Alrededor del 60,39 % de la población de Guatemala fue el domingo (25.06.2023) a las urnas en los comicios presidenciales y parlamentarios. Sandra Torres Casanova (UNE, 15,7 %), y Bernardo Arévalo de León (Semilla, 11,8 %) pasaron a la segunda vuelta que decidirá quién sucede a Alejandro Giammattei, el 20 de agosto.
Fueron unos comicios marcados por la incertidumbre y el pesimismo de la población debido a la corrupción y a la impunidad extendidas en el país. El escepticismo de los guatemaltecos se plasmó en el voto nulo, que fue de un 17%. ¿Un voto castigo a la política establecida? “Yo diría que ese es un voto de desencanto de la sociedad guatemalteca”, dice a DW Otto Argueta, historiador y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Hamburgo. “Lo primero que hay que entender es que ganó el voto nulo. Es muy positivo que muchos depositaran su esperanza en Arévalo. Él se ganó la reputación de ser honrado porque no pactó con ni con los empresarios ni con los grupos corruptos del país”, señala.
“Las elecciones se dieron en un contexto muy complicado, de ataques a la libertad de prensa y de descalificación de candidatos que asomaban en las encuestas como un desafío al statu quo, que se caracteriza por embates al Estado de derecho y corrupción generalizada del poder”, dice Tamara Taraciuk, directora del Programa Peter D. Bell sobre Estado de Derecho en el Diálogo Interamericano, en entrevista con DW.
En este contexto, que Sandra Torres haya llegado a la segunda vuelta era esperable, explica la experta. “La gran sorpresa ha sido que su contrincante sea Bernardo Arévalo de León, quien ha colocado a la anticorrupción como su bandera y no era de los favoritos para la segunda vuelta”, agrega.
Corrupción y persecución de opositores
La desconfianza en la clase política y en la Justicia aumenta en Guatemala debido a la casi inexistente separación de poderes, según observadores. El mandato del presidente en funciones desde 2020, Alejandro Giammattei, está marcado asimismo por la persecución flagrante de opositores, jueces y fiscales, periodistas y defensores de derechos humanos.
“El mensaje claro del electorado -a pesar de los altos niveles de abstención, votos en blanco y votos nulos- es que hay muchos guatemaltecos que están interesados en reencauzar el país y restablecer la democracia, que hoy está en juego”, subraya Tamara Taraciuk.
El Tribunal Constitucional prohibió para estas elecciones generales la participación de tres candidatos: Carlos Pineda Sosa, que encabezaba las encuestas, Thelma Cabrera y Roberto Arzú. Y algunos de los candidatos que participaron eran altamente controvertidos. Por ejemplo, Zury Ríos, la hija del dictador Efraín Ríos Montt, sentenciado por actos de genocidio, cuyo partido reúne a militares de extrema derecha, a empresarios del sector privado y a líderes religiosos. El bloque Cabal, liderado por Edmont Mulet, está también en entredicho. A pesar de su discurso contra la corrupción, Mulet está rodeado de candidatos a alcaldías y al Congreso implicados en “grandes entramados de corrupción”, según el centro de investigación InSight Crime.
Lo mismo sucede con Sandra Torres Casanova, según ese medio. Fue detenida en 2019 por supuesta financiación electoral ilegal y asociación ilícita. Su coalición en el Congreso es tan numerosa que le permite a su bloque “cambiar votos por acceso lucrativo a recursos estatales”. Torres se opone al regreso de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), que luchó contra la corrupción durante una década.
De acuerdo con Otto Argueta, “Sandra Torres fue acusada de todo, y no se le ha podido demostrar nada. Se vinculó con poderes sumamente oscuros del país, y su estilo de gestión es sumamente autoritario. Cuenta con el voto de las zonas rurales por sus programas de combate a la pobreza”. Arévalo de León, por su parte, tiene un discurso moderado y es apoyado por la población urbana, por los jóvenes y por movimientos estudiantiles.
Perspectiva para la segunda vuelta: ¿una luz de esperanza?
En la segunda vuelta electoral “va a depender mucho de la habilidad de Arévalo lograr apoyo para poder remontar ese porcentaje frente a Torres”, pronostica Argueta. Y destaca que Sandra Torres cuenta con una enorme plataforma en los municipios más recónditos del país, así como con importantes recursos financieros para su campaña, mientras que Arévalo no es conocido en el mundo rural. El politólogo e investigador advierte que “el ausentismo en estas elecciones fue del 45 %, eso es un indicador muy importante, y en la segunda vuelta siempre hay más ausentismo que en la primera”.
En cuanto a si los votos ganados por Arévalo dan lugar a la esperanza, Otto Argueta dice que “no cambiará todo porque cambie solo el presidente; el pacto de corrupción está en el Legislativo. La Corte Constitucional está completamente coludida. Aún así, se abren oportunidades, pero va a ser difícil. A diferencia de otros países centroamericanos, en Guatemala no hay una autocracia. Guatemala es un sistema corporativo mafioso donde hay múltiples centros de poder, y en donde los niveles de operación del crimen organizado y la política van desde el más alto nivel hasta la calle”.
Para Tamara Taraciuk, directora de Diálogo Interamericano, “la lucha por combatir la impunidad y la corrupción generalizada en el país es un enorme desafío, y no será fácil. La lucha contra la corrupción, que fue un modelo en Guatemala, y presa de su éxito porque fue desmantelada por quienes hoy ocupan el poder, vuelve hoy a ser una posibilidad. Eso es esperanzador, pero habrá que poner el ojo en cómo sigue el contexto electoral de aquí al 20 de agosto para asegurar que el electorado pueda efectivamente votar libremente”.
Por DW.