Los 122 imponentes metros de alto y 9 de ancho de Starship, el cohete más grande del mundo volvieron a asombrar a todos el 14 de marzo último cuando la mole de 5000 toneladas (5 millones de kilos) despegó por tercera vez en su historia y llegó al espacio exterior sin explotar, como lo hizo en los dos primeros intentos.
La enorme nave de SpaceX, la empresa espacial ideada y dirigida por su CEO, Elon Musk, consta de dos partes, que finalmente se elevaron exitosamente, encendiendo los 33 motores Raptor de su primera etapa, el propulsor llamado Super Heavy (Super Pesado) y la segunda etapa superior reutilizable de acero inoxidable que también se conoce como “Starship”.
Ambas etapas del cohete se separaron como se esperaba, permitiendo a la nave principal realizar la órbita a la Tierra, según lo planeado por los ingenieros en este vuelo de prueba.
Gran parte del peso del megacohete corresponde a la primera etapa Super Heavy (3.400 toneladas), mientras que la Starship tiene una masa bruta de 1.320 toneladas. El logro acerca a la compañía un paso más hacia el objetivo de Musk de transportar humanos a destinos en el espacio profundo como Marte.
Starship es el cohete más grande y poderoso jamás desarrollado, más alto que el Saturn V (110 metros de alto), que envió a Neil Armstrong a la Luna o el sistema de lanzamiento SLS (Space Launch System) de la NASA (98 metros) que fue lanzado a la Luna durante la misión Artemis el 16 de noviembre de 2022 sin tripulación. Y también será más grande aún que la versión Cargo del SLS (111 metros) a construirse próximamente.
Más naves espaciales reutilizables
Al igual que el caballito de batalla de SpaceX, el cohete Falcon 9, Starship está haciendo todos los intentos para ser reutilizable. Si bien en estos primeros tres despegues de Starship no se han podido recobrar las dos etapas del mismo, todo apunta a que en los próximos vuelos sí lo hará la empresa de Musk.
De hecho, ello ha permitido por ejemplo que su cohete Falcon 9 haya podido se lanzado 98 veces en 2023, utilizando varias veces una misma nave y que hoy uno de ellos viaje al espacio por vez 19.
Las tácticas que convirtieron al Falcon 9 en el cohete más utilizado de la época ahora se están aplicando al Starship.
Musk y la directora de operaciones de SpaceX, Gwynne Shotwell, impulsaron tecnologías disruptivas en la producción general del cohete. En el caso del Falcon 9, eso significó usar impresión 3D para sus motores, la parte más compleja del cohete, y reutilizar el propulsor principal, para futuros lanzamientos.
En términos generales, el éxito de Starship requiere la construcción de un cohete de dos etapas: el Starship como tal y el vehículo de lanzamiento, llamado Starship Super Heavy. Si hablamos del vehículo de lanzamiento, cuenta con 33 motores Raptor y sirve para que Starship pueda salir de la Tierra, volviendo a la misma para ser reutilizado. Se trata nada menos de la filosofía de reutilización de SpaceX llevada a la máxima potencia de la tecnología actual.
“La clave está en la reutilización de los cohetes”, explicó SpaceX, que planea que una misma nave podrá usarse hasta 50 veces para viajar al espacio. Acá también entra en juego los propulsores Raptor. Aunque no son los más potentes ni los más eficientes, sí son los más convenientes. ¿Por qué? Hay tres razones principales:
El motor Raptor es más fácil de controlar térmicamente, crucial para viajes largos como Marte y otros planetas más alejados.
Utiliza metano como combustible, que se quema de forma mucho más limpia, lo que implica menos mantenimiento.
Disminuye mucho los costos por kilogramo para enviar carga al espacio. Mientras que el motor Merlin cuesta 117 dólares por kilonewton de empuje de vuelo (kn) y el RS-25 cuesta 1414 dólares por kn, el Raptor cuesta solo 20 dólares por kn.
Además, el Super Heavy puede volver a la misma plataforma de lanzamiento, algo que los Falcon 9 no hacían, sino que se dirigían a otros sitios de aterrizaje. Esto disminuye aún más los costos.
Cadena de producción
Antes del tercer lanzamiento de Starship, la compañía espacial SpaceX había difundido que ya están construidos cuatro Starships más en sus instalaciones Starbase en el sur de Texas, donde se realizó el lanzamiento.
“Estos vehículos están programados para futuras pruebas de vuelo como las de hoy”, dijo Siva Bharadvaj, ingeniero de operaciones espaciales de SpaceX, durante una transmisión por Internet del lanzamiento.”Y, de hecho, apenas esta semana, disparamos estáticamente nuestro próximo barco que planea zarpar para probar el propulsor tan pronto como el soporte de lanzamiento esté listo”, agregó.
SpaceX tendrá como objetivo hacer que estos y futuros vehículos despeguen lo más rápido posible, de acuerdo con la filosofía de la compañía de “construir y volar”. De hecho, el fundador y director ejecutivo de SpaceX, Elon Musk, dijo que la compañía espera lanzar al menos 6 misiones Starship en 2024.
Musk es conocido por sus plazos agresivos, pero los analistas piensan que bien podrían ser alcanzables. Es que solo transcurrieron siete meses entre el primer vuelo de prueba de Starship, en abril de 2023, y el segundo, tuvo lugar el pasado mes de noviembre.
El intervalo entre el segundo vuelo y el lanzamiento de hoy fue de sólo cuatro meses, por lo que los lanzamientos se van acelerando cada vez más, y menos tiempo transcurre entre cada uno de éstos. La maquinaria ya empezó su marcha y parece no detenerse. Al contrario, está aumentando su velocidad.
Así que el plazo del cuarto vuelo debería ser aún más corto, dados los hitos marcados en la tercera misión. Por ejemplo, Super Heavy realizó con éxito el posicionamiento para descender a tierra, después de separarse de la etapa superior, colocándose en posición para un amerizaje en el Golfo de México (aunque no logró su aterrizaje). Y la etapa superior alcanzó velocidad orbital, abrió su puerta de carga útil en el espacio como lo hará en vuelos operativos de despliegue de satélites y sobrevivió al reingreso a la atmósfera de la Tierra en un vuelo de 50 minutos.
Viajes dentro del Sistema Solar
SpaceX también planea utilizar Starship para ayudar a la humanidad a establecerse en Marte, como Musk ha subrayado repetidamente. Establecer una ciudad sostenible en el Planeta Rojo requeriría una asombrosa cantidad de lanzamientos. Si todo va según lo planeado, Starship llevará astronautas a la Luna por primera vez en la misión Artemis 3, cuyo despegue está previsto provisionalmente en septiembre de 2026.
“Podemos ir a otros lugares del sistema solar, como Saturno, pero creo que lo más importante en lo que debemos centrarnos es en el camino más rápido hacia una ciudad autosuficiente en Marte”, fueron las palabras que pronunció el multimillonario empresario Elon Musk al presentar hace dos años su nuevo cohete Starship, con el que se propone generar una revolución espacial como la que hizo el legendario Apolo que llevó el hombre a la Luna. Fue un 28 de septiembre de 2019, pero sus palabras cobran cada vez más relevancia en el presente.
Con el poder de transportar hasta 165 toneladas en órbita baja alrededor de la Tierra, sus admiradores afirman que Musk está a punto de transformar la economía del negocio de los lanzamientos. “Se acabó el juego para las empresas de lanzamiento existentes. No hay ningún vehículo en la mesa de dibujo que pueda competir”, afirmó Peter Diamandis, un empresario espacial estadounidense.
Una nave espacial interestelar
El megacohete Starship de SpaceX podría eventualmente hacer honor a su atrevido nombre y ser una nave estelar. “Una versión futura de Starship será interestelar”, aseguró Elon Musk, cerebro de su concepción.
“Esta Starship está diseñada para atravesar todo nuestro Sistema Solar y más allá hasta la nube de objetos que nos rodean. Una futura Starship, mucho más grande y más avanzada, viajará a otros sistemas estelares”, dijo Musk a través de X la madrugada del lunes 18 de marzo.
Starship consta de dos elementos de acero inoxidable: un enorme propulsor de primera etapa llamado Super Heavy y una nave espacial de etapa superior como Starship, o simplemente Ship. Ambos vehículos están diseñados para ser total y rápidamente reutilizables, y ambos están propulsados por el motor Raptor de próxima generación de SpaceX: 33 para Super Heavy y 6 para Ship.
Los analistas explican que se necesitará mucho más trabajo y muchos más vuelos de prueba para que Starship esté listo para transportar astronautas al espacio profundo. Y poner en funcionamiento una versión interestelar requerirá un salto mucho mayor, con nuevos combustibles y prestaciones. Un salto que hoy es difícil de imaginar.
Es que la humanidad no está ni cerca de desarrollar una nave espacial tripulada que pueda viajar entre las estrellas en una escala de tiempo razonable. Las distancias son tan intimidantemente enormes que por ejemplo, la estrella más cercana a nuestro Sol, la enana roja Próxima Centauri, se encuentra a 4,2 años luz de distancia.
Eso equivale a unos 40 billones de kilómetros. Una sonda impulsada por cohetes convencionales de hoy necesitaría decenas de miles de años para cubrir ese viaje.
Los investigadores tienen ideas sobre cómo hacer que el viaje sea más factible. La iniciativa Breakthrough Starshot, por ejemplo, está trabajando en un sistema que aceleraría los veleros al 20% de la velocidad de la luz utilizando láseres terrestres superpoderosos.
Estos vehículos podrían llegar a Próxima Centauri apenas unos 20 años después del despegue, si todo sale bien. Pero para que eso sea una realidad, varias generaciones deberán pasar. Por ahora, debemos mirar a corta distancia y pensar en regresar a la Luna en 2026 y pisar Marte en la siguiente década.
Texto original de Infobae