Le pasa a la mitad de la población de perros domésticos adultos. Después de tener vidas relativamente sanas, el 50 % de los perros padecen cáncer al llegar a la madurez, y no logran superar la enfermedad. Específicamente, de acuerdo con un estudio publicado recientemente, el fenómeno está presente en razas como Rottweilers y Mastines tibetanos, que demostraron ser más susceptibles a luchar contra la enfermedad.
Sin embargo, no todas las razas de perros son tan propensas como otras para desarrollar cáncer. Mucho tiene que ver, explican los investigadores, con el mestizaje, la edad y el ambiente en el que estos animales de compañía vivan. Esto es lo que sabemos al respecto.
¿De qué depende que mi perro tenga cáncer?
De acuerdo con la Asociación Americana de Hospitales de Animales (AAHA por sus siglas en inglés), la única organización en EEUU especializada en evaluar la medicina veterinaria, los perros son susceptibles a desarrollar los mismos tipos de cáncer que los humanos. Según la institución, «los perros son los únicos animales no-humanos que desarrollan cáncer de próstata».
Sin embargo, parece ser que hay 5 factores determinantes para que los perros desarrollen cáncer al llegar a la vida adulta. Los enlistamos a continuación, sin seguir un orden de importancia:
- Raza: no todas las razas de perros son propensas a desarrollar cáncer. En general, las que menos padecen la enfermedad son los Teckel y los Shih tzu.
- Mestizaje: de manera general, los perros que no son ‘pura sangre’ tienden a ser diagnosticados un año más tarde que aquellos que sí son de raza.
- Tamaño y peso: los perros más voluminosos son diagnosticados más temprano en sus vidas que los más pequeños o esbeltos.
- Sexo: las hembras son más propensas a desarrollar cáncer en algún momento de sus vidas.
- Ambiente: los perros que conviven con fumadores o son expuestos a sustancias tóxicas constantemente son más propensos a padecer algún tipo de cáncer.
De acuerdo con lo investigadores, uno de los métodos de prevención contra el cáncer en perros es la esterilización. Una vida activa, con ejercicio suficiente, sin demasiado estrés y una dieta saludable también obstaculiza que la enfermedad se despierte en algún punto.
Sin embargo, la mejor manera de atacar la enfermedad es una atención médica especializada y oportuna. Por lo cual, visitar al veterinario una vez al año es lo más recomendable. Y, naturalmente, evitar a toda costa la medicación sin consultar a un especialista.
Texto original publicado en National Geographic