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LO MÁS LEÍDO 2022: La generación Z es la generación ‘del Fin del Mundo’

Tiempo de lectura: 5 minutos

 

Los jóvenes de hoy no quieren hijos. Con las actuales generaciones las tasas de natalidad están disminuyendo considerablemente. Carlos Tutivén Román, Docente Investigador de la Universidad Casa Grande analiza este tema.

¿Cuáles son las generaciones que no quieren tener hijos?

Para empezar, hay que establecer que el termino generación o generacional tiene alcances y limitaciones a la hora de explicarnos algunos cambios sociológicos, antropológicos y psicológicos presentes en la sociedad actual.  A veces su delimitación es meramente cronológica, o sociodemográfica, se la establece a partir de los consumos culturales de los denominados jóvenes, o por sus formas de pensar y comportarse. En todo caso, cuando hablamos de generaciones juveniles lo que debe tomarse en cuenta es la “novedad” que introducen sobre un fondo de practicas, mentalidades y valores que ya están relativamente establecidos en una sociedad determinada. Las “culturas juveniles” pueden verse como la materialización simbólica de nuevas tendencias ideológicas y practicas que van surgiendo en los comportamientos sociales.

En este sentido, los llamados millennials y centennials o generación Z, exponen esas tendencias de cambio y transformación social, lo que no necesariamente implica algo positivo o negativo en abstracto, ya que esos cambios también introducen la renovación de los criterios axiológicos desde donde se juzgan esos cambios, o al menos, introducen debates y controversias.

Respecto al deseo de no tener hijos, estas dos generaciones exponen la crisis de los principios heteronormativos y patriarcales que gobernaron casi todo el siglo XX. Lo que antes se consideraba “normal”, hoy está interpelado o cuestionado por estas generaciones, y muchas veces, por buenas razones.

¿Cuáles son sus prioridades?

Estas generaciones y en especial la generación Z se la puede identificar como la generación “del fin del mundo”. Con la expresión “fin del mundo” nos referimos a que en estos jóvenes hay una acentuada percepción de que el mundo de sus padres, de los mayores, está terminado para ellos, que no va más. Y esto lo podemos observar cuando identificamos las causas a las que adhieren, las conductas y movimientos sociales que siguen, o los mensajes que viralizan en sus redes.

Por ejemplo, al ser la generación de la digitalidad inmersiva y expansiva, saben perfectamente los males que aquejan a la globalización, como son la sobrepoblación mundial, el fracaso de los ideales políticos, las crisis ambiental y alimentaria, la inseguridad financiera, y la corrupción generalizada a nivel moral.

A nivel psicológico padecen con más intensidad la incertidumbre sobre el futuro, la inestabilidad laboral -aunque ya desde los milennians se veía el trabajo clásico como una forma de opresión-, y los ataques de pánico y las preguntas por la identidad de género.

¿Por qué rechazan la paternidad y todo lo que ello engloba?, ¿cuáles son las razones?

Si tomamos en cuenta estos contextos sociológicos, no podemos sorprendernos que cuando se subjetivaban estas realidades no deseen tener hijos, pues a demás de que la paternidad es costosa, requiere de sacrificios personales que ya no están dispuestos a sobrellevar, sea por que la subjetividad juvenil no se reconoce preparada, o porque no está entre sus prioridades, más centradas en las satisfacciones inmediatas, rápidas pero efímeras, o del presente, como viajar, estudiar en otros países, gozar de sus relaciones de amistad o de amor con poco compromisos. En definitiva, no sentirse atados, porque sienten que el futuro es hoy, y no un proyecto como nos enseñaron a nosotros.

Esta tendencia a no querer hijos es más fuerte en qué generación: millennials o la Z

Aparentemente es más pronunciada en la generación Z, aunque esta tendencia viene creciendo desde la generación anterior. La generación Z es la generación de lo apocalíptico, han visto miles de horas de películas sobre el fin del mundo, de noticias sobre el calentamiento global y las catástrofes ambientales y las crisis financieras, como de la violencia política y criminal. En este sentido, tampoco sorprende que vean el futuro con pocas convicciones positivas, tal vez, la excepción sería la confianza exagerada que tienen en las tecnologías en todas sus vertientes, desde las tecnologías digitales de la comunicación social hasta las transhumanistas que buscan cambiar la naturaleza humana, robots y ciborgs incluidos.

¿Por qué sorprende que una mujer priorice su formación académica o su trabajo por encima de tener una familia?

El “valor” de tener una familia pertenece al paradigma patriarcal, a partir del cual la familia se definía como la “célula de la sociedad”, concepción respaldada desde la educación por la iglesia católica. En este paradigma las mujeres tienen unos roles bien definidos -como la maternidad y la debida obediencia-, lo que conllevaba una visión de la feminidad sometida al principio de la Pater Familias. También hay que reconocer que estos roles tradicionales y las subjetividades que les corresponde, como la normatividad heterosexual, están en crisis en los jóvenes que se consideran bisexuales, o de un género en tránsito, lo que complica la identificación con esa maternidad tradicional.

Para quienes aún se rigen por estos principios -dominante aún en américa latina-, sorprende e indigna que una mujer no dese tener hijos o que prefiera sus estudios a la formación de una familia. Hay que tener claro, sin embargo, que estas maneras de pensar no están extendidas en toda la población juvenil, ni que no tenga fuerte oposición entre los jóvenes mismos.

El Papa Francisco habló del egoísmo y se mostró contrariado: “Algunos no quieren tener hijos, en su lugar, tienen perros y gatos”. ¿Qué tan positiva o negativa puede llegar a ser esta afirmación?

El Papa representa -en el campo religioso- al viejo paradigma, por eso se llama “Papa”, un padre que se remonta a Moisés y a Pedro el fundador de la Iglesia. Aunque Francisco reconoció la necesidad de “modernizar” la iglesia para que esté a tono con los tiempos presentes, en algunas cosas no puede ceder, sin desnaturalizar el dogma. Pero los tiempos que corren son hiperseculares y una muestra de ello es que estamos en la época de la soltería y de la desmitificación de algunos mitos, o para decirlo más suave, de algunos valores de corte ideológicos, como el de creer que toda mujer se realiza en la maternidad, o de que tener hijos acercará y afianzará la pareja conyugal o la acercará al matrimonio de no estar casada. Los Z creen todo lo contrario. Discuten el principio del “instinto materno”, pues lo viven como un mandato del patriarcado, y es una de las tesis y posturas mas presentes en el feminismo actual.

Por otro lado, es de tomar en cuenta que las relaciones amorosas entre los jóvenes actuales están condicionadas por una idea de libertad muy individualista y hedonista, con pocos recursos psíquicos a favor de la tolerancia, la paciencia, y el compromiso sostenido. Tal vez, es en este sentido que el Papa acusa de egoístas a las personas que se niegan a tener hijos y, en cambio, prefieren a las mascotas. He oído que en Argentina hay una palabra con la que señalan la relación con las mascotas, por ejemplo, “perrijos”, pues en tiempos de soledades, y de rupturas o crisis de los vínculos humanos, los animales domésticos cumplen el papel de compañía, y es en ellos donde se transfieren o proyectan los sentimientos de amor, confianza, seguridad, compañía, y al parecer, estas realidades sociológicas no son tomadas en cuenta. Los jóvenes de la generación Z, a demás, están expuestos a los modelos mediáticos que muestran que es posible ser feliz sin hijos, o incluso en soltería.

Por último, diría que otra lectura posible de esta voluntad o decisión de no tener hijos, o tenerlos mas tarde, y que representan una irreverencia positiva respecto a este valor, es que con esto se está pensando en el planeta, en el mundo del porvenir. ¿Para qué traer bebés a un mundo sobre poblado, hambriento, enfermo (recordemos que la pandemia del Covid-19 se transformará en una endemia) y violento?  ¿que sufrirá catástrofes ambientales y sus recursos estarán más escasos? ¿No será esta postura una postura ética?

¿Cuáles son los países más afectados por la baja tasa de natalidad y cuáles serían las consecuencias a largo plazo?

Los países europeos, especialmente los del norte. Existe incluso países como el Reino Unido, Francia o Japón donde hay Ministerios de la Soledad en los cuales se atiende el aislamiento de las personas debido a varios factores, entre los cuales está la de no pertenecer a familias, ya sea porque han desaparecido, o porque no se decidió tener una. A esto debemos añadir una baja en la tasa de fertilidad en los hombres que se atribuye a las condiciones ambientales, la alimentación, y a patologías psicológicas como la depresión.

Como consecuencias estarán los problemas de envejecimiento poblacional, y la decrepitud senil, sobre todo, en países híper desarrollados. Aunque esto es muy poco probable en América latina, pues esta ideología es más de clases medias educadas que de los sectores populares.

 

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