“Fue lo mejor que le pudo pasar a Facebook”.
Así es como la economista, socióloga y profesora emérita en la Harvard Business School Shoshana Zuboff describe para BBC Mundo el apagón global que sufrió la compañía de Mark Zuckerberg este lunes.
Facebook y su “familia” de aplicaciones (Messenger, Instagram y Whatsapp) se desconectaron por completo durante casi seis horas.
La interrupción masiva -que generó pérdidas millonarias y afectó a 3.500 millones de usuarios- ocurrió en medio de un escrutinio a la plataforma tras la filtración de documentos internos que señalan que la red social “daña a los niños y debilita la democracia”, según dijo ante el Senado de EE.UU. Frances Haugen, la exempleada que los hizo públicos.
“El día después de que todo el mundo quisiera cerrar Facebook, Facebook se cayó”, dice Zuboff, quien lleva años investigando los efectos de la digitalización en la sociedad.
“La caída es un recordatorio de nuestra enorme dependencia hacia Facebook, pero puede ser buena para la empresa por la reacción refleja que se produce cuando dependes de algo y te lo quitan de repente: luchas por conservarlo”.
Facebook explicó que la falla se debió a un “cambio de configuración”. Zuboff se muestra escéptica: “Quién sabe si alguna vez llegaremos a saber por qué o cómo pasó”, opina la investigadora estadounidense.
En su libro The Age of Surveillance Capitalism (“La era del capitalismo de la vigilancia”, 2019) -y en el documental de Netflix “El dilema de las redes sociales” (2020)- Zuboff expone la estructura económica que considera que alimenta a Facebook: experiencias humanas transformadas en datos que predicen comportamientos.
El principal problema es que ese sistema, que impera en nuestra sociedad, nos priva del derecho fundamental de poseer nuestros propios datos, explica.
La investigadora y educadora del London College of Communication (Londres, Reino Unido), Zoetanya Sujon, autora de The Social Media Age (“La era de las redes sociales”, 2021), cree que el apagón puso de relieve lo profundamente integrado que está Facebook en nuestras vidas.
“Facebook se ha convertido en una especie de ‘nevera’: es importante en nuestro hogar y en nuestras vidas, pero no pensamos en ello”, le dice a BBC Mundo.
“Los jóvenes dicen que ya no les interesa Facebook, pero a menudo pasan por alto que también incluye Messenger, Instagram y WhatsApp, además de los servicios para registrarse en sitios web. Y miles de negocios dependen de Facebook, lo cual refleja su poder como una gran empresa de plataformas tecnológicas”, añade.
“Interactuamos en infraestructuras comerciales gigantes con fines de lucro. Eso tiene consecuencias visibles e invisibles en nuestra sociedad”.
Una de ellas, dice Shoshana Zuboff, es el capitalismo de la vigilancia.
“Un nuevo orden económico”
“Facebook opera de acuerdo a los imperativos económicos, los mecanismos establecidos, los protocolos fabricados y las exigencias de mercado del capitalismo de la vigilancia”, le explica Zuboff a BBC Mundo.
Se trata, según la economista, de una estructura de mercantilización de datos personales en la que lo más valioso son los comportamientos humanos, vigilados constantemente para extraer información.
Algunos especialistas lo consideran una nueva etapa del capitalismo; Zuboff lo establece como un modelo económico aparte.
Dentro de este sistema, las empresas GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) -y sus homólogas en el hemisferio oriental, BATX (Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi), añade Zoetanya Sujon- desempeñan un papel clave.
“Todas estas grandes empresas invierten en tecnología para desarrollar la infraestructura de internet. Están en lo más alto de la red y contribuyen al sistema circular que refuerza su poder”, cuenta Sujon.
“Los actores más pequeños tienen que atravesar esa estructura para acceder a la web, fortaleciendo el control de las grandes empresas, de manera que su poder está continuamente perpetuado”.
Shoshanna Zuboff insiste en la importancia de no limitar la narrativa sobre esta lógica económica a Facebook o incluso a los gigantes tecnológicos.
“El problema es que se informa sobre este tema como si fuera ‘un problema de Facebook’. Facebook es un escandaloso, osado y reprensible ejemplo de un nuevo orden económico global”, señala Zuboff.
“Este orden económico fue implementado por Google, que fue la primera empresa de Silicon Valley en descifrar el código para monetizar rápidamente los datos hace 20 años, y luego migró a Facebook”, explica la economista.
“Pero el capitalismo de la vigilancia no abarca solo a Facebook ni al sector tecnológico. Esta lógica económica se está institucionalizando en todos los sectores, desde empresas de seguros e inmobiliarias, hasta sistemas educativos, sanitarios y agrícolas, por poner algunos ejemplos”.
Colonialismo de datos
La estructura de poder del capitalismo de la vigilancia, que según Zuboff comenzó a establecerse en 2001, se fundamenta en el llamado “colonialismo de datos”.
Así como en la época colonial los imperios conquistaban pueblos enteros, apropiándose del territorio y de los recursos naturales, el colonialismo de datos se apropia de información extraída de comportamientos humanos.
“Lo que vemos es que las vidas humanas se han convertido en un recurso natural para la extracción de datos”, explica Sujon.
“Google y Facebook son compañías que generan más ingresos que muchos países y se fundamentan principalmente en la expansión, por eso se les llama ‘imperios de la nube’ o ‘imperios de plataformas'”, agrega la académica.
Las investigadoras señalan que el lenguaje que se usa para esa transacción es importante, porque impide que los usuarios comprendan realmente para qué las empresas usan sus datos.
Porque esa extracción de datos, explican, se hace de manera sigilosa y hasta engañosa.
Zuboff lo compara con la conquista española y con cómo los textos eran escritos y leídos en español a nativos de las tierras “conquistadas” que no hablaban el idioma. Esa falta de claridad da lugar a la llamada “paradoja de la privacidad”.
“Decimos: ‘¡La privacidad es importante!… pero voy a hacer clic para aceptar los términos y condiciones y regalar mi privacidad’. Es una situación engañosa, porque el lenguaje de los términos y condiciones de privacidad es difícil de comprender. Por eso no coincide lo que las empresas dicen que hacen con lo que la gente generalmente piensa que hacen con sus datos”, resume Zoetanya Sujon.
“Los datos vienen vinculados a derechos de autor y términos de propiedad para que las empresas puedan poseerlos, extraerlos, usarlos y compartirlos“.
Pero entonces… ¿por qué lo permitimos?
“La pregunta de si estamos haciendo lo suficiente para proteger nuestros datos frente a estos imperios de las plataformas no es la más adecuada. Es como preguntar por qué somos atropellados por un auto si no hay normas de circulación”, dice Sujon.
“Estamos en una etapa en la que desconectarse del sistema no es posible para la gran mayoría, y eso es algo que también ha puesto de relieve la caída de Facebook”, dice la investigadora.
“Tiene que haber una regulación que ponga límites al poder de los imperios tecnológicos, así como se puso límites en su día al capitalismo monopolista. Es posible hacerlo, pero va a ser muy difícil porque apenas estamos comenzando a plantear cómo regularlo.
“Mientras tanto, es importante que seamos conscientes de lo que está pasando, que prestemos atención a estos imperios de las plataformas y que reflexionemos sobre el poder que están acaparando”. Shosana Zuboff también cree que hacen falta nuevas leyes y es optimista al respecto.
“La institucionalización del capitalismo de la vigilancia a nivel global afecta a todo lo que hacemos. Han pasado dos décadas desde que se estableció el capitalismo de la vigilancia.
“Durante todo este tiempo, las empresas han logrado sumirnos en la ignorancia. Perolos tiempos están cambiando. Las declaraciones de la exempleada de Facebook Frances Haugen son un ejemplo de ello”, reflexiona la académica.
“Es hora de que haya una contrarrevolución democrática. Todo lo que necesitamos son leyes que amparen nuestro derecho a ser dueños de nuestros datos”.
BBC Mundo