La adopción del bitcóin como moneda de curso legal en El Salvador promovida por el Gobierno de Nayib Bukele para impulsar la inclusión financiera, atraer la inversión extranjera y mejorar la economía es un proyecto que a tres años de su implantación no termina de convencer a la mayoría de la población, que rechaza su uso cotidiano.
El Salvador captó la atención del mundo financiero en septiembre de 2021 con la adopción de la más popular de las criptomonedas, sin que hasta ahora se haya alcanzado un empleo masivo, ni se hayan materializado las expectativas que generó una iniciativa criticada por algunos sectores por su opacidad.
De acuerdo con una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop), el 88 % de los salvadoreños no utilizó la criptomoneda bitcóin en 2023, y un 48,8 % está en desacuerdo con el gasto público para su puesta en marcha.
El Ejecutivo ha asignado 150 millones de dólares a un fideicomiso para la conversión de la criptomoneda a dólares, de los cuales 107 millones se han empleado en la compra de 2.381 bitcoines. Además, entrega un bono de 30 dólares a quienes descargan la billetera digital.
La información sobre el uso de estos recursos se maneja con total reserva por parte de los organismos estatales. La única fuente oficial son las publicaciones del presidente Bukele en la red social X (antes Twitter).
No se ha implementado el uso cotidiano del bitcóin
La principal apuesta del Gobierno era la adopción del bitcóin de manera cotidiana por parte de los ciudadanos, pero ya desde los primeros meses «nos dimos cuenta de que (eso) no pasó», cuenta a EFE la economista Tatiana Marroquín.
«A casi tres años, después de analizar y ver el comportamiento de la población, podemos decir que este experimento del Gobierno ha fracasado», apunta Marroquín.
Otra de las bondades atribuidas a este modelo era que sería empleado masivamente para el envío de remesas, pero los emigrantes salvadoreños «han preferido los medios tradicionales para seguir enviando su dinero», detalla. EFE