Nunca confíes en nadie, mantén el perfil bajo y no te duermas en los laureles. Esos parecían ser los códigos del narco ecuatoriano Leandro Norero, según lo revela él mismo en chats del caso Metástasis, pero rompió una a una sus normas .
El exceso de confianza que criticó en su mentor (Jorge Luis Zambrano, alias ‘JL’ o ‘Rasquiña’) y el pretender situarse por encima de todos (incluso de sus aliados), condujeron a su muerte en una balacera en la cárcel de Cotopaxi, en octubre de 2022.
Su legado va más allá de la constatación del nivel de infiltración social del narco en Ecuador. Jueces, fiscales, policías, abogados o comunicadores hicieron parte de su red de corrupción, revela ahora la Fiscalía.
Pero Norero también agudizó la violencia en Ecuador. El capo financió a una serie de bandas narcocriminales y le quitó el monopolio de la violencia a Los Choneros, a la sombra de cuyo líder ascendió en el negocio del narco.
Así, contribuyó a la división de la organización original en una serie de facciones, incluso permitiendo el ascenso de grupos que escaparon al control de una sola banda.
El resultado es una guerra de bandas que este año deja 7.300 muertes violentas en el país, un 58,59 % más de las 4.603 de 2022.
Ahora, toda esta serie de organizaciones atomizadas no solo se dedican al narcotráfico, sino que financian también sus actividades y su guerra con extorsión, asaltos viales o secuestros.
De ladrón y pandillero a financista narco
En su video de disculpas por los chats con Norero, el periodista Anderson Boscán, de La Posta, contó que el capo se identificó como “el mejor amigo de J”, en referencia a ‘Rasquiña’, cuando se conocieron en 2021.
“Se presentó como una persona formada en la calle, un Ñeta reivindicado, como un tipo que admitía haber robado y traficado en la calle. Estaba muy orgulloso de haber participado en el proceso de pacificación (de las pandillas)”, aseguró Boscán.
Leandro Antonio Norero Tigua, alias ‘El Patrón’ (Guayaquil, 1986 – Cotopaxi, 3 de octubre de 2022) creció en un entorno de pobreza en Guayaquil.
Como pandillero de Los Ñetas participó hasta 2009 en el proceso de legalización del grupo, enfrentado con Los Latin Kings. En 2006 lo detuvieron por posesión de armas. Y en 2012, resultó imputado por robo agravado.
Pero más tarde llegaría a convertirse en uno de los hombres de confianza y mano derecha de ‘Rasquiña’ (JL, líder de Los Choneros). ¿Cómo lo hizo? Él se lo atribuía a los contactos que hizo en casi dos décadas de trasiego criminal.
“Todo el mundo me conocía”, le dice ‘El Patrón’ a Daniel Salcedo en uno de los chats revelados por la Fiscalía. Y confesó que llegó “a ministrar y a sanar personas por el Espíritu Santo”, pero el dinero lo cambió. De joven, tenía cara de monaguillo.
Tras el asesinato de JL en diciembre de 2020 , Norero empezó a disputarse el relevo con alias ‘Junior’ (Junior Roldán) y ‘Fito’ (José Adolfo Macías), lugartenientes de Los Choneros, que crearon sus propios brazos armados (Fatales y Águilas).
En contraposición, ‘El Patrón’ se convirtió en uno de los principales proveedores económicos y financieros de bandas que se erigieron como enemigas de Los Choneros: Los Lobos, Los Tiguerones, Chone Killers e incluso Los Lagartos.
A mayor flujo de armas, más extorsión y secuestro
Con los contactos de ‘Rasquiña’, su visión empresarial del mundo criminal y su poder de negociación (al contrario de su mentor, que “todo lo resolvía al relajo”), Norero se convirtió en uno de los ocho grandes capos de la droga de Ecuador, en los últimos 30 años.
En esa lista no están ni ‘Rasquiña’, ni ‘Fito’, ni ‘Junior’. Cuando lo capturaron en mayo de 2022 poseía lingotes de oro y le decomisaron USD 6 millones en efectivo.
Según reportes de investigación antidrogas de la Policía Nacional, Norero contribuyó a través de financiamiento al fortalecimiento de la alianza creada por Lobos, Tiguerones y Chone Killers en 2020, las bandas de mayor despliegue criminal actual.
De hecho, él es uno de los fundadores de los Chone Killers, que surgieron de los antiguos Ñetas en Durán (Guayas). Y ese cantón se convirtió en la ciudad más violenta del país por tasa de homicidios (entre poblaciones con más de 300.000 habitantes).
El objetivo de estas bandas emancipadas de Los Choneros era facilitar a los carteles internacionales “un servicio logístico” para el acopio, la seguridad y la salida de drogas desde Ecuador, fortaleciendo operaciones y aumentando su poder de desplazamiento.
En la nueva jerarquización de Chone Killers en Durán, “Norero jugó un papel trascendental por su relación como exmiembro de Los Ñetas”, apunta el informe.
De un grupo local, la banda pasó a especializarse en brindar servicios logísticos a organizaciones como el Cártel Jalisco Nueva Generación -con el que trabajaba Norero-, lo que aumentó el flujo a Durán de dinero, armas y heroína para el microtráfico.
Con ese flujo se incrementan la extorsión, secuestro y asaltos a ejes viales en el país. Tiguerones y Lobos lideran la extorsión en la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón), un delito que se incrementó 285% este año en estos cantones, con hasta 5.786 denuncias.
Leandro Norero, el “pacificador”
El capo proviene de un entramado narco lleno de rencillas, traiciones y asesinatos en el que se ubican por un lado Los Choneros y, por el otro, el autodenominado Nueva Generación Ecuador.
Tras el recrudecimiento de la violencia que él había propiciado, ‘El Patrón’ quiso fungir de pacificador. Y eso determinaría su fin.
Incluso, Norero tenía contacto directo con la colombiana Claudia Garzón, miembro de la Comisión de Pacificación carcelaria, integrada en el gobierno de Guillermo Lasso en 2021.
“Hablamos sobre su intención de parar la violencia, de su necesidad de acercarse a otros cabecillas, con ese fin. Cuando Leandro habla con Fito y Junior yo auspicié esas conversaciones; es más, estuve en todas las llamadas que hacían los tres”, dice Garzón, en entrevista con PRIMICIAS.
Dos meses antes de su asesinato en la cárcel, Norero había hablado con casi todos sus enemigos para ponerle fin a la guerra entre las bandas, según chats de Metástasis.
En uno de los intercambios con Salcedo cuenta cómo había negociado con Wilder Emilio Sánchez Farfán, alias ‘Gato Farfán’ -detenido en Colombia, otro de los grandes capos del país-. “Y de ahí ese loco me hizo hablar con todos”, apunta.
El objetivo era que las principales bandas rivales se integren a un solo bloque. Y el alcanzar un acuerdo les convenía en el papel a todos, generando mayor estabilidad a sus economías ilegales.
Ya entonces se avizoraban los síntomas de la violencia desmedida que este año deja casi 2.700 asesinatos y 287 víctimas colaterales solo en el Guayaquil metropolitano.
Norero negociaba con los cabecillas de Los Choneros, pero sin pedir el visto bueno de un grupo de su propia entraña y al que ayudó a encumbrar: Los Lobos.
El pacto molestó al líder de Los Lobos, Wilmer Chavarría, alias ‘Pipo’, quien no había dado su aprobación y al que se le atribuye el asesinato de ‘El Patrón’, en conjura con narcos como George Maestre Mena, alias ‘Samir’, heredero de rutas del ‘Gato Farfán’.
Lo irónico es que todo lo que Norero comentó en los chats sobre el asesinato de su mentor, ‘JL’, se aplica a su propio crimen: “Mucha gente cercana se le volteó”, “Creyó que tenía el control de todo”, “Se durmió y lo mataron. Ley de vida, ñaño”.