En una sociedad acelerada como la nuestra, el minimalismo en todas sus versiones gana terreno, también en el aspecto emocional. Convertir el “menos es más” en leitmotiv no es nuevo en el terreno de la psicología, pero sí es más justo y necesario que nunca ponerlo en relieve. Uno de los caminos más populares para lograrlo es practicar la “higienización mental”. “El minimalismo psicológico hace referencia a la tendencia a simplificar nuestro estilo de vida. Desde el aspecto emocional, tratando de afrontar los sentimientos tal y como son, es decir, desde la aceptación. También, desde el plano cognitivo, intentado soltar el exceso de información y datos a los que estamos expuestos y tender a pensamientos centrados en el presente”, afirma la psicóloga Laura Palomares, de Avance Psicólogos.
La experta insiste en la importancia de gestionar esas cargas del día a día que nos generan un exceso de autoexigencia y que derivan, inevitablemente, en estrés y ansiedad. Se trata de “soltar lastre” y dejar de ponérnoslo difícil con pensamientos negativos. De simplificar lo que genera malestar y puede hacerse insoportable.
“Continuamente estamos recibiendo millones de estímulos y experimentando múltiples situaciones que pueden ir de muy leves a graves y de positivas a negativas. Desde que nos levantamos, nos empiezan a pasar cosas y, sin darnos cuenta, en la búsqueda de explicaciones, vamos haciendo valoraciones negativas de esos hechos. Todos estos pensamientos destructivos cobran más fuerza y opacan lo bueno que nos pasa. Acumulamos experiencias, tanto cotidianas como históricas a nivel vital, que pueden generar preocupaciones o incluso traumas, en el peor de los casos”, explica Adela Berrozpe, docente del grado en Psicología de la Universitad Internacional de Catalunya, en Barcelona, y profesional de la clínica universitaria de psicología y psiquiatría Support.
La vida está cargada de contratiempos inevitables, pero la manera en que se afrontan puede ayudar a aliviar y minimizar ciertas cargas mentales, a veces autoimpuestas. “Siempre tenemos la posibilidad de hacer diferentes valoraciones y visiones de un mismo hecho. De la misma forma que elaboramos un drama, podemos construir otra realidad que nos reconforte más”, añade Berrozpe.
Esta tendencia minimalista en el plano mental tiene una clara correlación con el espectro material. Cuando se simplifica la vida y se aprende a vivir con lo necesario –Marie Kondo es una auténtica experta en este sentido– también se está haciendo un regalo al bienestar emocional. “Es aprender a vivir con lo esencial, alejándonos de la exageración, el exceso y la ostentación, ya que cuando tenemos muchas cosas a nuestro alrededor generamos estrés y ansiedad al querer tener más cosas, mantenerlas o incluso aparentar tenerlas. Vivimos en un mundo muy tecnológico en el que el ”postureo” es uno de los principales valores, pero también una fuente de constante insatisfacción personal. Todo lo innecesario que no utilizamos nos genera dificultades y ocupaciones, nos resta libertad y, sobre todo, ocupa tiempo superfluo de nuestra vida”, apunta José Elías, psicólogo y experto en risoterapia.
En este proceso de limpieza mental es crucial aprender a disfrutar del presente sin adelantarse al futuro ni arrepentirse por el pasado. “Hay dos días en la vida en los que no se puede hacer nada: ayer y mañana. La anticipación negativa es incompatible con el minimalismo psicológico. Practicarlo es vivir en el aquí y ahora, trabajando en proyectos, luchando por conseguir nuestros sueños y viviendo plenamente todo lo que nos ofrece el presente. Recordando el pasado con una narrativa constructiva y proyectándonos en el futuro con optimismo realista, entendiendo su incerteza con humildad, pero haciéndonos capaces de construir”, afirma Adela Berrozpe. He aquí otro de los mantras del minimalismo emocional que tanto se escucha y tanto se pasa por alto: vivir de forma consciente cada momento, apreciando las cosas buenas y sencillas del día a día sin acumular en la mente emociones y pensamientos desagradables cuya solución no está en nuestras manos. Palomares lo define como “hiperactividad irracional por tenerlo todo hecho. De lo que se trata es de atender las cosas de una en una, sin querer abarcarlo todo de inmediato para generar un ritmo adecuado y no bloquearnos”.
Sin embargo, practicar el minimalismo psicólogo va más allá de todos estos procesos internos, ya que también depende de las relaciones sociales que se mantienen. Es necesario cultivarlas, cuidarlas y pasar tiempo con los seres queridos, pero también lo es ser conscientes de la calidad de todas ellas para evitar comportamientos tóxicos que nos distancien de nuestro objetivo: simplificar nuestra vida para lograr el equilibrio. De ahí que escuchar, ser asertivo y poder expresar con naturalidad los sentimientos (agradables y desagradables) sea otro de los caminos para gozar de relaciones sanas y disfrutar de lo que de verdad importa. “El presente es lo único que tenemos. Se trata de buscar la tranquilidad disfrutando de lo esencial de nuestra vida: ni mucho, ni poco, solo lo fundamental”, concluye Elías.
OBJETIVO: VIVIR SIN RESIDUOS PSÍQUICOS
Los pensamientos negativos y las emociones desagradables nos cargan a nivel emocional y generan lo que Adela Berrozpe llama “montañas de residuos psíquicos que necesitamos eliminar para seguir avanzando”. Se derivan de la forma en la que procesamos nuestras emociones, y modificar el hábito pasa por identificar y separar los hechos que nos generan preocupación y valorar después cuáles de ellos son importantes en el aspecto vital y cuáles son racionalmente insignificantes, teniendo en cuenta necesidades básicas como familia, amor y salud. En este proceso de reciclaje es necesario ser conscientes de nuestro poder mental para poner en cuarentena las emociones que no son adecuadas. “Cada preocupación que tenemos es única, nos genera diferentes emociones y tiene soluciones distintas. Tenemos que desechar lo que no nos construye en positivo, los malos pensamientos, las preocupaciones banales, los problemas que no están en nuestras manos”, explica Berrozpe. Porque despojarse de los residuos psíquicos y del desorden mental que provoca mezclar emociones también ayuda a alcanzar el equilibrio.
Texto original publicado en la Revista VOGUE