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La atención es tu más valioso activo: así enseña la neurología a concentrarla

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Tiempo de lectura: 4 minutos

Posiblemente hayas oído hablar de un estudio científico que “ha demostrado” que del siglo XX al siglo XXI la capacidad de atención del ser humano ha bajado de 12 a ocho segundos (a partir de ahí, nuestro cerebro se desengancharía del primer estimulo y buscaría otro), mientras que la de los peces de colores es de 9 segundos. Según esa supuesta investigación, por culpa de los móviles tenemos las habilidades cognitivas de Dori en ‘Buscando a Nemo’. Por suerte o por desgracia (y a pesar de que medios tan prestigiosos como The Guardian se hayan hecho eco), ese estudio no existe, pero no quiere decir que la atención no sea un poderoso recurso que el siglo XXI haya convertido en escaso o, por lo menos, en disperso.

“La atención es una capacidad cognitiva esencial en la que participan de forma integrada y coordinada amplias zonas de nuestra corteza cerebral”, explica para Vogue Business el neurólogo Víctor Fernández-Armayor Ajo, director del centro Unidad de Ciencias Neurológicas en Madrid. El doctor matiza que “en realidad no es que tengamos menos capacidad de atención, lo que sí ocurre es que tenemos más cosas a las que atender como consecuencia del ritmo de vida que nos imponen las sociedades modernas, esto provoca lo que conocemos como dispersión de la atención, cuyo resultado es que, además de la atención, también se afectan la concentración y los procesos de consolidación de la memoria”.

 

Coincide en esta observación el psicólogo canadiense, Piers Steel, autor de ‘The Procrastination Equation’ (Harper Perennial): “Estamos entrando en la edad de oro de la pérdida de tiempo. En los últimos 40 años, el desperdicio crónico de tiempo ha crecido entre un 300 y un 400%”. Y hay varias investigaciones que parecen darle la razón al canadiense. Por ejemplo, según una investigación de AOL, el 47 por ciento de los encuestados necesitan chequear su correo y otras formas de mensajería online constantemente. Un informe publicado recientemente en Reino Unido, el 36% de nosotros perdemos una hora al día revisando correos y redes sociales. Y el estudio ‘¿Estamos hiperconectados?’ de Ikea España desvelaba que, en nuestro país, una de cada tres personas mira el móvil más de 100 veces al día, lo que significa que miramos la pantalla una vez cada diez minutos (el 25% de los menores de 25 años lo mira una media de 150 veces al día, es decir, una vez cada siete minutos).

Los teléfonos inteligentes nos permiten acceder al mismo tiempo a mucha información sin que esto nos permita centrar la atención o focalizarla sobre un tema en concreto

¿A quién no le ha pasado coger el teléfono para mirar la hora y ha acabado abducido por WhatsApp, Instagram, Facebook, Twitter o simplemente leyendo una noticia tras otra hasta que nos damos cuenta de que hemos perdido un tiempo valioso. Y que ni siquiera hemos mirado la hora (o cumplido con el motivo por el que cogimos el smartphone en primer lugar). Ya hablábamos de los robatiempos en este artículo, pero no de su impacto en nuestras funciones cognitivas.

“Nosotros debemos controlar los teléfonos y no ser sus esclavos, esto desafortunadamente es algo que sobre todo entre los más jóvenes es bastante común”, prosigue el doctor Fernández-Armayor, “lo que no quiere decir que esté en contra de los avances tecnológicos, pero sí en que su uso sea racional y adecuado”.

De hecho, el neurólogo no señala a los smartphones como únicos responsables de la dispersión de nuestra atención. “El alcohol y el estrés sí son unos factores de riesgo de los que podemos afirmar con rotundidad que son los principales enemigos de la atención porque, ante todo, son enemigos de nuestros cerebros, a los que hacen enfermar”. En cuanto a la tecnología, el doctor insiste en un uso más estratégico. “Los teléfonos inteligentes o smartphones nos hacen la vida más fácil y nos aportan ventajas siempre y cuando sepamos utilizarlos con cabeza y no nos enajenen. Es más, hay aplicaciones que nos podemos bajar y que ayudan a estimular la atención, la memoria el lenguaje y en general las distintas funciones cognitivas, es decir, pueden ayudarnos a mejorar nuestra capacidad cerebral”, asegura. “Lo que no puede ser es dejarlo todo en manos de estos dispositivos, ya que hay otras muchas opciones para estimular el cerebro, tales como las tertulias con amigos, la lectura, los juegos de mesa (¿hay algo en lo que haya que prestar más atención que a una partida de ajedrez?), etcétera”, aconseja.

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