de los próceres de la Independencia.
Ilustres como Francisco Javier Ascázubi, Nicolás Aguilera, Manuel Cajías, Mariano Villalobos, Anastasio Olea, Vicente Melo, Juan Pablo Arenas, Juan Salinas y Manuel Quiroga, a quien visitaban sus dos hijas al momento de la ejecución, fueron asesinados por el ejército.
Los hombres precursores de la independencia fueron encerrados en el Cuartel General de la capital, donde actualmente funciona el museo de cera Alberto Mena Caamaño, en el Centro Histórico.
Su persecución y asesinato ocurrió como represalia por el Primer Grito de Independencia logrado el 10 de agosto de 1809. Fue el primer proceso independentista de la región, lo que hizo conocer a Quito como «Luz de América«.
Los sucesos del 10 de agosto 1809, con la instalación de la Junta Soberana de Gobierno en Quito, leal al exiliado monarca español Fernando VII, generó la reacción inmediata de la realeza. Para ese entonces, el soberano de España era José I Bonaparte, hombre impopular en las colonias de América, donde no era reconocido como rey legítimo.
Antonio Amar, virrey de Santa Fe, dispuso marchar contra Quito a 300 fusileros. Algo parecido ordenó el virrey de Lima, José Abascal. Y los gobernadores militares de Guayaquil, Cuenca y Popayán prepararon sus ejércitos para marchar hasta la ciudad que gestó el movimiento.
Esta arremetida quiteña denominada tradicionalmente como Primer Grito de Independencia no demoró ante la deslealtad y temor de algunos juntistas y dirigentes. El movimiento fracasó y Juan Pío Montúfar, II marqués de Selva Alegre, restituyó en la Presidencia de Quito a Juan José Guerrero, quien entregó el cargo al conde Ruiz de Castilla, Manuel Ruiz Urriés. Este prometió conservar la Junta y no tomar ningún tipo de represalias en contra de los quiteños.
El conde cambió de parecer y encabezó la reacción realista que se desbocó cuando hubo el intento de poner en libertad a los líderes y complotados quiteños. Incluso hizo promulgar -por bando- la advertencia de que se aplicaría la pena de muerte a todo aquel que, conociendo el paradero de algún insurgente, no lo denunciara, detalla la Enciclopedia del Ecuador de Efrén Avilés Pino.
En la actualidad, el museo Alberto Mena Caamaño se ubica en la calle García Moreno 887 y Espejo, en el Centro Histórico de Quito. En su interior la historia cobra vida con 44 figuras de cera que cuentan la correlación de España y América.
En sus salas se relata la historia desde 1730, con la llegada de la Ilustración, pasando por la modernización del pensamiento local hasta el proceso de independencia. Finalmente llega a la conformación de la República del Ecuador en 1835.
El ingreso tiene un costo de 1,50 dólares para adultos y 0,75 centavos para menores y estudiantes. Cada 2 de agosto el Alcalde de la ciudad entrega una ofrenda floral conmemorando a la más grande masacre libertaria del Ecuador.