El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, denunció este miércoles ante el Consejo de Seguridad el extremo aislamiento impuesto por el régimen de Kim Jong-un en Corea del Norte, el cual mantiene a sus ciudadanos atrapados en un sufrimiento “sin paliativos”.
“No es posible separar la situación de los Derechos Humanos en Corea del Norte de las consideraciones relativas a la paz y la seguridad en la península (coreana), incluida la creciente militarización por parte de Kim Jong-un. En la actualidad, es un país aislado del mundo. Un entorno asfixiante y claustrofóbico, donde la vida es una lucha diaria carente de esperanza”, expresó Turk al inicio de su intervención.
Turk destacó que la “intensificación de la represión del derecho a la libertad de circulación” hace “casi imposible” salir del país sin un permiso del régimen, a pesar de una muy parcial reapertura de la frontera.
Señaló que en 2023 solo unos 200 desertores norcoreanos llegaron a Corea del Sur, una quinta parte de los que llegaban antes de la pandemia de COVID-19.
“La brutal realidad para la población en general sigue siendo el refuerzo de los controles fronterizos. Ahora es casi imposible salir del país sin el permiso del Gobierno. Muy pocas personas lo consiguen. Salir de tu propio país no es un delito, al contrario, es un derecho humano, reconocido por el Derecho Internacional”, expresó.
También criticó que ni siquiera pueden reunirse las familias que se encuentran separadas en Corea del Norte y Corea del Sur, unos encuentros que se realizaban de forma esporádica antes del cierre de fronteras por el coronavirus, y que también resulta “imposible” llamar por teléfono o enviarse dinero entre ellos.
“Esta interferencia arbitraria en la vida familiar causa una profunda angustia. Insto a la RPDC a que reabra las posibilidades de que las familias se conecten y, en última instancia, estén juntas”, agregó Turk.
La segunda de las causas es el incremento de la represión contra la libertad de expresión a raíz de tres leyes que penalizan el “consumo de medios de comunicación extranjeros”, el “uso de un lenguaje que no se ajuste al dialecto de Pyongyang” y que obligan a los jóvenes a “ajustarse a un estilo de vida socialista”, y cuyas penas pueden llegar incluso a castigar a los padres por las acciones de sus hijos.
“El artículo 7 de la Ley de Denuncia del Pensamiento y la Cultura Reaccionarios es un ejemplo especialmente escalofriante, ya que autoriza severas sanciones, incluida la pena capital, por el delito de introducir, ver o difundir la llamada cultura ‘reaccionaria’. En pocas palabras, los habitantes de Corea del Norte corren el riesgo de morir por el mero hecho de ver o compartir una serie de televisión extranjera”, indicó Turk, que además instó a las autoridades norcoreanas a derogar estas legislaciones y la pena de muerte.
Turk también alertó sobre las “insoportablemente duras” condiciones socioeconómicas en Corea del Norte, que han llevado a una alta tasa de desnutrición y hambre. Aunque reconoció algunos esfuerzos del régimen norcoreano para abordar la inseguridad alimentaria, criticó el cierre de mercados a pequeña escala y las restricciones a los vendedores de alimentos.
“Esta producción y distribución de alimentos cada vez más centralizada está socavando el acceso a los alimentos. Los informes indican que casi la mitad de la población padece inseguridad alimentaria en los últimos años, y en algunas provincias aumenta la malnutrición infantil. Pido al Gobierno que haga efectivo el derecho a la alimentación de todos sus ciudadanos, sin discriminación, y que aproveche las ofertas de cooperación internacional con este fin”, dijo
El Alto Comisionado también denunció el uso del trabajo forzoso, las detenciones arbitrarias, las torturas, los malos tratos y las desapariciones forzadas, que su oficina estima en más de 100.000 personas, incluidas ciudadanos japoneses y surcoreanos. Resaltó que la dictadura norcoreana ejerce un alto nivel de control sobre los trabajadores enviados al extranjero, quienes sufren terribles penurias y confiscaciones de hasta el 90% de sus salarios.
“El Gobierno también ejerce un alto nivel de control sobre los trabajadores enviados al extranjero, muchos de los cuales han sido entrevistados por mi oficina. Describen una vida de terribles penurias: trabajo a menudo físicamente peligroso, escasez de alimentos y atención médica, niveles extremos de vigilancia, violencia física y confiscación de hasta el 90 por ciento de sus salarios por parte del Estado”, declaró el Alto Comisionado durante su intervención.
A pesar de que Turk ha reconocido “algunos signos positivos” por parte de Corea del Norte con el sistema internacional de Derechos Humanos, ha insistido en que “el panorama de miseria, represión, miedo, hambre y desesperanza” en el país es “profundamente alarmante”.
Finalmente, Turk subrayó la importancia de proteger a aquellos que huyen de Corea del Norte y de adherirse al principio de no devolución, citando informes de deportaciones que resultaron en torturas y otras graves violaciones de Derechos Humanos.
“Insto al Gobierno a que de la vuelta a las ortodoxias y supere su mentalidad aislacionista, que solo engendra una desconfianza cada vez más profunda, desencadenando una espiral interminable de pensamiento de grupo a expensas de un futuro más próspero y seguro para su pueblo”, concluyó Turk.
(Con información de Europa Press)
Texto original de Infobae