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LO MÁS VISTO 2023: Autos eléctricos: ¿El futuro limpio de la movilidad en Sudamérica?

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

En el contexto de la crisis climática, la industria automotriz ha encontrado en los vehículos eléctricos una oportunidad para rediseñar su modelo de negocio y mejorar su imagen. Sin embargo, esta transición hacia la movilidad eléctrica no es neutral y ha generado nuevas dinámicas asimétricas entre territorios distantes y en el epicentro de esta transformación se encuentra el litio, un mineral estratégico esencial para la fabricación de baterías y la producción masiva de vehículos eléctricos.

El Triángulo del Litio

Estados Unidos, China, Japón y la mayoría de las economías avanzadas participan activamente en el intento de asegurar nuevas fuentes de litio, un elemento clave en la transición de la economía mundial de los combustibles fósiles a las energías renovables.

En Sudamérica, países como Bolivia, Chile y Argentina albergan el 60% estimado de las reservas mundiales del metal mientras China, que es el mayor comprador e inversionista de minas del metal necesita controlar o tener influencia en las partes del mundo donde se extrae. Estimaciones de la Agencia Internacional de Energía proyectan que la demanda mundial de litio aumentaría en más de un 4000% para 2040.

Dada la demanda de baterías en China, empujada por la industria automotriz, las compañías del gigante asiático necesitan tener un suministro permanente y confiable de litio. Y para Beijing, América Latina es el lugar de interés, ya que allí están las mayores reservas del mineral.

Con el cambio climático y la necesidad de hacer la transición de combustible fósiles a energías renovables, el metal alcalino de color blanco plateado es una nueva alternativa de energía, es ‘el nuevo petróleo’ o ‘el oro blanco’, que a pesar de sus beneficios también su tiene desafíos ambientales y sociales significativos.

En este contexto, el litio, un mineral clave para la fabricación de baterías, se ha convertido en un recurso estratégico que está generando impactos ambientales y sociales significativos en estos países, pero ¿qué otros usos se le puede dar al litio desde Sudamérica, en una perspectiva más sostenible y soberana?

El litio tiene diversos usos potenciales desde una perspectiva más ecológica. Además de su utilización en baterías para vehículos eléctricos, se pueden explorar en otras aplicaciones, como:

Almacenamiento de energía renovable: El litio puede utilizarse para almacenar energía generada por fuentes renovables, como la solar y eólica. Esto permitiría una mayor integración de estas energías intermitentes en la red eléctrica, mejorando la estabilidad y confiabilidad del suministro.

Electrificación de otros sectores: El litio podría ser utilizado en la electrificación de otros sectores, como la industria manufacturera, la agricultura y el transporte público.Estos contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero y su electrificación ayudaría a reducir la huella de carbono.

Almacenamiento portátil de energía: El litio puede emplearse en el desarrollo de baterías portátiles para aplicaciones como dispositivos electrónicos, equipos médicos y sistemas de iluminación en áreas rurales sin acceso a la red eléctrica.

Sí, es posible construir un modelo de movilidad que no dependa del automóvil privado y que respete los derechos de las comunidades locales y los límites ecológicos del planeta. Para lograrlo, se pueden considerar las siguientes estrategias:

Fomento del transporte público: Promover y mejorar el transporte público es fundamental para reducir la dependencia del automóvil privado. Esto implica invertir en infraestructuras y servicios de transporte público eficientes, accesibles y asequibles, como redes de metro, trenes, tranvías y autobuses. Además, es necesario realizar una planificación urbana que priorice la movilidad sostenible, con una distribución adecuada de las paradas y estaciones, y una integración eficiente de diferentes modos de transporte público.

Promoción de la movilidad activa: Fomentar el uso de modos de transporte activos, como caminar y andar en bicicleta, es otra estrategia clave. Para ello, es necesario crear infraestructuras adecuadas, como carriles para bicicletas y aceras seguras, así como implementar políticas que fomenten el uso de la bicicleta y la peatonalización en áreas urbanas. Además, se pueden promover campañas de concienciación sobre los beneficios de la movilidad activa y los riesgos del sedentarismo.

Impulso de la intermodalidad: Facilitar la integración de diferentes modos de transporte es esencial para construir un modelo de movilidad sostenible. Esto implica fomentar la combinación de diferentes medios de transporte en un mismo viaje, como bicicletas compartidas, transporte público y servicios de ridesharing. Para ello, es necesario desarrollar infraestructuras adecuadas, como estaciones de intercambio modal y sistemas de pago integrados, que permitan una transición fluida entre los diferentes modos de transporte.

Promoción del transporte compartido: Fomentar el uso del transporte compartido, como el carpooling y el ridesharing, puede reducir significativamente el número de vehículos en circulación. Esto implica incentivar el uso de aplicaciones y plataformas que faciliten la organización de viajes compartidos, así como implementar políticas que promuevan el uso compartido de vehículos, como la creación de carriles exclusivos para vehículos con varios ocupantes.

Planificación urbana sostenible: Una planificación urbana sostenible es fundamental para reducir la dependencia del automóvil privado. Esto implica diseñar ciudades y comunidades con una densidad adecuada, que fomenten la proximidad entre viviendas, lugares de trabajo, servicios y áreas de recreación. Además, se deben desarrollar infraestructuras peatonales y ciclistas seguras, así como facilitar el acceso al transporte público.

Construyendo un futuro sustentable

Es importante tener en cuenta que la implementación de estas estrategias requerirá de políticas sólidas, inversiones significativas en infraestructura y la participación activa de los diversos actores involucrados, incluyendo gobiernos, empresas y comunidades locales.

Se podría considerar lo siguiente:

Promoción de la investigación y desarrollo: Fomentar la inversión en investigación y desarrollo (I+D) relacionada con el litio y su aplicación en diferentes sectores. Esto incluye apoyar la creación de centros de investigación especializados, incentivar la colaboración entre instituciones académicas y empresas, y establecer programas de financiamiento para proyectos de I+D en el ámbito del litio y la movilidad sostenible.

Impulso de la industria del reciclaje de baterías: Dado que las baterías de litio tienen una vida útil limitada, es fundamental promover el desarrollo de una industria del reciclaje de baterías eficiente y sostenible. Esto implica establecer políticas y regulaciones que promuevan la recolección y el reciclaje adecuado de las baterías de litio, así como incentivar la investigación y el desarrollo de técnicas de reciclaje más avanzadas y rentables.

Desarrollo de cadenas de suministro responsables: Para garantizar una explotación sustentable del litio, es importante promover cadenas de suministro responsables y transparentes. Esto implica establecer estándares de producción y extracción sostenible del litio, asegurar condiciones laborales justas y seguras para los trabajadores de la industria, y evitar la explotación de recursos en áreas sensibles desde el punto de vista ambiental o social.

Educación y concienciación pública: Promover la educación y la concienciación pública sobre el litio y su importancia en la transición hacia la movilidad sostenible. Esto incluye campañas de información dirigidas a la población en general, así como programas educativos específicos en escuelas y universidades para fomentar la comprensión de los beneficios y desafíos asociados con el litio y los vehículos eléctricos.

Cooperación regional: Fomentar la cooperación regional entre los países sudamericanos para aprovechar de manera conjunta el potencial del litio y la movilidad sostenible. Esto implica compartir conocimientos y experiencias, establecer acuerdos de colaboración en investigación y desarrollo, y promover la integración de infraestructuras y servicios de transporte entre los países de la región.

En resumen, construir un modelo de movilidad sostenible requiere de un enfoque integral que promueva el uso del transporte público, la movilidad activa, la intermodalidad, el transporte compartido y una planificación urbana adecuada. Al implementar estas estrategias, se puede reducir la dependencia del automóvil privado y mejorar la calidad de vida de las comunidades locales, al tiempo que se respeta los límites ecológicos del planeta.

 

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