En épocas de feriados y de distintas festividades que ocurren en diversas épocas del año -en donde el consumo se despierta y dispara significativamente- es importante que las familias tomen conciencia que, como parte de los principios de la acción financiera racional e inteligente, el dinero, bajo la denominación de cupo disponible dentro de una tarjeta de crédito, es un dinero que no es de propiedad personal o familiar, es nada más una línea de crédito anticipada que, si es bien usada, es un medio que sirve para la buena marcha de la economía familiar que, generalmente, para la adquisición de determinados bienes -sobre todo duraderos- requiere de que alguna institución financiera formal facilite recursos para acceder al bien y, así, ir consolidando el patrimonio familiar que requieren las actuales y futuras generaciones integrantes del núcleo familiar objeto de aplicación de las buenas prácticas que sugiere el manual de la educación financiera integrada.
En los tiempos actuales -de los primeros meses de 2023-, por ejemplo, dentro de ese escenario de dinamización del consumo -que ocurrió en los meses finales de 2022-, también hay que sumar un factor más que, en otros años, no estuvo presente -el mundial de fútbol-; el cual, por la fiebre mundialista, impulsó la adquisición de distintos productos; activando, así, anticipadamente, más ventas y, por supuesto, más financiamiento bajo distintas modalidades -muchas de ellas basadas en el uso de tarjetas de crédito- que se tienen que pagar en los tiempos presentes.
Un buen caso de ello, son los denominados “períodos de gracia” -que mal manejados es el inicio de la desgracia financiera- más todo lo relativo a “las cuotitas y los pagos diferidos” -con y sin intereses- pueden, si no se hace un cálculo prolijo de las obligaciones financieras futuras asumidas, ir configurando un difícil escenario de sobreendeudamiento que, durante el 2023 actual, se está convirtiendo en un dolor de cabeza fuerte y permanente de la economía familiar que, con el pasar del tiempo, debido al mal manejo de líneas de crédito -como son las tarjetas de crédito- se sigue complicando producto de la serie de nuevos gastos que van surgiendo, sobre todo cuando aparecen pretextos de “fiestas y feriados” en donde el bolsillo familiar debe ser manejado, como medida preventiva, con prudencia, inteligencia y racionalidad financiera.
Se está todavía a tiempo, como dirían los abuelos “de prevenir antes de lamentar”, para – sobre la base del buen cálculo del balance financiero personal y familiar- ir cuadrando las cuentas financieras que, por los gastos del último fin de año, se tendieron a inflar -y que se las lleva actualmente como verdaderas mochilas pesadas de cuentas por pagar-, sobre todo, con decisiones de deuda pensadas al apuro y que, ahora en 2023 -por su magnitud mal estimada-, las personas y las familias están pasando del gusto y felicidad de las fiestas al susto y tristeza de todo un año que, pensando en 2023, es un año que nos recuerda que ya vamos, por casi tres años, en medio de una pandemia que, a la economía familiar, le ha dado sendos coletazos negativos; complicando, así, su estado situacional que todavía no regresa a los niveles mejores -en ciertos casos- que se tenía antes de 2020.
Finalmente, también es importante recordar que, la inflación global que viven todos los países del mundo, ha presionado al incremento de los precios de muchos productos -sobre todo los importados-; con lo cual, por lógica económica, ha mermado el poder adquisitivo de los consumidores y, con ello, su capacidad de ahorro, también, ha disminuido; incidiendo, como es de esperarse, en aquella estabilidad financiera futura que, construida sobre la base de la posibilidad de ir creando fondos de reserva personal y familiar, contribuya a fortalecer la capacidad de resiliencia para cuando se está en momentos de vacas flacas -desde la óptica de generación de ingresos- o cuando surge alguna necesidad de gastos emergentes no planificados -como los vividos en estos tres años pandémicos-.
De ahí, la importancia que, cuando se tienen épocas de mayores ingresos y, al unísono, muchas veces, de mayores egresos por la presión de fiestas o feriados; se piense y actúe en la necesidad de también buscar “ventanas de ahorro”. Por ejemplo, en el caso ecuatoriano, para quienes tienen un trabajo fijo en el sector privado y tienen la posibilidad, en el vecino abril, de recibir utilidades -como una especie de ingreso extraordinario-; ahí está una buena opción para que las familias -como equipo-, creativamente, encuentren opciones de ahorro sustentadas en lo que dice el manual de “Educación Financiera Integrada (EFI)” y que en esta columna, desde 2018, sobre lo que deben ser los temas de una verdadera EFI, se han venido repitiendo permanentemente con el único propósito de dar luces para la consecución del ansiada buena salud de la economía personal y familiar -base de lo que luego, como sumatoria, recogen los grandes agregados macroeconómicos-.