La noticia fue anunciada, lo que nadie se esperaba es que fuera gracias a los votos del correísmo. En ese bloque puso sus esperanzas el alcalde de Quito, Jorge Yunda, para evitar un proceso de remoción. Hasta sus comparaciones con Gustavo Petro resultaron casi desesperadas. Ahora lanza el discurso de la persona humilde que fue destituida por pertenecer al pueblo. ¿Cuál pueblo?
Lo que en principio parecía una gran gestión para el combate contra el Covid-19, con la compra de las pruebas PCR, terminó en un gran fiasco con sospechas de negociados de por medio. Luego está la gran campaña de publicidad sobre el Metro de Quito pospuesto cada mes, sin fecha de operación todavía. Una millonaria inversión de la ciudad que causó gran expectativa está en veremos, mientras Guayaquil anunciaba e inauguraba su aerovía a Durán.
No solo fue falta de gestión sino anuncios importantes que quedaron en discursos. Unos de sus primeros, fue un gran plan de repavimentación de la ciudad, con calles ahora llena de baches y veredas intransitables para el peatón, mientras levantaba monumentos a los perros, solo porque su pasión son las mascotas. El alcalde de la ciudad imponiendo sus gustos en su administración.
Jorge Yunda todavía tiene una instancia para defender su alcaldía, pero su gestión ya quedó en duda no solo por estar atado a grupos de su entorno que le dejaron en mal predicamento. Ya tuvo que deshacerse de varios gerentes de las empresas municipales, sin un reconocimiento del error en esos nombramientos.
Ahora hasta el expresidente Rafael Correa lo califica de ser un oportunista y un pésimo alcalde solo por no haber apoyado a Jorge Glas, sentenciado por casos de corrupción, cuando su bancada lo apoyo en el Municipio siempre, pero no, la culpa es de la prensa y de que no haya sido de abolengo.
El discurso maniqueísta de los buenos contra los malos, de los ricos contra los pobres, cuando Jorge Yunda no se caracteriza principalmente por no tener recursos. Mal paga el diablo a sus devotos.