El discurso del presidente de Argentina, Alberto Fernández, muestra el discurso de la llamada izquierda latinoamericana de desprecio por el otro, del no reconocimiento de la alteridad, del intentar meter en un solo saco a los demás. En nada indigna a los mexicanos que haya dicho que provienen de los indios, ni a los brasileños que viene de la selva. Jair Bolsonaro hasta se burló de sus expresiones con un foto colgada en su cuenta de Twitter, donde aparece rodeado de indígenas de la Amazonía.
No es el origen lo que muestra la calidad de las personas. Ni siquiera importa si llegaron en barco de Europa, porque cuando Europa ya había tenido miles de guerras el continente americano se estaba formando con sus culturas milenarias. Los complejos del socialismo del siglo XXI quedaron al desnudo con las declaraciones de Alberto Fernández. Porque no son las primeras.
En una declaración anterior, Fernández ya había dicho que el expresidente Evo Morales es el único presidente boliviano que parece boliviano. ¿Qué es ser boliviano? ¿ Qué es ser latinoamericano? ¿Qué es ser persona o ser humano para un discurso que pretende reivindicar el nacionalismo y cae en el fascismo?
El discurso de Alberto Fernández pretendía poner a los argentinos en la descendencia europea, ¿y sus orígenes? Hay un discurso racista escondido en sus palabras. Y un discurso de odio al otro, es el discurso del del bueno amo. Es lo que pretendía también Hugo Chávez en Venezuela con el reparto de petrodólares para hacer apología a su imagen en otros países como en Ecuador y hasta en la misma Argentina.
Las declaraciones de Alberto Fernández resultan tristes y lamentables, porque no reflejan la imagen del pueblo argentino, ni de su historia ni del respeto a sus orígenes tas presentes en la literatura de Borges.