Por Meritxell Freixas |
Villa Baviera (Chile) (EFE).- Las raíces enterradas durante generaciones por la familia Castillo en el fundo El Peumo, en la antigua Colonia Dignidad, se segaron por completo cuando la dictadura militar chilena, en alianza con los altos mandos alemanes, despojó de sus tierras a cientos de campesinos.
Baltazar Castillo, de 71 años, vivió hasta los 20 años en el predio, hasta que una noche los militares, junto con un grupo de colonos alemanes, llegaron a su casa: “Abrieron la puerta de mi habitación con una patada, me alumbraron con focos y me pegaron con un fusil”, recordó a EFE.
Los obligaron a abandonar su hogar y desparramaron todas sus cosas. “En casa quedaron todos los animales; lo perdimos todo y después nos quemaron la casa”, relató.
Desplazamiento forzado
A la familia de Celestino Constanzo, de 80 años, también la echaron de este asentamiento, usado como centro de tortura durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Pero no fueron los militares: su desalojo fue ordenado en 1962 por el exmilitar nazi Paul Schäfer, fundador del asentamiento un año antes, tras huir de Alemania junto a un grupo de fieles.
“A mi papá le dieron un mes para salir y buscar otra casa”, rememoró a EFE. Una década después, en 1973, dejó este segundo lugar tras las amenazas de la dictadura contra los agricultores del lugar.
“Nos sacaron antes de que aclarara con una soga en el cuello. Nos obligaron a atravesar el estero El Junquillo, en esos tiempos venía hondo, por encima de una madera que hacía de puente mientras los militares nos decían ‘si cae uno van a morir todos’”, contó.
“Fuimos las primeras víctimas”
Tanto el régimen de Schäfer, condenado en 2006 por abusos sexuales en la secta -donde también se ejerció trabajo esclavo y medicación forzada-, como la dictadura de Augusto Pinochet (1990-1973) reprimieron a los campesinos de Colonia Dignidad, hoy conocida como Villa Baviera.
El asentamiento se desmanteló tras el retorno a la democracia en Chile y hoy en día funciona como centro turístico a través de un consorcio de varias empresas también agrícolas y forestales.
“Los campesinos somos las primeras víctimas (de Schäfer en Chile), los primeros que sufrimos vejámenes y nos violentaron”, dijo a EFE Marcia Constanzo, hija de Celestino y presidenta de la Asociación de Familias Campesinas Víctimas de Colonia Dignidad, que agrupa a más de 70 familias.
Además del caso de su padre, en la organización tienen pruebas de al menos otros dos casos de expulsiones por parte de Schäfer y los jerarcas alemanes.
Tierras trabajadas por generaciones
Los agricultores habían trabajado por generaciones en estos fundos, parte de la conocida Hacienda San Manuel, donde cultivaban las tierras de los hacendados, pero sin cobrar: “Tenía 13 años cuando comencé a trabajar con los alemanes, me pagaban tres kilos y medio de harina por cada jornada y nos daban comida y alojamiento”, explicó Baltazar.
“Al comprar esos terrenos comenzaron a echar a la gente”, agregó.
Luego, con la dictadura “se intensificó la violencia: les quitaron las casas, las quemaron o las destruyeron con máquinas, y los abandonaron en sitios eriazos”, relató Marcia Constanzo.
La historiadora de la Universidad de Chile Carla Peñaloza apuntó a EFE que “el odio que generó la Reforma Agraria en el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973) lo cobraron tras el golpe de Estado; eso explica que en zonas rurales la venganza fuese brutal”.
Un crimen que permaneció en silencio
El desplazamiento forzado de los campesinos de la colonia permaneció en silencio por décadas y se vivió en soledad. “Recién en 2016, cuando los primeros campesinos se agruparon en esta asociación pudieron contar sus casos por primera vez”, señaló Marcia Constanzo.
“Hemos sido invisibilizados, nadie nos quiere reconocer como víctimas ni tampoco hemos tenido justicia”, dijo la portavoz.
Para ella, el memorial que se construirá en el lugar y la expropiación de parte de los terrenos anunciada recientemente por el Gobierno chileno “abren una nueva etapa”, pero “el capítulo está aún lejos de cerrarse” hasta obtener justicia que, para ellos, pasa por recuperar sus tierras. EFE