No todo el mundo quiere dirigir equipos o tener puestos de dirección o liderazgo. Sin embargo –y más en 2022– decir ‘no’ a un ascenso no siempre es fácil. La sensación de estar cerrándose una puerta está ahí y el sentimiento de culpa e, incluso, fracaso por no aceptar una promoción laboral, también. Para evitar sentimientos de inseguridad y culpabilidad –y errores que puedan pasar factura a la trayectoría dentro de la compañía– es importante, tal y como nos explica la coach Amagoia Eizaguirre, fundadora de la empresa Habituatea, hacer una trabajo de autoanálisis.
“Es necesario analizar si es una decisión que tomamos por coherencia con nosotros mismos o por el miedo. En caso de que sea por miedo a no ser suficientes, habría que trabajar la autoestima y autoconfianza en nosotros mismos. A veces nos limitamos porque creemos que no somos lo suficientemente buenos para adquirir un nuevo rol en la empresa. Si ese es el caso, habría que mirar atrás todos los logros y superaciones que hemos ido adquiriendo no solo en la empresa, sino en la vida, y trabajar las creencias limitantes”, cuenta Eizaguirre.
“Como decía Henry Ford, ‘tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto’. Por otro lado, si es una decisión que tomamos con plena conciencia, siendo coherentes con nuestros principales valores y analizando lo bueno como lo malo de un ascenso, es una de las mejores decisiones que podemos tomar. Se trata de ser honestos con nosotros mismos, respetarnos y ser las personas que lideramos nuestra vida. Demuestra una autoconfianza, coherencia y claridad en las prioridades de la vida”, explica la experta.
LA IMPORTANCIA DE SER COHERENTE
Una vez hecho ese análisis –en ocasiones creemos que decimos ‘no’ por motivos personales y la falta de confianza o el miedo pueden ser la verdadera causa–, es importante ser coherentes con la decisión tomada. Así nos lo explica la psicóloga Patricia López, CEO de Psicontigo y autora de un podcast sobre salud mental en Podimo.
“Lo importante en estas situaciones es saber hacia dónde me quiero dirigir y ser consecuente y coherente con lo que hago y digo. Si uno no quiere asumir un puesto de dirección debe ser consecuente con su elección. Por ejemplo, si quiero mantener un equilibrio en mis áreas personales y escojo tener un puesto de dirección que me implica llegar a casa a las doce de la noche… eso ya está desequilibrando mi parte más personal y, por ende, va en contraposición a lo que yo quiero”.
¿Y SI NO SE QUIERE SALIR DE LA ZONA DE CONFORT?
Mucho se ha hablado y más en tiempos de crisis de la necesidad de salir de nuestra zona de confort para superarse y asumir nuevos retos. Pero puede que no todo el mundo quiera salir de ella. Y eso no tiene por qué ser negativo. “Es negativo no salir de nuestra zona de confort si no salgo por miedo, por inseguridad. De la misma manera que es negativo salir si salgo por el qué dirán, lo que se espera de mí…”, explica Patricia López.
ASCENSO Y VIDA PERSONAL
Querer renunciar a un ascenso por una decisión personal tampoco tiene que ser negativo. Así lo explica Ceciia Mansilla, instructora de la plataforma de cursos online Udemy y experta en liderazgo y desarrollo personal. “Es una decisión personal y profesional. Hace unos años resultaba difícil de comprender lo que llevaba a una persona a tomar esta decisión. Pero hoy en día ya entendemos que una persona no solo trabaja, sino que también tiene una vida personal y social más allá del trabajo”.
“Quizás le pueda interesar el puesto, pero se encuentra en una situación personal importante en la que necesita enfocarse, y asumir un nuevo rol profesional quizás no sea la mejor idea. Las razones pueden ser muy variadas, pero lo importante es no asignarles juicios personales que hacemos desde nuestras creencias y propios sesgos. Además, no aceptar un ascenso laboral no significa quedarse en la zona de confort. Y mucho menos en la era de la transformación digital, en la que las cosas/tecnologías/herramientas/procesos se transforman de forma constante y súper acelerada”, explica Mansilla.
ESTAR EN LA ZONA DE CONFORT (SIN ESTANCARSE)
Para Eizaguirre, querer mantenerse en la zona de confort no es “ni positivo ni negativo”. Todo depende del momento y de cómo nos mantengamos en ella. “Normalmente al inicio de cualquier nuevo trabajo todos pasamos por momentos de incomodidad y a medida que pasa el tiempo nos vamos acomodando desarrollando nuestras fortalezas. Es muy bueno estar en cierta zona de confort siempre que podamos desarrollar nuestro potencial al máximo como personas y profesionales. En el momento que veamos que nos hemos estancado y que el valor que aportamos no es suficiente, ahí sí que deberemos de actuar para salir de esa zona de confort que empieza a perjudicarnos”, explica la experta.
Y añade: “Si queremos resultados diferentes, tendremos que hacer cosas diferentes. No obstante, si estamos contentos con los resultados, no hace falta que cambiemos nada más que mejorar si es posible lo que ya estamos haciendo”.
¿CÓMO DECIR ‘NO’ A UN ASCENSO LABORAL?
Una vez analizados los motivos por los que no queremos aceptar ese puesto de liderazgo –y siempre y cuando no se tome la decisión desde el miedo o las inseguridades– es importante poner en práctica ciertas recomendaciones para que esa negativa sea entendida por la empresa.
Es importante saber decir no y saber justificarlo. Así lo explica Patricia López: “Si decidimos que no queremos aceptar la oportunidad laboral que se nos presenta debemos dar una explicación justificada y coherente ya que, muchas veces, damos explicaciones como para salir del paso. Lo importante es una justificación real y tomar decisiones y exponerlas en base a: lo que hago o lo que tengo, es lo que deseo”.
”La mejor estrategia siempre es la transparencia”, explica Cecilia Mansilla. ”Seguramente haya una razón por la que no se quiera asumir un nuevo rol en la organización. No todas las personas cuentan con las habilidades ni con el interés necesario para guiar a otras personas en su trabajo y ser responsables no sólo de sus propios resultados, sino también de los resultados de los demás. En este sentido, la justificación o la razón para no aceptar ese ascenso laboral es muy sencilla: ‘Me desenfoca de mi meta profesional’”.
“El hecho de explicar la causa va a reducir potenciales conflictos, ya que vamos a dejar muy claro la razón por la que no creemos conveniente aceptar esta nueva oportunidad. Existe una razón en nosotros que nos lleva a no querer aceptar el nuevo puesto: bien porque no queremos asumir nuevas responsabilidades que seguramente conlleven horas adicionales de trabajo, bien porque nos desenfoca de nuestra meta profesional o porque simplemente disfrutamos mucho de lo que hacemos y queremos seguir especializándonos para hacerlo cada vez mejor. Lo importante es reconocer esa razón que nos hace no querer asumir ese nuevo rol y comunicarlo de una forma clara, transparente y muy directa”, completa la instructora.
La sinceridad y honestidad son necesarias a la hora de afrontar la conversación. “Primero debemos hablar con nuestro jefe, agradecerle la oportunidad y argumentarle la decisión. En la argumentación podemos incluir mensajes indicando que consideramos que todavía tenemos mucho que aportar, que estamos motivados y algunos ejemplos de objetivos que queremos llevar a cabo. Con esto mostramos entusiasmo y compromiso con la empresa”, explica Eizaguirre.
También es necesario “agradecer la oportunidad y celebrarla también nosotros mismos como un logro. Es realmente increíble que nos consideren para un nuevo puesto, significa que vieron potencial en nosotros y es algo de lo cual realmente debemos estar orgullosos. Ahora, este reconocimiento no nos fuerza a aceptar posiciones que no queramos”, puntualiza Mansilla.
Y la clave: no cerrar puertas de cara al futuro. “Como seres humanos que somos, nuestra situación y valores irán cambiando a lo largo de la vida. Para no cerrar puertas podemos indicar que aunque consideremos que aún tenemos mucho que aportar, en cuanto veamos que ya hemos aportado lo máximo de nosotros mismos estaremos encantados de explorar nuevas oportunidades dentro de la compañía”, concluye Amagoia Eizaguirre.
Texto original publicado en la Revista VOGUE