La defensa del ecuatoriano Nelson Serrano, el preso más longevo de los corredores de la muerte de Estados Unidos, ha encontrado trece pruebas que espera presentar ante la Justicia para que su cliente sea declarado inocente de un cuádruple asesinato en Florida.
El abogado Óscar Vela anticipó a EFE que la mayor parte de las 13 pruebas tienen que ver con «ocultamientos que realizó la Policía de Florida y los fiscales del caso».
Entre ellas figuran testimonios que acreditaban, por ejemplo, que hubo otras personas en la escena del crimen, la existencia de una tercera arma y pruebas de ADN hechas a un guante de látex encontrado en la escena del crimen.
Los conocidos como crímenes de Bartow ocurrieron en 1997, en una empresa de la que Serrano era socio, y por los que fue condenado en 2006 a cuatro penas de muerte pese a que, según Vela, se demostró en el proceso que se encontraba en Atlanta en ese momento.
¿SICARIOS, NARCOTRÁFICO?
Entre las pruebas halladas figuran testimonios de Robert Fowler, un exconvicto que en cuatro declaraciones dijo que conocía a los sicarios presuntamente contratados por una persona de Nueva York con supuestos vínculos con el narcotráfico y, aparentemente, también relacionada con Frank Doso, uno de los asesinados.
Entre los fallecidos está uno de los socios y dos hijos de otro socio, y por eso se señaló desde el primer momento como sospechoso a Serrano, que era el tercer socio de la empresa, en la que habían tenido problemas por la desaparición de dinero, que llevó al ecuatoriano a entablar un juicio civil.
Vela asegura que entre los documentos hallados hay también un informe policial que menciona disparos de una tercera arma, lo que para el letrado destruye la teoría del caso de la Fiscalía, que sostenía que Serrano disparó simultáneamente con dos armas, algo improbable para Vela pues su defendido no es ambidiestro.
RECURSO RETENIDO
Cuatro años y medio lleva retenido el recurso de resentencia, un procedimiento constitucional que tiene Serrano «por haber tenido una serie de violaciones a los derechos humanos», entre ellas, según su abogado, el haber sido «secuestrado» y sacado ilegalmente de Ecuador para ser llevado a Estados Unidos, donde está encarcelado hace 21 años.
«Esa audiencia de la sentencia es fundamental para que se le confirme la pena de muerte o se la revoque y se le dé una cadena perpetua», explicó al anotar que, tras ello, puede haber un hábeas federal, donde se presenten las trece nuevas pruebas.
Pero por el momento, el caso está «paralizado», dijo Vela al señalar que uno de los fiscales que sacó a Serrano del país también actuó en el juicio, por lo que cree que no les interesa reanudar el proceso, pues les resulta «muy comprometedor».
«Estamos conscientes de que va a llevar años, probablemente, rehacer el caso», dijo al aseverar que, con las pruebas se confirma la inocencia de Serrano, y los episodios de corrupción que rodean al caso.
En ese sentido, opinó que si logran sacar el proceso del estado de Florida, «probablemente cambien las circunstancias» del caso, en el que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) obligó al Gobierno estadounidense a buscar la liberación de Serrano, dado que fue capturado de forma ilegal en Quito.
JAULA PARA PERROS
Tres años después de los asesinatos, Serrano, que fue investigado como sospechoso, pero nunca fue incriminado, se jubiló y regresó a Quito libre de cargo alguno.
De acuerdo a Vela, Serrano fue «secuestrado» en 2002 por «un agente de policía de Estados Unidos, un fiscal de Estados Unidos», y conducido al aeropuerto, donde «se lo encerró en una jaula de perros de control antinarcóticos» para sacarlo al día siguiente en un vuelo comercial a Estados Unidos «sin un sólo documento».
Serrano, de 84 años y que sostiene su inocencia, es el primer ecuatoriano condenado a muerte en Estados Unidos por el asesinato a tiros de George Gonsalves, Diane Russo Patisso, George Patisso y Doso.
Según Vela, Serrano -que usa silla de ruedas por problemas en la cadera- está perdiendo la visión, lo que sería un grave problema también a nivel anímico, pues la lectura de más de mil libros le ha permitido soportar un encierro de más de dos décadas. EFE