Su campaña había estado plagada de declaraciones controvertidas, como las que hizo sobre la creación de un “mercado de órganos” humanos o la libre portación de armas.
Seis meses más tarde, nada de eso ha ocurrido. Tampoco se han hecho realidad varias de las propuestas que formaban parte de la plataforma electoral de La Libertad Avanza, el partido de Milei.
Por ejemplo, su compromiso de quitar los controles de capitales (conocidos localmente como “cepo al dólar”), cerrar el Banco Central (que prometió “dinamitar”) y dolarizar la economía.
Según explicó el mandatario, todas esas propuestas siguen en pie pero, para implementarlas, primero debe sanear la economía, empezando por bajar la inflación, cercana al 290% anual, la más alta del mundo.
En ese sentido, en sus primeros meses como presidente, Milei ha sorprendido por el pragmatismo de algunas de sus medidas.
Lejos de cerrar el Banco Central -que heredó con reservas negativas- lo ha dotado de fondos (lleva comprados unos US$17.000 millones), y, en vez de eliminar el peso, ha fortalecido su valor en más de un 70%.
Pero otras decisiones -como un ajuste sin precedentes del gasto público y constantes confrontaciones en el plano externo y en el ámbito interno- han sumido al país en un estado de conflicto permanente que ratifica la condición de “radical” del presidente, como lo resumió la revista Time en su portada.
Durante estos seis meses, el nombre del presidente no dejó de ser mencionado un solo día en Argentina, sea por su comportamiento, sus declaraciones públicas, su actividad en las redes sociales o por las crisis que han sacudido a su gobierno, que no han sido pocas.
Los aumentos de casos de dengue en el verano, la falta de gas natural al inicio del invierno, y la última que involucra la no distribución de alimentos a comedores populares, que incluyó allanamientos ordenados por la Justicia contra depósitos de comida estatales, son algunos ejemplos.
Aquí te contamos cinco de las decisiones más controvertidas que ha tomado Milei en su primer semestre como presidente, y qué efecto han tenido.
Déficit cero
Si bien Milei ha mostrado flexibilidad con algunas de las propuestas más controvertidas de su campaña, hay una sobre la que ha sido absolutamente tajante, respetándola a rajatabla en su primer semestre al mando: el llamado “déficit cero”.
Dicho en términos sencillos, se trata de garantizar que el Estado tenga más ingresos que egresos.
El mandatario ha dicho que el déficit cero es algo “que no se negocia de ninguna manera” porque lo considera la única forma de bajar los precios, el problema más acuciante de los argentinos.
“Si el Estado no gasta más de lo que recauda y no recurre a la emisión, no hay inflación. No es magia”, explicó el economista.
Se trata de “un mandato” que ha mantenido desde el día uno. Incluso a pesar de que ha tenido un costo social sin precedentes en este país.
Y es que para lograr el preciado déficit cero Milei debió aplicar el ajuste más fuerte del que se tenga recuerdo, reduciendo de un saque un 35% del gasto del Estado, con respecto a 2023.
Como remarcó al abrir las sesiones del Congreso, el 1 de marzo, “en los últimos 123 años, la Argentina tuvo déficit en 112 de ellos”, una cifra que muestra lo desafiante que es mantener las cuentas argentinas fuera del rojo.
Sin embargo, Milei parece haberlo logrado: en sus primeros seis meses no sólo no tuvo déficit, sino que incluso reportó “superávits gemelos” (excesos de ingresos sobre gastos en materia fiscal y comercial), algo que ha ocurrido apenas un puñado de veces en toda la historia argentina.
Y, tal como predijo, la inflación -que se había disparado arriba del 25% mensual en diciembre, cuando asumió y devaluó la moneda a la mitad- ha bajado, hasta llegar al 8,8% en abril, la última cifra oficial que se conoce. Muchas consultoras privadas auguran que seguirá bajando en mayo y junio.
Sin embargo, más allá de las controversias sobre el ajuste -que veremos más adelante- hay quienes cuestionan que el superávit tan festejado por el gobierno realmente exista.
“Resulta que no pagaste a Cammesa (encargada de operar el mercado eléctrico mayorista), no pagaste las obras públicas, no pagaste lo que le debés a las provincias, no pagaste lo que le debés a las universidades…”, señaló Cristina Fernandéz de Kirchner en un discurso a finales de abril.
“Es como si ustedes en su casa, después de no haber pagado la luz, el gas, el agua, las expensas, el alquiler, la señora que trabaja, la niñera, digan ‘tengo superávit’. No hermano, no tenés superávit”, añadió la expresidenta.
Más allá de los cruces políticos, muchos economistas dudan de que esta obsesión del mandatario pueda ser sostenible en el tiempo, sobre todo por la tolerancia social que requeriría mantener este nivel de ajuste.
Motosierra
Para lograr su objetivo de déficit cero Milei llevó a cabo lo que él definió como “un ajuste fiscal sin precedentes en la historia de la humanidad”.
De los casi 17 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) de déficit que heredó -si se suman el fiscal, el comercial y el del Banco Central-, en apenas tres meses recortó 13 puntos.
Para ello, sacó a relucir la famosa motosierra que blandió en algunos actos partidarios y, apenas dos días después de haber asumido, anunció fuertes medidas de recorte que incluyeron:
la reducción a la mitad de ministerios y secretarías
el recorte de empleados públicos con menos de un año de antigüedad
la suspensión de la obra pública por un año
la reducción de subsidios a la energía y al transporte
la suspensión de la publicidad del gobierno en medios por un año
la reducción “al mínimo” de las transferencias discrecionales del Estado nacional a las provincias.
Si bien las medidas contribuyeron a generar el superávit que buscaba el gobierno, también tuvieron consecuencias muy graves para muchos argentinos.
En particular, el freno a la obra pública provocó un desplome de la construcción, que cayó un 32% en el primer cuatrimestre del año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
El índice de producción industrial retrocedió un 15,4% en el mismo período.
El derrumbe fue incluso peor que durante la pandemia de coronavirus, con caídas que no se veían desde la crisis de 2001/2, hasta ahora la peor en la historia de Argentina.
A su vez, los estimados 25.000 despidos en el Estado -Milei ya advirtió que echará a 50.000 funcionarios más-, en un país en el que el trabajo público se convirtió en los últimos años en el principal motor del empleo, también contribuyeron a que en los primeros cuatro meses se registrara la mayor reducción de puestos asalariados desde 2002, con una contracción interanual del 1,4%, según datos de la Secretaría del Trabajo.
El Indec informó que en el primer trimestre del año, el nivel de actividad económica cayó un 5,3%. En marzo la caída interanual fue del 8,4%.
Desde el gobierno sostienen que la caída económica llegará a su piso en el primer semestre del año y que luego habrá un “fuerte rebote” en forma de “V” cuando se abra el “cepo” cambiario que pesa sobre el dólar.
El ministro de Economía, Luis Caputo, incluso señaló hace unos días que el país ya está “en franca recuperación” ya que, a pesar de la fuerte caída interanual de la industria y la construcción, en abril ambos sectores mostraron un pequeño crecimiento con respecto al mes anterior, un indicio -afirman- de que la tendencia está cambiando.
Como señal positiva de que el ajuste ya está dando sus frutos, remarcan que los bancos han vuelto a ofrecer créditos hipotecarios a 20 y 30 años, algo que ha ocurrido pocas veces en este país.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) parece compartir el optimismo de las autoridades argentinas por el futuro: estimó que en 2025 el país crecerá un 5%.
No obstante, su panorama para este año no es muy alentador: tras el ajustazo anunciado por Milei, el FMI revirtió su pronóstico de que el país crecería un 2,8% en 2024, estimando en vez que se contraerá un 2,8%, antes de volver a crecer el año próximo.
Licuadora
Uno de los debates más acalorados que se dieron durante el primer semestre del gobierno fue sobre cuánto del ajuste de Milei se logró pasándole la motosierra al gasto de la “casta política” -como había prometido durante su campaña- y cuánto en realidad lo pagó la gente común.
Como ya vimos, los recortes en la obra pública y el empleo estatal tuvieron un impacto mucho más allá del mundo político. Lo mismo ocurrió con la suspensión de la publicidad gubernamental en medios, que llevó a despidos en empresas periodísticas que dependían de ese aporte (la agencia estatal Télam directamente fue cerrada).
En tanto, la reducción de subsidios a la energía y al transporte pegaron directamente sobre el bolsillo de los argentinos.
Pero eso no fue todo. Una gran parte del ajuste se dio a través de lo que los economistas llaman “licuación del gasto”. Es algo que ocurre cuando hay inflación alta, que se va “comiendo” el valor del dinero.
Si, por ejemplo, tienes un ingreso determinado y este se mantiene igual en el tiempo, cada mes que haya inflación se irá reduciendo cuánto puedes comprar con ese dinero.
Cuando asumió, Milei dispuso por decreto que se prorrogue el presupuesto nacional de 2023 para el año 2024. En otras palabras, aprobó las mismas partidas que el año pasado, a pesar de que entre un año y otro hubo una inflación cercana al 300%.
De esta forma, ahorró mucho dinero para el Estado. Pero, la contracara fue que muchos sectores quedaron desfinanciados.
Es lo que ocurrió, por ejemplo, con las universidades públicas, como la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA), que en abril pasado declaró la “emergencia presupuestaria”, advirtiendo que no podría seguir funcionando en la segunda mitad del año.
La parálisis se evitó con un acuerdo para aumentar la transferencia de fondos del Estado, aunque el gobierno debió enfrentar una masiva marcha universitaria que convocó a decenas de miles de personas a la emblemática Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, el pasado 23 de abril, en defensa de la educación pública.
Pero la principal “licuación” no la padecieron los estudiantes y docentes universitarios, sino el grupo que representa el mayor gasto para el Estado: los jubilados.
Hace muchos años que las jubilaciones venían perdiendo contra la inflación. Según un informe del Instituto de Investigaciones Económicas para la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), en 2023 perdieron el 32% de su valor, lo que hasta ahora era un récord.
Sin embargo, lo peor estaba por venir. Con el ajuste de Milei, esa licuación se acentuó. La aceleración de la inflación, que entre diciembre y enero superó el 46%, hizo que para marzo los jubilados perdieran entre el 28,5% y 43,7% interanual de su poder de compra -según su nivel de ingresos- informó la periodista económica del diario La Nación Silvia Stang.
A pesar de esta caída, el presidente defendió su decisión de no aumentar los bonos que se venían dando desde 2022 para achicar un poco la pérdida del poder adquisitivo de los adultos mayores.
“No hay plata, y son el sector que tiene el menor porcentaje de pobreza”, justificó en febrero, en una entrevista con el canal Todo Noticias (TN), explicando que, mientras que el 15% de los jubilados eran pobres, entre los niños esa cifra ascendía por encima del 60%.
No obstante, Milei ha negado que cerca de un tercio de su ajuste se haya logrado gracias a la licuación de jubilaciones.
Consultado sobre el tema por la periodista de la BBC Ione Wells, a finales de abril, el mandatario aseguró que el recorte en jubilaciones y pensiones representó apenas el 0,4% del PIB.
“Es decir, que el 90% del ajuste recae en la casta y solamente recayó el 10% del ajuste sobre las pensiones”, afirmó a este medio.
Un análisis realizado sobre esos dichos por el sitio de verificación del discurso público Chequeado determinó que esa frase del presidente fue “falsa”.
Citando trabajos de las consultoras económicas Ledesma y Eco Go, Chequeado confirmó que el recorte de las jubilaciones representó, respectivamente, un 36,6% de la reducción del gasto en el primer trimestre, y un 32,2%, proyectando las cifras de forma anualizada.
Otro grupo que sufrió una gran licuación de ingresos fueron los asalariados, que ya tenían uno de los haberes más bajos de América Latina cuando llegó Milei (US$494 según el índice de Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables -Ripte- que elabora la Secretaría de Trabajo).
Los datos del Ripte, que solo mide el sector formal -cerca de la mitad del universo de trabajadores-, muestran que en los primeros cuatro meses de gobierno los salarios promedio cayeron un 17% (en marzo la caída interanual fue del 24%).
Un informe del Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina (Cifra-CTA) estimó que el poder adquisitivo del salario mínimo cayó aún más: 34,1% desde que asumió Milei, hasta abril.
Los bolsillos de los trabajadores no solo se achicaron por la decisión del gobierno “libertario” de no autorizar aumentos salariales por encima de la inflación para contener la llamada “espiral inflacionaria”, sino también por la desregulación de muchos sectores económicos, donde regían controles de precios.
Como resultado, el consumo masivo se desplomó. En abril cayó por quinto mes consecutivo, registrando una baja del 20,4% interanual, según la consultora Focus Market.
Las consecuencias sociales de estas medidas son graves: un informe de la Universidad Torcuato Di Tella, estimó que 3,2 millones de argentinos cayeron en la pobreza durante el primer trimestre del año.
En tanto, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) calculó que el nivel de pobreza aumentó del 44,7% en el tercer trimestre del 2023 al 55,5% en el primer trimestre de este año, mientras que la indigencia pasó del 9,6% a 17,5% en el mismo período, un veloz incremento nunca antes visto.
Sin embargo, el director del Observatorio, Agustín Salvia, señaló a radio Rivadavia que ya “pasó lo peor” y que el nivel de pobreza “habría llegado a su techo”, gracias a “una recuperación parcial de los ingresos”.
En ese sentido, en la entrevista con la BBC, Milei resaltó que, gracias a la baja de la inflación, a partir de marzo los sueldos y las jubilaciones empezaron a ganar poder adquisitivo (según el Ripte, el salario real aumentó un 2,7% ese mes), una tendencia que se mantendría a medida que sigan bajando los precios.
La esperanza de que las cosas mejoren -que muchos medios locales resumen con la frase “estamos mal, pero vamos bien”- explicaría por qué, a pesar de que Argentina atraviesa caídas históricas de la actividad económica, el consumo y el empleo, muchos argentinos dicen sentir optimismo por el futuro, según recogen varias encuestas.
Batalla cultural
Fuera de lo económico, una de las prioridades de Milei en sus primeros seis meses como presidente ha sido la de revertir “100 años de decadencia” de Argentina, algo por lo que culpa a “la izquierda”.
“La raíz del problema argentino no es político y/o económico. Es moral”, aseguró en febrero pasado en un posteo en X (exTwitter), en el que explicó cómo “el socialismo” había sido “implantado” en el país durante un siglo, a través de “la educación, la cultura y los medios de comunicación”.
El periodista Juan Luis González, quien escribió una biografía no autorizada de Milei, aseguró en “El Loco” que “la resistencia contra la supuesta hegemonía ideológica de la izquierda” fue uno de los principales motivos que llevaron al economista a meterse en política en 2021.
En su primer discurso internacional, en el Foro Económico de Davos, en Suiza, Milei afirmó que no solo Argentina sino todo Occidente estaba “en peligro”.
“Aquellos que supuestamente deben defender los valores de Occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo y, en consecuencia, a la pobreza”, dijo, en referencia al progresismo, la ideología que aboga por un Estado benefactor, la defensa de derechos civiles y la redistribución de la riqueza.
Para combatir al “colectivismo” -como también lo llama-, el mandatario ha buscado revertir muchas de las políticas sociales implementadas durante los gobiernos kirchneristas, los principales abanderados del progresismo.
Uno de los blancos ha sido el feminismo.
Apenas asumió, el libertario -quien niega que exista una brecha salarial entre hombres y mujeres- eliminó el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, transformándolo en una subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el gobierno dejó en claro su postura sobre lo que llama la “ideología de género” al convertir el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada en el “Salón de los Próceres”, que homenajea a un grupo de líderes políticos, todos hombres.
Milei también se declaró en contra del aborto y describió a las activistas que lucharon por ese derecho como “las asesinas de pañuelos verdes”. No obstante, aclaró a la BBC que “no está en la agenda” derogar esa ley, aprobada en 2020.
El gobierno también cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y prohibió el uso del “lenguaje inclusivo” y cualquier referencia a la perspectiva de género en los documentos oficiales.
El 24 de marzo, al conmemorase el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia por los 48 años del golpe de Estado que llevó al poder al último régimen militar, la Casa Rosada publicó en su cuenta oficial en X un video que se enfocaba en las víctimas de los grupos subversivos, previo al golpe.
El documental de casi 13 minutos no mencionó a los desaparecidos de la última dictadura, que según organismos de Derechos Humanos fueron cerca de 30.000 personas.
Milei, al igual que su vicepresidenta Victoria Villarruel, niega ese número. Sin embargo, los dos han declarado que no planean indultar a los militares condenados por crímenes de lesa humanidad, como habían advertido algunos activistas.
Otra batalla fuerte de Milei ha sido contra la prensa.
“Probablemente en el lugar del mundo donde más podrido está el periodismo es en Argentina, donde gran parte de los periodistas son mentirosos y calumniadores seriales”, le dijo a la BBC.
El presidente ha acusado a muchos periodistas locales de ser “ensobrados” (recibir sobornos) y sus ataques contra quienes realizan coberturas que considera críticas han generado varias alertas de organismos de prensa como el Foro de Periodismo Argentino (Fopea), la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
A finales de mayo, el gobierno suspendió los portales y las redes sociales de todos los medios de comunicación públicos, anunciando un “proceso de reorganización que tiene como objetivo mejorar la producción, realización y difusión de los contenidos que se generan”.
La frase recibió críticas por su pesada carga simbólica: el Proceso de Reorganización Nacional fue el nombre formal de la dictadura que gobernó entre 1976 y el regreso de la democracia, en 1983.
Milei ha dicho que planea cerrar o privatizar todo el sistema de medios estatales, incluyendo la Televisión Pública, fundada en 1951, y Radio Nacional, que transmite desde hace casi 87 años, pero para ello, debe lograr que el Congreso apruebe su paquete de propuestas legislativas conocida como Ley Bases.
No obstante, hasta el momento y más allá de algunas victorias legislativas parciales, el presidente no ha logrado en estos seis meses que se apruebe ninguno de los proyectos de ley que envió al Congreso.
Nueva relación con el mundo
Milei ha dedicado más tiempo que cualquiera de sus antecesores a viajar -lleva ocho visitas al extranjero: cinco a Estados Unidos y ninguna a países vecinos-, pero esto no es lo más relevante de su política exterior.
Mientras que el kirchnerismo -que gobernó durante 16 de los últimos 20 años- reforzó los vínculos regionales de Argentina, el gobierno de Milei dio un giro de 180 grados y mantiene una política internacional que emula a la de Carlos Menem (1989-99), la principal referencia política del presidente.
Menem mantenía un vínculo tan cercano con EE.UU. que su propio canciller lo definió como “relaciones carnales”. También se alió fuertemente con Israel, convirtiéndose en el primer mandatario argentino en visitar ese país, en 1991.
De igual forma, Milei ha declarado que sus dos principales socios internacionales son EE.UU. e Israel.
En febrero, eligió a esta última nación para hacer su primera visita extranjera -tras su breve paso por Davos-, incluso a pesar de que Israel estaba en guerra. Desde allí, confirmó que planea mudar la embajada argentina a Jerusalén occidental, siguiendo los pasos de Donald Trump, quien en 2018 hizo lo propio con la embajada estadounidense.
Milei ha sido uno de los pocos mandatarios mundiales que ha defendido incondicionalmente el accionar israelí en Gaza. Hablando con la BBC, dijo que no consideraba que hubiera cometido algún exceso.
El alineamiento con Washington ha sido igual de absoluto. Consultado por su cercanía con Trump, quien este año competirá por la presidencia contra el actual mandatario, Joe Biden, Milei dijo que “independientemente de quien gane, yo soy aliado de EE.UU., sea demócrata o sea republicano”.
Pero, aunque habrá que esperar el resto del mandato para saber si el vínculo con Washington es más o menos fuerte que con Menem, estos seis meses ya han alcanzado para ver que, en otros asuntos de política internacional, el de Milei es un gobierno como ningún otro que ha tenido Argentina.
Y es que, mientras que Menem cultivaba una política de diálogo y búsqueda de consensos, Milei tiene un estilo confrontativo que le ha generado roces y polémicas con varios otros países.
El altercado más reciente fue con España, país al que visitó a finales de mayo, en una visita mayormente privada que tuvo como principal fin brindar un discurso durante un acto organizado por el partido de ultraderecha español Vox.
En su alocución, Milei calificó de “corrupta” -sin nombrarla- a la esposa del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, generando una crisis diplomática que concluyó con el retiro definitivo de la embajadora española en Buenos Aires.
El líder argentino dijo que sus comentarios fueron en respuesta a los agravios que recibió de parte de funcionarios del gobierno español. Por ese motivo, se rehusó a disculparse.
Pero España está lejos de ser el único país con el que se ha peleado el líder libertario.
También ha tenido cruces con los dos principales socios comerciales de Argentina: Brasil y China.
Durante su campaña, el entonces candidato tildó de “corrupto” y “comunista” al actual presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva, quien no asistió a su asunción (a la que sí fue su rival, el exmandatario de derecha Jair Bolsonaro).
En tanto, Milei dijo que no tendría “vínculos con países comunistas”, aunque sí permitiría a las empresas comerciar libremente.
“El comunismo es un régimen asesino. El comunismo ha asesinado a 150 millones de seres humanos. Es decir, ha sido la mayor maquinaria asesina de la historia de la humanidad”, dijo a la BBC en abril, aclarando que no opinaba sobre el líder chino Xi Jinping porque “no lo conozco personalmente como para hacer un juicio de valor”.
Aunque no ha habido reacciones oficiales del hermético gobierno chino, muchos observadores resaltan que por ahora Argentina no ha logrado renegociar una deuda que mantiene con Pekín por US$4.900 millones, que utilizó el gobierno anterior de Alberto Fernández, y que vence a mitad de año.
Tampoco ha logrado renovar un swap (intercambio) de monedas, que le ha permitido al país sudamericano fortalecer sus escasas reservas internacionales, a pesar de que tanto la canciller argentina como el presidente del Banco Central viajaron hasta la capital china en abril con ese propósito.
Pero los problemas diplomáticos no terminan allí.
En apenas seis meses, Milei también ha tenido fuertes cruces con dos históricos aliados de Argentina: México y Colombia.
La “primera piedra” vino de parte de los líderes de esos países, quienes durante la campaña habían criticado en duros términos al entonces candidato libertario.
Consultado por esos dichos durante una entrevista a finales de marzo con el periodista Andrés Oppenheimer, de CNN en Español, el presidente argentino echó más leña al fuego.
“Es un halago que un ignorante como (Andrés Manuel) López Obrador hable mal de mí, me enaltece”, dijo sobre su par mexicano, quien lo había llamado un “facho conservador”.
Con el presidente de Colombia, fue aún más agresivo. “Mucho no se puede esperar de alguien que era un asesino terrorista”, dijo sobre Gustavo Petro, haciendo referencia a su pasado como guerrillero.
Petro había apoyado al rival de Milei en los comicios y había comparado sus dichos con el nazismo.
Ambas crisis fueron zanjadas por la vía diplomática, algo que todavía no ocurre con España, país al que Milei planea regresar el 21 de junio para recibir un galardón.
Texto original de BBC Mundo