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Antonio Aguirre, de la irrupción a la elección

Tiempo de lectura: 5 minutos

“Todos somos iguales en que somos diferentes y no complementarios”

De mis notas del Seminario de Antonio Aguirre del 2010

 

Momento de agradecer y la irrupción en lo social

Este es el momento de agradecer. En primer lugar a la Universidad Católica, porque homenajeó a Antonio Aguirre Fuentes en vida. Recuerdo el brindis del 2013 al pie del mural construido por el aniversario 50 de su alma máter. Muro donde retumbaban frases de sus profesionales que irrumpieron en lo social. Antonio Aguirre fue uno de ellos, seguramente hay algunos otros homenajeados entonces, aquí conectados.

La Universidad Católica acogió la enseñanza de Antonio Aguirre cual espacio suplementario, -no sujeto a la evaluación ni a un programa prestablecido-, aún después de que él decidiera jubilarse y estar más presente en la Escuela. Fue su apuesta y quien diría: ¡cuánto llegaríamos a valorar la presencia, su presencia!

Su Seminario se apoyó en el CIEDD y el CID, -me atrevería a decir que en el Vicerrectorado Académico-, una vez que debimos salir de la Universidad de Guayaquil por motivos opacos/ orgánicos/ inhóspitos, haciendo una entusiasta parada previa en Casa Grande. Recuerdo que en ese momento trabajábamos las estéticas de la Nueva Carne, en el Seminario que dio como producto “La Vida en el Fondo”, uno de los textos más bellos de Antonio. Desde el inicio del Seminario: Carlos Tutivén, Tina Zerega, Héctor Chiriboga, Cecilia y Patricia Ballén, Fabián Mosquera… Siempre estudiantes, docentes, analizantes, practicantes.

Luego, fue el psicoanálisis aplicado nuestra labor y los conversatorios de la FAPOL. Últimamente recordamos uno en la Católica sobre el Populismo (2019), donde participaron Antonio, Juan Tibanlombo, Marena Briones y Santiago Roldós[i].

Personalmente, le agradezco a la Universidad Católica haberme hecho retomar la lectura de los textos de Antonio. Antonio, que me dictó las  invitaciones y resúmenes de su Seminario… También practicó con soltura el modo epistolar al estilo de la República de las Letras. Sin embargo, su enunciación era lo que gobernaba la escena. Es extraño estar en un conversatorio sobre “Psicoanálisis y Democracia” sin Antonio, pero aquí estamos convocados en su nombre.

Democracia (x) Singularidad

Es por esta amable invitación de la Universidad Católica junto con la NEL, que me fijé en la equis-entre-paréntesis que Antonio notariza en el entremedio de “Democracia” – “singularidad”. Texto que compartí con los miembros de este formidable panel. Esa equis no es un “o” ni un “y”, no es el losange del fantasma que las haría corresponder… Será un enigma, un misterio a resolver.

Antonio escribe este texto en el 2012, aunque el seminario fue dictado a lo largo del 2010; y aunque está cargado de la subjetividad y las urgencias del momento: no se apura, es riguroso y nos ofrece ir de Tocqueville a Lacan. Antonio no retrocede ante lo imposible de gobernar, sino que se adentra analítico, a partir de los obstáculos y las pasiones.

De Tocqueville apunta lo irreversible: un mundo de la nobleza cerrado, uno donde no van más los linajes ni los títulos (nobiliarios, no los académicos); mientras, la vía del dinero, está abierta a cualquiera. En esa vía, la pasión por la igualdad es refractaria incluso a los “grandes talentos” y la persecución incesante por el bienestar ocasiona desasosiego y síntomas.

Antonio asume a Tocqueville -siguiendo a Aguilar- cual aristócrata democrático, un liberal de un nuevo tipo; a lo que cabe decir que Lacan se autodefinió como un liberal, moderado, y Antonio también. Quizás Antonio, más bien: un liberal in-moderado. Pero no neoliberal. No izquierdista, no revolucionario: no quiero decir que no lo intentó. Incluso Freud intentó hipnotizar. En fin, como todos, o como cualquiera, buscó alejarse de su más propio sumiéndose en un grupo. Un grupo distinto al de Balseca, por ejemplo.

Una “equis” a su medida, del cualquiera al amor inédito

Una vez que arribó al psicoanálisis para apuntar mejor, para apuntar mejor la mirilla a esa “equis”, Antonio encontró fundamental la libertad de prensa, la libertad de asociación y fue spinozista al enlazar la dignidad al derecho natural a defenderse y ser libre. Esto por el 2012, luego captó un dejo spinozista en las multitudes de Hardt y Negri, en Deleuze… Y puso en cuestión, una libertad que rechaza el inconsciente, que se desabona del amor. Un amor inédito haría condescender su propio goce mortífero en un deseo encausado, al hallar una “equis” a su medida.

Antonio en su Seminario buscó oponer las “minorías críticas” al “despotismo de la mayoría”, pensaba en jueces, abogados, gente de letras… Esto lo llevó a un Said que aspira que el intelectual no se profesionalice, que se mantenga cual amateur, que rehúse convertirse en un intelectual orgánico, un obediente o un propagandista del poder. Aún resuena la exclamación que Antonio nos hizo llegar: “¡No se organicen!”. Nos queda a nosotros una cuestión, ¿se trata de ser siempre un analista amateur? Y sí, recordemos a Freud: escuchar al paciente como si fuera la primera vez, poniendo en suspenso todo saber.

Le llega el turno a Rancière, El odio a la democracia, y corresponde retroceder a los griegos: la democracia es la acción política de cualquiera, pues para Rancière: los profesionales son los profesionales del poder. Allí, con el desacuerdo de fondo, -para Lacan será la ausencia de relación sexual-, la acción democrática surge en los vacíos del entramado policíaco-estatal o crea espacios suplementarios. La democracia no es ni el estado ni el mercado, no es la “mesa servida” sino una mesa precaria y breve. Aquí, la democracia no se diferencia del inconsciente: es discontinua, pulsátil, productora de singularidades y encuentros irrepetibles.

Finalmente, Antonio sigue a J.-A. Miller, quien a su vez retoma a Musil para decir: el hombre-sin-atributos es hoy el ciudadano tipo. Sin embargo, el para-todos de la democracia, de la mayoría estadística, de la norma y de las listas e inventarios (a lo Perec en Lo Infraordinario), encuentra un pero, en tanto que: la vida misma es una anomalía. Entonces al analista le compete, éticamente, apuntar a la diferencia absoluta, a una singularidad, que -al decir de Antonio Aguirre- está hecha con el anudamiento de goce, malentendido y escena.

 

La “equis” de Antonio, un gerrero aplicado a lo frágil

Antonio Aguirre nos legó sus Notas de una minoría absoluta, que él supo encarnar. Fue un cualquiera que se volvió alguien, parafraseando a Lacan cuando se refiere al más-uno del cartel. Pero Antonio en este seminario, por otra parte y quizás en consecuencia, se pregunta si los analistas, junto a los intelectuales no orgánicos, reviven algo de una aristocracia democrática, híbrida tocquevillana. Él se posiciona desde una ética del bien-decir, tomando como testigo al Otro de lo social; es decir, sin dejarse seducir ni seduciendo para “ser” consejero del príncipe.

La equis de Antonio marca que más allá de las condiciones modernas colectivas productoras del psicoanálisis: monoteísmo, ciencia, democracia, mercado… Lo que se escribe entre democracia y singularidad, es la elección. No hay El acuerdo por el progreso sino un acto decidido de un sujeto animado por un deseo “equis”; a ratos, Antonio destacó que podía ser clandestino, impublicable. Allí, en ese entremedio, en esa “equis” se escribe un giro, una ruptura, un acontecer, una salida a la repetición.

Una figura de Lacan que le gustaba retomar a Antonio era la hojita en el río, la que es incluso mejor que el atractor de Lorenz, el que a su vez superaba con creces al famoso péndulo que iba de la seguridad a la libertad, predeciblemente…

Ante la fragilidad de la hojita en el río, la única inserción que le interesaba a Antonio era la de un no-todo que irrumpa la pasión por la igualdad, pasión estragante, pasión por el todo que lleva a lo peor. Antonio Aguirre fue un analista que supo irrumpir, a su estilo, lo cito, “a través de las tendencias irresistibles al poder”, detallo: a la experticia, a la evaluación permanente, a la servidumbre voluntaria… Pero, Antonio Aguirre Fuentes también fue un hombre que supo elegir, como un guerrero que se aplica a la ética de las consecuencias.

Muchas gracias a la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación y a cada uno de ustedes por permitirme recordárselos.

*Intervención en el Conversatorio  “Psicoanálisis y Democracia”, Homenaje de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil a Antonio Aguirre Fuentes. Realizado el 29 de junio del 2021.

Participaron: Cecilia Loor de Tamariz, Vicerrectora Académica y docente de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil; Mónica Febres-Cordero, psicoanalista, directora de la Nueva Escuela Lacaniana de Guayaquil y docente de la UCSG; Fernando Balseca: docente de Literatura de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito; Tina Zerega, Vicerrectora Académica y docente investigadora de la Universidad Casa Grande.  Jessica Jara vda. Aguirre, Psicoanalista, docente de la Maestría en “Psicoanálisis y Educación” de la UCSG. Coordinó: Elsa Cortés.

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