El último informe del IPCC asegura que aún estamos a tiempo de limitar el aumento de temperatura a 1,5 ºC a finales de siglo si se toman medidas inmediatas, incluyendo alcanzar el pico de emisiones en 2025, dejar de usar carbón para 2050 y reducir el uso del petróleo y del gas un 60% y un 70% respectivamente.
“Es ahora o nunca”. Los científicos del IPCC, el grupo intergubernamental de expertos en cambio climático vinculados a la ONU, creen que aún es posible contener el aumento de la temperatura a 1,5 ºC a finales de siglo [respecto a la que había al inicio de la era industrial], pero la adopción de medidas debe ser “inmediata” y “significativa”. “Tenemos las herramientas y el conocimiento necesario para limitar el calentamiento”, ha asegurado el jefe del IPCC, Hoesung Lee, que este lunes ha presentado la tercera y última parte de su Sexto Gran Informe de Evaluación, el mayor análisis sobre cambio climático que sirve además como documento de trabajo para los políticos durante las negociaciones climáticas.
“Algunos gobiernos y líderes empresariales dicen una cosa pero hacen otra. Por decirlo llanamente, mienten. Y los resultados serán catastróficos”, ha declarado el secretario general de la ONU, António Guterres, en un mensaje difundido a través de un vídeo, durante la presentación de la última entrega del informe.
Ha sido la última parte y también la que más objeciones ha suscitado, pues se centra en las medidas de mitigación que hay que adoptar para combatir el cambio climático, principalmente la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El texto elaborado por los científicos del IPCC a partir de una exhaustiva revisión de las investigaciones disponibles desde 2014, cuando se publicó el Quinto Informe de Evaluación, se aprueba tras dos intensas semanas de trabajo en las que ha tenido que consensuarse con representantes de los casi 200 países que participan en las cumbres climáticas. Las negociaciones han sido arduas y se han prolongado hasta la noche del domingo, obligando a posponer varias horas la publicación de esta tercera parte del Sexto Informe. La primera parte, centrada en la ciencia del cambio climático, se publicó el 9 agosto de 2021 mientras que la segunda abordó los impactos y se lanzó el pasado 28 de febrero.
Para lograr el objetivo de los 1,5 ºC, el mundo debe alcanzar su pico de emisiones de gases de efecto invernadero en 2025 y recortarlas un 43% para 2030 (un tercio en el caso del metano). Si conseguimos la neutralidad de carbono (o emisiones cero) en 2050, la temperatura subiría sólo 1,5 ºC a finales de siglo. Si esperamos a 2070, aumentaría hasta los 2 ºC, según el informe. El objetivo alcanzado en el Acuerdo de París fue hacer todo lo posible para que no suba más de 2 ºC (ya ha aumentado 1,1 ºC) aunque, según ha quedado de manifiesto en la última Cumbre del Clima de la ONU, celebrada en Glasgow, los compromisos actuales de los países son insuficientes para limitarlo a 1,5 ºC.
A esto se añade la guerra en Ucrania. Con el planeta sumido en una crisis energética y con los países buscando alternativas a los combustibles fósiles que compran a Rusia, los científicos del IPCC recuerdan que “limitar el calentamiento global requiere grandes transiciones en el sector energético, incluyendo una reducción sustancial en el uso de combustibles fósiles, una electrificación generalizada, la mejora de la eficiencia energética y el uso de combustibles alternativos como el hidrógeno”. Recuerdan, asimismo, que “desde 2010, los costes de la energía solar y eólica y de las baterías se ha reducido hasta un 85%”.
Según los cálculos de los científicos, para no superar los 1,5 ºC en 2050, habrá que dejar de usar carbón para ese año, mientras que el uso del petróleo tendrá que reducirse un 60% y el de gas, un 70%. Incluso si hacemos esto, advierten los autores, es casi inevitable que temporalmente excedamos esa temperatura, pero podríamos conseguir bajarla a final de siglo.
Priyadarshi Shukla, codirector del grupo de trabajo III del IPCC, considera que “la puesta en marcha de las políticas, infraestructuras y tecnologías adecuadas para facilitar cambios en nuestros estilos de vida y nuestro comportamiento, se podría traducir en una reducción de gases de efecto invernadero de entre un 40 y un 70% para 2050” que, además, “mejoraría nuestra salud y nuestro bienestar”.
Como explica a EL MUNDO Xavier Labandeira, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo y uno de los investigadores españoles que ha participado en esta entrega, “se trata de un informe amplísimo porque no solo cubre un campo inmenso sino que también lo hace desde diversas perspectivas (económica, ingenieril, ciencia política, etc.)”.
Aunque advierte que es complicado resumir su contenido en pocas ideas, considera que de la evaluación del conocimiento científico generado durante los últimos años pueden extraerse varios mensajes relevantes: “El primero, que comenzamos a ver efectos positivos de las acciones contra el cambio climático llevadas a cabo por algunos países o sectores. El segundo es que podríamos hacer mucho más: de aplicar las opciones disponibles para la mitigación podríamos reducir sustancialmente las emisiones en 2030 a costes asumibles. El tercero es que nuestro margen de maniobra para alcanzar los objetivos marcados por el Acuerdo de París, en particular mantener la temperatura por debajo de 1,5ºC, es muy pequeño. Ese objetivo estará fuera de nuestro alcance a no ser que introduzcamos medidas de reducción de emisiones de forma inmediata y en todos los sectores de actividad y regiones”, resume Labandeira, que ha sido revisor editor del capítulo 13, dedicado a políticas e instituciones climáticas nacionales y subnacionales.
“Estamos en un cruce de caminos. Las decisiones que tomemos ahora pueden asegurar un futuro en el que podamos vivir”, ha señalado Hoesung Lee, que asegura sentirse “animado por las acciones climáticas emprendidas en muchos países”. Son políticas, regulaciones e instrumentos de mercado que han demostrado ser efectivos, según Lee: “Si se amplía y se extiende su uso, pueden ayudar a reduccir emisiones de forma significativa y a estimular la innovación”.
Entre las actuaciones concretas que se mencionan en el informe destaca el potencial de las ciudades y otras zonas urbanas para reducir emisiones logrando ciudades más compactas en las que los ciudadanos puedan ir caminando, electrificar el transporte, en combinación con fuentes de energía bajas en emisiones.
Usar materiales de forma más eficiente, reutilizarlos, reciclar productos y minimizar los residuos figuran entre las medidas para reducir emisiones en la industria, responsable de un cuarto de las emisiones mundiales. El IPCC reconoce que para un sector así lograr emisiones cero será un reto y requerirá nuevos procesos de producción, conseguir electricidad generada con bajas emisiones, hidrógeno y si es necesario, capturar y almacenar carbono.
LAS EMISIONES SIGUEN CRECIENDO
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) antropogénicas, es decir, generadas por las actividades humanas, han seguido creciendo durante el periodo 2010-2019, con un aumento en todos los sectores económicos principales, según el informe del IPCC. La media anual ha sido más alta entre 2010 y 2019 que en la década precedente, aunque la tasa de crecimiento ha sido más baja. Las emisiones antropogénicas incluyen CO2 procedente de la quema de combustibles fósiles y procesos industriales; CO2 procedente del uso de la tierra, como el sector agrícola, ganadero, cambios en el uso de la tierra o actividades forestales; y emisiones de otros gases de efecto invernadero: metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y gases fluorados (HFCs; PFCs, SF6, NF3). Si nos fijamos en la cantidad de emisiones acumuladas desde 1850, cuando empezó la actividad industrial, América del Norte, Europa, Australia, Japón y Nueva Zelanda han emitido el 43% de las emisiones registradas históricamente pese a que en estas regiones sólo vive el 22% de la población mundial. Africa y el sureste asiático, con el 61% de los habitantes del planeta, son responsables del 11% de las emisiones.
Texto original publicado en El Mundo