¿Es posible educar en igualdad? Desde la pedagogía, la educación, los estudios de género y la psicología nos advierten de que la construcción de género se produce a edades muy tempranas y que lo que los y las menores ven en forma de inofensivos dibujos animados y/o cuentos infantiles graban estereotipos peligrosos y muy difíciles de neutralizar en el futuro. María Gijón Sánchez, la emprendedora conocida en Instagram como María Oui Oui, lleva años estudiando estas cuestiones. Agente de Igualdad y experta en género, María acaba de publicar Cuentos para educar sin estereotipos (Penguin Libros), que está orientado para cualquier persona que haya cumplido ya los cuatro años. Sobre la posibilidad de acabar con el sesgo en la educación, la autora se reconoce bastante realista: “Acabar con los estereotipos al 100% es imposible porque, como personas, las madres, los padres y el resto de la familia hemos crecido y sido educados con estereotipos. Tenemos muchos sesgos inconscientes, lo importante es ser consciente de ello, sin culpa y tener ganas de deconstruirnos, de preguntarnos si la forma en que estamos actuando (a la hora de comprar ropa, juguetes, elegir los deportes o en nuestra forma de hablar o hacer un comentario) está influida por un estereotipo y si es así, analizarlo, hablarlo y actuar en consecuencia”, explica para Vogue Business.
Es importante intentar desarmar (o al menos intentarlo) esa programación que parece que llevamos de serie si queremos que en el futuro haya más mujeres líderes o, sencillamente, mayor presencia femenina en sectores que se consideran tradicionalmente masculinos, como las gratificantes y bien retribuidas carreras STEM, donde a ellas les faltan referentes. ¿Y por qué les faltan? La respuesta está en la infancia. “Los estereotipos de género son la base de las desigualdades entre mujeres y hombres”, explica Gijón Sánchez.
Los ejemplos que perpetúan estos estereotipos están por todas partes y, a la vez, nos resultan invisibles de lo acostumbrados que estamos a ellos. “En el sector infantil vemos cada vez más productos polarizados en los colores rosa y azul, atribuyendo unos atributos al rosa (femenino, delicado, la pasividad, dedicado a los cuidados, a la estética…) y otros al azul (o a colores fuertes como la fuerza, la actividad, la valentía, el juego en los espacios abiertos y la inteligencia)”, nos cuenta la experta, que asegura además que “las figuras masculinas se destinan a los juegos de acción y las femeninas, a los juegos de cuidado (veterinaria, guardería…) o estéticos (peluquería, moda…)”.
“Ahora mismo puedes encontrar champús, lociones de piojos, mascarillas, pañales, bicis, aroma para el coche, cepillos de dientes, calculadoras, patinetes, esponjas, cuentos, cámaras de fotos y hasta bolsas de chuches para niñas o para niños”, asegura María. “Y esta distinción no viene sólo por el color, que también, sino que se acompaña de figuras femeninas o masculinas y de elementos tradicionalmente asociados a uno de los dos sexos”. Estos elementos son a veces delirantes: “Si te fijas, en los dibujos animados y en muchos juguetes, los personajes masculinos no tienen pestañas ¿por qué? Sin pestañas nos quemaríamos los ojos, pero resulta que es una forma más de diferenciar lo masculino de lo femenino. Nos dimos cuenta porque muchas niñas y niños los dibujaban así y al preguntarles nos derivaron a los dibujos animados”.
Todos estos detalles pueden parecer simples curiosidades anecdóticas, pero en realidad esconden algo más siniestro. “Parece una nimiedad, pero si desde bebés les compramos todo diferente, les hablamos distinto (hay estudios que demuestran que tanto madres como padres hablamos de forma más suave a las niñas) y utilizamos unos adjetivos para ellas y otros para ellos, estaremos contribuyendo a la creencia de que las mujeres somos débiles y los hombres son fuertes o que las mujeres valemos más para las tareas de cuidado”, reflexiona María.
¿Las buenas noticias? “Las niñas y los niños no nacen con estereotipos, se los creamos nosotros como familia y sociedad, por lo que es importante adelantarnos en la medida de lo posible e ir mostrando ejemplos contrarios, a través de cuentos, de dibujos animados, de películas o de deportes, mostrar ejemplos que rompan con los estereotipos. Por ejemplo, conducir, en la mayoría de los casos, cuando está la madre y el padre, quién conduce es el padre: no estaría mal que vean que la madre también conduce aunque estén ambos. Lo mismo con las tareas domésticas (se puede intentar cambiar los roles tradicionales que se estén dando en casa, como el bricolaje o la limpieza) o el deporte (visibilizar que somos fuertes y activas como ejemplo para nuestras hijas pero también para nuestros hijos). También es positivo que la figura masculina de referencia muestre sus emociones, hable de sentimientos, y los transmita a su hijo es fundamental para formar niños con nuevas masculinidades”.
Texto original publicado en Revista VOGUE