Alrededor de las 13:00 de Ecuador (19:00 de Londres), el avión con el féretro de la reina Isabel II aterriza en Londres procedente de Escocia, donde la monarca falleció el pasado 8 de septiembre.
El féretro viajó en una aeronave, en que los restos fueron acompañados por la princesa Ana, la segunda hija de la fallecida soberana.
En la pista se rinden honores a quien fuera reina durante 70 años.
El féretro con los restos de la reina Isabel II, fallecida con 96 años, partió desde el aeropuerto de Edimburgo, en Escocia, hacia Londres, donde mañana miércoles se instalará una capilla ardiente en el palacio de Westminster.
El ataúd salió esta tarde en una procesión fúnebre de la catedral de St Giles, donde más de 33.000 personas han presentado sus respetos a la monarca desde el lunes, para ser transportado en un avión militar, acompañado por su hija la princesa Ana, a la base aérea de Northolt, al oeste de Londres.
La partida de los restos de Isabel II de Escocia pone fin a la denominada Operación Unicornio, el plan diseñado en el caso de que la soberana británica muriera en la nación británica, como ocurrió el pasado jueves. La reina falleció en el castillo de Balmoral, residencia donde solía pasar los veranos.
“Durante estos últimos días, hemos visto cuánto significaba Su Majestad para los escoceses”, declaró la ministra principal de Escocia, la nacionalista Nicola Sturgeon.
La princesa Ana, por su parte, resaltó en un comunicado el “honor y el privilegio” que representa para ella acompañar a su madre “en sus últimos viajes”.
Al palacio de Buckingham
El féretro de Isabel II reposará esta noche en una sala del palacio de Buckingham, donde miembros de la familia real y empleados de la Corona podrán darle su último adiós antes de la procesión del miércoles que la llevará a las Casas del Parlamento.
Entre mañana y el próximo lunes, cuando se cerrará la capilla ardiente y se oficiará el funeral de Estado, se espera que unas 400.000 personas presenten sus respetos a la que ha sido soberana del Reino Unido las últimas siete décadas.
La cola para acceder al palacio de Westminster, que estará abierto al público día y noche, alcanzará previsiblemente varios kilómetros en la ribera sur del río Támesis a su paso por el centro de la capital británica.