Alineación con Estados Unidos, Israel, Europa y todo el «mundo libre» y sin trato alguno con «dictaduras» son las premisas de la política exterior que desplegará Argentina durante el Gobierno del libertario Javier Milei, quien, pese a sus duras posiciones, ha dado últimamente algunas señales de pragmatismo diplomático.
Rompiendo con una tradición que pone a Brasil, mayor socio comercial de Argentina, como destino del primer viaje al exterior de los presidentes argentinos, Milei optó por volar a Estados Unidos una semana después de su triunfo en la segunda vuelta electoral del 19 de noviembre, toda una declaración de qué prioridades tendrá la nueva Administración en materia de relaciones internacionales.
«Más allá de nuestro alineamiento y afinidad con lo que es el mundo libre, o sea, Estados Unidos, Israel y Europa, no vamos a estar con aquellos que estén en contra de la libertad y de la democracia liberal, con los autócratas y los comunistas. Eso implica un alineamiento muy fuerte en el plano internacional», aseveró Milei a su regreso de Washington, donde se reunió con, entre otros, Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional del Gobierno de Joe Biden.
Previo a ese viaje y apenas concretado su triunfo electoral, Milei ya había mantenido un contacto con Biden y también con el expresidente estadounidense Donald Trump (2017-2021).
Esos primeros intercambios con jefes de Estado y otros altos representantes incluyeron charlas con los presidentes de Ucrania, Volodomir Zelenski -quien podría acudir este 9 de diciembre de 2023 a su investidura, según medios locales-; de Perú, Dina Boluarte, y de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol; y con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, quien estará el domingo en Argentina.
También con el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Cameron, lo que alimenta indicios de cierto giro o al menos un matiz en la política respecto al Reino Unido, marcada históricamente por el conflicto de soberanía sobre las islas Malvinas, que incluyó una guerra en 1982 en la que Argentina fue derrotada.
Además, hubo una conversación telefónica con el papa Francisco, quien le llamó después de que, durante la campaña, Milei se expresara duramente sobre el pontífice argentino. Bergoglio le mandó días después un rosario y el presidente electo aseguró que Francisco será recibido con honores si decide finalmente visitar su país natal.
Otro capítulo sensible de la agenda exterior es Brasil.
Además de la total falta de afinidad ideológica con su presidente, Milei, de estrechos lazos con el exmandatario brasileño Jair Bolsonaro (2019-2023), ha tachado durante la campaña a Luiz Inácio Lula da Silva, un aliado del saliente Gobierno de Alberto Fernández, de «comunista» y aseguró que no se reuniría con él como jefe de Estado.
Tras la victoria de Milei, ha habido señales de ambas partes orientadas a, cuanto menos, no dinamitar todos los puentes entre las dos mayores economías de Suramérica, dos países que, además, supieron labrar lazos de amistad, un robusto comercio y alianza política en foros internacionales, como el G20.
Hasta ahora todo se ha limitado a un saludo de felicitaciones de Lula por redes sociales y una carta de Milei invitándole a la investidura, a la que, no obstante, no asistirá y sí enviará a su canciller, Mauro Vieira, quien se había reunido el 26 de noviembre en Brasilia con quien será la ministra de Exteriores argentina, Diana Mondino, para un primer diálogo en tono positivo.
En una señal de pragmatismo, Milei decidió dejar al peronista Daniel Scioli a cargo de la embajada argentina en Brasilia, un puesto desde donde logró mantener a flote el vínculo bilateral pese a la enemistad manifiesta entre Bolsonaro y Alberto Fernández.
Con China sucedió algo similar. En campaña, Milei rechazó cualquier vínculo con un país «comunista». Tras ser electo presidente, el mandatario chino, Xi Jinping, le felicitó por carta. Y Milei le agradeció públicamente la misiva. Para el domingo, Xi designó a Wu Weihua, vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional, máximo órgano legislativo del país asiático.
«Transpiro pragmatismo», asegura el economista libertario, quien aún así promete mantenerse firme en sus «líneas rojas», aquellas que delimitan el «mundo libre» del que no lo es.
Y en este último están, según el líder libertario, la Cuba de Miguel Díaz-Canel, la Venezuela de Nicolás Maduro y la Nicaragua de Daniel Ortega, a quienes no invitó a su investidura, moviendo al Gobierno nicaragüense a retirar su embajador en Buenos Aires. EFE