El último debate entre los candidatos a la Presidencia de la República, Andrés Arauz Guillermo Lasso, dejó en evidencia a los ecuatorianos que los dos están conscientes sobre la necesidad de reactivar la economía del país. La diferencia está en el cómo.
Mientras Guillermo Lasso propuso un modelo diferente al que se viene aplicando en los últimos 14 años, la visión de Andrés Arauz fue que la reactivación será posible por intermedio del fortalecimiento del Estado y la inyección de dinero público en la economía. En otras palabras, aumentar el gasto para que la gente tenga dinero en los bolsillos, los famosos $20 que desarrugó en la pantalla.
La primera impresión que dejó el debate es que uno de los dos candidatos tiene muy clara la película frente a lo que se debe hacer para reactivar el país, un modelo con rostro social que no apunta a dilapidar los dineros de los ecuatorianos.
La otra propuesta es de corte estatista porque el candidato aseguró que el empleado público número uno viene a ser el Presidente. En algún momento lo dijo y eso da luces sobre hacia dónde apunta en el tema del modelo económico y del control de las funciones del Estado.
Lo preocupante, sin embargo, es que si bien mucha gente vio el debate no todos estuvieron conectados. Porque una cosa es lo entendido por quien siguió el debate y otra la de quien le cuentan lo que sucedió en el debate. Y depende de quién cuenta la historia.
Si bien los dos candidatos están de acuerdo en la necesidad de la reactivación productiva, no quedó claro cuál es el papel que va a jugar la empresa privada en ese proceso ni el escenario legislativo, clave para procesar leyes, dónde están cinco partidos y ninguno sin mayoría absoluta.
Las buenas ideas que los candidatos puedan tener deben ser canalizadas por intermedio de la nueva Asamblea que va a comenzar a gobernar con quien resulte elegido.
Y tampoco quedó claro cómo van a atraer la inversión extranjera directa qué necesita el país para sostener la dolarización. Es decir, cómo ofrecer la seguridad jurídica a las nuevas inversiones que lleguen al país, algo que pasa también por el ámbito legislativo.
Las dos visiones de modelo qué se ofrece al país están claras. Por un lado está un modelo estatista que cree resolverá los problemas del país, los más urgentes relacionados con la crisis sanitaria y paralización de la economía.
Ese modelo, sin embargo, no aterriza en la realidad porque Ecuador debe abrirse al mundo, el único camino para atraer inversión extranjera directa y fortalecer las exportaciones, porque el saldo de la balanza comercial es uno de los puntales para mantener el actual sistema monetario.
La otra propuesta, la de Guillermo Lasso, es mucho más sólida en esa dirección.
Un tema muy ligado al aspecto económico es el de la vacunación contra el Covid-19 y eso fue abordado muy superficialmente por los dos candidatos; ninguno aclaró, por ejemplo, cómo acelerar el proceso de inmunización, tal vez con la vacunación por rangos de edad antes que un engorroso proceso para entrar en la lista de quienes deben vacunarse.
En resumen, en el debate ninguno de los candidatos ofreció luces claras sobre estos temas, tal vez por el formato del debate. Fueron como cinco preguntas en medio de una pregunta más general. Es decir, no se logró entender cuál fue la interrogante de fondo.
El tema impositivo, sobre todo el del Impuesto a la Salida de Divisas, también estuvo ausente, pese a que es una de las causas de la grave recesión económica que vive el país. Al igual que el de la seguridad jurídica el papel que debe cumplir la Función Judicial qué debería ser totalmente independiente.
No se ahondó en esos temas, ni en el de la corrupción, porque nunca se habló sobre cómo recuperar lo robado. Hubo luces sobre cómo identificar los focos de corrupción, pero no se habló de un mecanismo para recuperar los dineros públicos desviados por actos de corrupción.
En el fondo no hubo un debate sobre cuál es el modelo de desarrollo económico que necesita el país. No se profundizó en la importancia de la agricultura en ese nuevo modelo económico al que pudiera derivar el Ecuador. Fueron temas alejados de la agenda de los dos candidatos.
Para quienes vieron el debate solo quedó en la retina el Andrés no mientas otra vez o el ataque al banquero. Al final del día, al ecuatoriano solo le quedó una frase.