Han transcurrido casi tres meses desde que el Municipio levantara la suspensión de las licencias de funcionamiento para bares y discotecas, con un plan piloto. En La Ronda y La Mariscal apuestan a que este último mes del 2021 salve el año.
Son las 19:15 del jueves 2 de diciembre. La tradicional calle Morales, mejor conocida como La Ronda, en el Centro Histórico, está encendida. Hay locales abiertos, música desde altoparlantes y voceadores que invitan a cada visitante a ingresar a uno de los locales que han sobrevivido.
Uno de ellos es Jorge Juca, quien en compañía de su novia y dos amigos más pasea por La Ronda en busca de un lugar para tomar y comer algo. Dice que esta noche, a propósito de las fiestas de Quito, decidió recorrer un lugar tradicional.
Los cuatro optan tomar un canelazo en uno de los locales. Todos tienen las dos dosis en contra del covid-19. Juca dice que eso les da más seguridad para retomar actividades nocturnas, que hasta hace poco aún tenían restricción.
Por la Morales circulan grandes y pequeños. Todos usan mascarilla y al ingreso de cada local encuentran gel desinfectante. En negocios como el de Ramiro Torres, presidente de la Asociación de Emprendedores Turísticos de La Ronda, una de sus áreas está cerrada para respetar el 50% de aforo permitido por la Secretaría de Salud.
Torres dice que desde hace dos meses las visitas se incrementaron. Cree que el alto porcentaje de vacunación tuvo mucho que ver, así como la reapertura de bares y discotecas.
Durante seis meses, al inicio de la pandemia, los locales estuvieron completamente cerrados. Después abrieron poco a poco. Torres comenta que de los 100 emprendimientos del sector, un poco más de 40 sobrevivieron. Ahora, en La Ronda, el ambiente por las Fiestas de Quito lo llena todo y es su mayor apuesta de este año.
La Mariscal, otro punto que ha sufrido por las restricciones derivadas de la pandemia, también intenta reactivarse. Los fines de semana, en la zona de la Plaza Foch, el movimiento se incrementa cada vez más.
A las 20:05 del jueves pasado, en la calle Calama, entre Juan León Mera y Reina Victoria, los cerca de 10 negocios, sobre todo discotecas, están abiertos. A esa hora, la afluencia de gente todavía no es mucha.
Jennifer Chávez llega con un grupo de amigas. “Hoy no hay mucha gente. Pero los viernes y sábados ya se ve mayor movimiento”, cuenta. La Calama, meses atrás, era la evidencia de la crisis del sector. Sus locales permanecían cerrados, muchos de ellos con letreros de ‘se arrienda’ y con su infraestructura deteriorada.
Los datos de la Administración Zonal La Mariscal muestran la afectación. Hasta diciembre de 2019, en esa zona se registraban 524 restaurantes, 63 cafeterías, 109 bares y 50 discotecas.
Entre enero de 2020 y diciembre de 2021, el número de restaurantes bajó a 407, los bares a 44 y las discotecas a 26. Solo el número de cafeterías se incrementó a 73, según datos que comparte Amparo Córdova, administradora de La Mariscal.
Entre los dueños de los locales, las expectativas aún no son las mejores. Elio Serrano, propietario de una discoteca, cuenta que puede recibir a 100 clientes. Antes de la pandemia atendía a 600 personas.
Considera que la gente está saliendo cada vez más, pero evita La Mariscal. Los constantes operativos del Municipio, el descuido del espacio público y problemas como la inseguridad y la venta de droga son parte de los problemas, según el empresario.
Córdova mencionó que sí hay un plan para reactivar la zona y entre las primeras actividades hay una variada programación por fiestas de Quito. Esta semana empezó la propuesta Jazz en la Calle.
El plan de reactivación fue aprobado por la Secretaría de Salud. El 15 de octubre pasado concluyó y esa entidad se tomó más de un mes para emitir el informe final.
Francisco Viteri, secretario de Salud, dijo que se analizó el cumplimiento de los locales que fueron parte del piloto, los cuales superaron los 200, y el 26 de noviembre pasado se tomó una decisión.
Con base en la información epidemiológica de ese momento, el Municipio resolvió que ya no era necesario continuar con un plan piloto y se autorizó que los centros de entretenimiento nocturno reabrieran sus puertas.
Con la aparición de la variante Ómicron, el Municipio mantiene la alerta en amarillo. Con esto, los aforos para los bares y discotecas seguirán en 50%. Además, es obligatorio el uso de mascarilla y presentar el carné de vacunación.