Para muchos es la eterna asignatura pendiente, aprender idiomas, tener la capacidad para expresarnos medianamente bien en una lengua extranjera. A veces, por el mero gusto de hacerlo, otras por necesidad frente a un cambio de lugar de residencia o un viaje; y muchas, porque se nos presenta como la llave del éxito profesional, admitámoslo, a esta altura, ¿quién no habla al menos un perfecto inglés? Este tipo de premisas son capaces de sembrar un mar de inseguridades en el cerebro de aquel que jamás fue capaz de aprobar, ni de apuntarse a una escuela de idiomas, o instalarse una app en el móvil.
Entonces aparece la ansiedad y esta le añade un nuevo obstáculo al proceso de aprendizaje, originando problemas de concentración, memoria e incluso, un desbordamiento de las emociones. El caldo de cultivo está listo, surgen los bloqueos, un sentimiento de inferioridad al no sentirnos capaces de avanzar en nuestros propósito, provocando un rechazo total hacia cualquier lengua.
Pero, ¿y si el problema no fueras tú?, tal vez las técnicas convencionales de aprendizaje no son las que necesitas, tal vez existe otra manera de conectar con los idiomas, una donde se potencien habilidades personales como la seguridad y la autoconfianza, así como la inteligencia emocional.
DOPAMINA, MOTIVACIÓN Y APRENDIZAJE
Resulta que la dopamina, ese neurotransmisor asociado al placer, también juega un papel fundamental en la capacidad humana para pensar y planificar. Es la que nos impulsa, la que nos hace esforzarnos para conseguir las metas que nos proponemos, convirtiéndose en un modulador esencial en el proceso del aprendizaje y la motivación. Dicho de otro modo, es complicado que aprendamos o nos comprometamos con algo que no nos seduce.
Gracias a este descubrimiento de la neurociencia, están proliferando nuevos métodos de aprendizaje en donde tienen en cuenta al individuo desde un punto de vista humano y proponen alternativas más lúdicas e integrativas.
“No aprendemos idiomas –o cualquier otra cosa– porque nos enseñan desde el no, corrigiendonos constantemente y señalando todos nuestros errores. Entonces tenemos miedo a equivocarnos, a que se burlen de nosotros, a que nos juzguen, y en lugar de autorizarnos a decirlo más o menos, a equivocarnos incluso, nos bloqueamos. Tenemos miedo a fracasar y entonces generamos excusas, motivos externos para ni siquiera intentarlo”, explica William Menez, creador de The Shortcut Method, un politólogo que aprendió, a base de mucha frustración, que su misión es hacer que el aprendizaje de idiomas sea rápido, simple y efectivo.
Mi método se basa en aprender un idioma, no como un adulto, sino como un niño. Aprender un idioma consiste en poder crear ideas, imágenes, frases… y esa parte creativa se hace con el hemisferio derecho. Un idioma no se memoriza, para mí el error es empezar a aprender gramática, palabras e intentar retenerlas, porque a la hora de hablar no somos capaces de recordar todo esto y nos estresamos”.
En la misma líne está la propuesta de Twenix: “nuestra estrategia siempre ha sido ser parte de la solución a un problema que se plantea día a día para muchos profesionales; creamos Twenix para romper con la cultura del error, ese miedo a fallar que evita que podamos mejorar en tantas cosas”, explica Jorge Moreno, CEO y fundador de la empresa.
Lo hacen reestructurando el sistema tradicional y basándose en el microlearning y los pilares “personalized, simple and fun”, a través de profesores certificados de todo el mundo, los usuarios pueden acceder a más de 200 microcursos sobre diferentes temáticas profesionales para practicar durante 26 minutos de conversación, con reservas ágiles y flexibles disponibles las 24 horas del día, que se adaptan al ritmo de aprendizaje de cada persona.
ANSIEDAD LINGÜÍSTICA
Inés Ruiz, directora de la escuela online ELEInternacional, es otro ejemplo de cómo el aprendizaje de un idioma puede, y debe, ser distinto. “La ansiedad lingüística es un factor emocional negativo que surge al usar un idioma extranjero y puede afectar tanto el aprendizaje como el rendimiento. Crea un sentimiento de vulnerabilidad al tener que hablar/utilizar una lengua que no es la nativa y puede influir también en los niveles de autoestima y motivación”.
Inés apunta a que cuando hablamos en otro idioma experimentamos este tipo de ansiedad porque tenemos que expresarnos delante de otros, y podemos sentirnos vulnerables al no estar empleando todo nuestro potencial comunicativo. “Aparece cuando la persona se siente estresada, ya sea porque tiene miedo a cometer errores, o le da vergüenza expresarse en esa segunda lengua extranjera que aún no domina”, y añade, “este es un problema que se da cuando hay un entorno (escolar, laboral o en casa) en el que no se desarrollan habilidades personales, como afianzar el sentimiento de seguridad y autoconfianza.
William coincide con esta visión y sabe que el miedo a fracasar, a hacer el ridículo, o a sentirnos juzgados, nos lleva a desarrollar excusas para no concretarlo. “Conozco muchos empresarios que no aprenden idiomas porque dicen que no tienen tiempo, y es verdad, no tienen tiempo. A nadie le gusta aceptar que tiene miedo, es más fácil encontrar un motivo externo contra el que no podemos hacer nada y así la culpa la tiene ese factor”.
SIN IDIOMAS Y CON UNA BAJA AUTOESTIMA
Inés explica que estos bloqueos a la hora de aprender idiomas, repercuten en la parte emocional, creando un rechazo hacia el aprendizaje de esa lengua por el miedo a la exposición; en la parte cognitiva, puesto que la ansiedad afecta a la metacognición, que es como regulamos el proceso de aprendizaje, siendo un obstáculo para poder afianzar la información. “La ansiedad añade una barrera a este proceso y puede afectar a áreas del cerebro como la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal, originando problemas para concentrarse, controlar las emociones y recordar la información que se está aprendiendo”.
“En ELEInternacional enseñamos a nuestros profesores a utilizar dinámicas afectivas en clase para crear un sentimiento de seguridad. De esta forma, aumentamos la calidad de interacción con empatía, mejorando el grado de implicación y el nivel de confianza individual y fomentando la autoestima”. Ruíz también explica que, “además, trabajamos la inteligencia emocional, ya que ayuda a los estudiantes a enfrentarse a los retos en la vida de forma positiva y a reducir y evitar sentimientos negativos o de frustración, así como a relacionarse en distintas situaciones sociales”.
CONSEJOS PARA REDUCIR LA ANSIEDAD LINGÜÍSTICA
Inés ofrece algunas claves para que las personas que sufren esta ansiedad lingüística, encuentren la manera de normalizar la lengua en su día a día. “Si por ejemplo escuchan pódcasts de camino al trabajo o les gusta cocinar y probar nuevas recetas, podrían intentar hacerlo en el idioma que están estudiando. Pueden ver películas o series con subtítulos e imitar el acento y las expresiones nuevas. Así como con sus canciones favoritas, pueden ver en Youtube el vídeo con la letra para cantar a modo karaoke y practicar la pronunciación”.
Para conseguir transmitir el amor por un idioma, Inés se apoya en otras disciplinas. “Por ejemplo, la neuroeducación aporta una visión actual de forma que seamos capaces de mejorar los métodos de enseñanza y, como resultado, dar una mayor calidad educativa. Es decir, si nosotros sabemos de qué forma aprenden nuestros alumnos, podremos adaptar el contenido con el fin de que el aprendizaje sea más experiencial y significativo para ellos”.
También utiliza el mindfulness y la meditación como un entrenamiento de la atención y una forma de reducir el estrés o la ansiedad, favoreciendo el proceso de aprendizaje. “Estas técnicas no solo ayudan de forma directa a los procesos atencionales, sino que además mejoran los factores que pueden ser perjudiciales, como el pensamiento disperso, la regulación emocional, los tiempos de reacción o la ansiedad, concluye la directora de ELEInternacional.
Texto original publicado en Revista VOGUE España