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¿No te concentras en el trabajo?

Tiempo de lectura: 3 minutos

 

¿Te cuesta concentrarte en el trabajo? Tranquila, le pasa a todo el mundo en mayor o menor medida. La incapacidad de fijar nuestra atención en lo que deseamos es una característica del ser humano, y se ha extendido todavía más en nuestros días a causa de las nuevas tecnologías y, más concretamente, por las redes sociales. Incluso aunque no estés consultando Instagram y/o Whatsapp a cada minuto (que probablemente lo estés, no estamos aquí para juzgar), tu mente sigue volando sola encontrando distracciones en cualquier pensamiento o acontecimiento que se cruce por tu radar. A nuestra natural falta de concentración se suman otros problemas. Por ejemplo, a menudo, aunque estés haciendo lo que sabes que deberías (si estás en el trabajo, trabajando), puedes acabar enfrascada en tareas tediosas y repetitivas que te alejan de toda posibilidad de ser productiva y, mucho menos, creativa. Si añadimos que posiblemte tu espacio de trabajo tampoco favorece la concentración y que hasta la música que escuchas podría no ser la más indicada, es fácil llegar a la conclusión de que evitar el presentismo tóxico exige una voluntad titánica. La buena noticia es que no necesariamente. Estas estrategias han demostrado que son capaces de hacer que tu mente se centre en lo que deseas. Elige la que mejor funcione para ti.

Resta en lugar de añadir

Según demostró una investigación publicada por Nature, cuando se nos pide que ayudemos a solucionar algo o que demos nuestra opinión sobre un proyecto, nuestra tendencia es “añadir” algo. Es un sesgo cognictivo que nos hace creer que corregir es siempre aumentar. Puedes intentar entrenar tu mente para que reste. Por ejemplo, cuando estás examinando todo lo que tienes que hacer, posiblemente lo más sensato sea quitar tareas o complicaciones que añadir nuevas minitareas que supuestamente mejorarían una macrotarea. En resumen, piensa en si el problema al que te enfrentas mejoraría haciéndolo más sencillo en lugar de intentando “corregirlo”. Quizá te sorprendas.

Mira vídeos de cachorros

Un estudio publicado en otra revista científica, Plos One, revelaba que las personas que habían estado unos minutos visionando fotos y vídeos de cachorros y de bebés realizaban después su trabajo con mayor atención y cuidado que aquellos que no. Si ya sabes que Instagram te da ansiedad y que ver a unos cachorros jugando te pone de buen humor y te ayuda a trabajar mejor, la elección debería estar clara.

Ponte un horario para divagar

Suena absurdo, lo sabemos, pero el hecho es que los psicólogos han comprobado que una gran parte de nuestro tiempo despiertos lo pasamos fantaseando (cerca de un 47% de nuestro tiempo según un estudio de Harvard). Ya que va a suceder igualmente, Paul Seli, el profesor de Harvard que condujo ese estudio, propone que dejemos tiempo en nuestra agenda para permitir que la mente salga a pasear. El investigador distingue entre divagaciones accidentales e intencionales: las primeras son las que no nos ayudan a terminar las tareas, pero saber encauzar las segundas puede tener increíbles efectos en nuestra concentración.

Tu propio pomodoro

¿Conoces la técnica pomodoro? Es un sistema recomendado en muchas escuelas de negocio que establece el tiempo de concentración seguido de tiempos de descanso. Si te resulta demasiado “estructurado” (debes apuntar tus objetivos, parar de trabajar cuando pasen 25 minutos, anotar resultados…) simplemente adáptalo a tu ritmo. Usa una app, pon una alarma (de móvil, de cocina o lo que desees) o usa reloj de arena. Dedícate en ese lapso a la parte más tediosa de tu trabajo (responder correos, llamar a clientes, preparar presupuestos…) y dedica después ese tiempo exacto a algo que te brinde alegría, como buscar vuelos o mirar vídeos de bebés. Según un estudio, estas pausas con algo de diversión aumentan exponencialmente nuestra capacidad de concentración. De hecho, se ha cuantificado la cantidad de trabajo sacado adelante por quienes toman estos respiros cerebrales y se ha descubierto que su volumen de tareas finalizadas supera a quienes no hacen descansos. Y, por si fuera poco, muchos usuarios de estas técnicas que incluyen varias micropausas descubren que, al engañar a su mente haciéndole creer que trabajar es un juego contrarreloj, esta acaba pidiendo más tiempo para hacer las tareas solo por superarse a sí misma.

Texto original publicado en la Revista VOGUE

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