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¿Estás pensando en cambiar de trabajo? Antes de tomar la decisión plantéate estas preguntas

Tiempo de lectura: 5 minutos

Emprender una nueva etapa laboral a veces responde a una decisión meditada y otras, en cambio, no es más que la respuesta a un impulso. Y en ambas situaciones podemos acertar o equivocarnos. Nadie tiene la bola de cristal del futuro laboral, una complicada unión de factores donde nuestro éxito dependerá no solo de nosotras mismas, sino de una gran cantidad de circunstancias externas (solo hace falta echar un vistazo a la actual situación socioeconómica para comprobarlo) imposibles de controlar. Entonces, ¿para qué darle tantas vueltas? La diferencia entre tomar la decisión en caliente o recapacitar largo y tendido nos servirá para un fin aun mayor: emprender un proceso de autoconocimiento personal que sí tendrá consecuencias positivas sobre nuestra carrera y, en consecuencia, sobre nuestro bienestar personal. Porque no se trata solo de si deberíamos cambiar o no de trabajo sino también de profundizar sobre por qué deberíamos hacerlo.

“La mayoría de las personas a una edad temprana no tienen la conciencia de sí mismas para decidir qué camino elegir. Casi ninguna hemos descubierto quiénes somos antes de tomar una decisión sobre lo que queremos ser”, reflexiona sobre las causas que nos llevan a necesitar un cambio Eva Dixon, coach que trabaja para ayudar a las mujeres a romper con sus limitaciones y encontrar el empoderamiento. “Creo firmemente que a medida que evolucionamos debemos evolucionar nuestras carreras. Lo que pudo haber estado bien para ti hace cinco años, puede que ya no sea el camino correcto a seguir. Pero tienes que reflexionar activa y regularmente sobre tus objetivos, tus circunstancias, tus necesidades y tus deseos para comprender esto”.

¿Deseo realmente cambiar de trabajo o quiero ganar más dinero?

Por encima de la realización personal y el éxito, tenemos que construir nuestra carrera con el fin último de recibir un salario. Y, en ocasiones, aunque el desempeño de nuestras funciones laborales nos llena, no está lo suficientemente remunerado. En estas circunstancias, cambiar de trabajo puede suponer perder lo que nos gusta en beneficio de la parte económica. En esta situación Dixon recomienda “que reflexiones sobre tus objetivos y valores e identifiques lo que más te importa. Un salario más alto puede conducir a una mejor calidad de vida y estabilidad financiera, pero si el trabajo bien remunerado es realmente estresante o es algo que no te interesa hacer debes evaluar todas estas compensaciones cuidadosamente. Sugiero a mis clientas que evalúen el trabajo en el contexto de toda su vida. Deben preguntarse si pueden decir con seguridad que están dispuestas a sacrificar ciertos aspectos por un gran salario”.

¿Quiero cambiar de trabajo porque otros no me permiten ser feliz?

A veces nuestra decisión de movernos de una empresa a otra tiene mucho que ver con el hecho de sentirnos infravaloradas por un supervisor, por redecillas con un compañero o por sufrir un alto nivel de estrés en el desempeño de nuestras funciones. Ninguno de estos factores son baladí, pero antes de tomar una determinación deberíamos enfrentarnos a estas cuestiones con madurez. Cambiar de trabajo con una actitud victimista podría llevarnos a encontrar en un nuevo puesto las mismas dificultades por las que estamos abandonando el anterior. “Si bien algunas industrias son especialmente estresantes y propensas a agotar a sus empleados, también es nuestra responsabilidad personal establecer límites para cuidar nuestro bienestar mental. No podemos hacer mucho por el medio, pero podemos analizarnos a nosotras mismas para comprender el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida o trabajar con nuestros gerentes para establecer metas y expectativas realistas que fortalezcan y construyan la moral en lugar de romperla”. Y si se trata de una persona en concreto Dixon añade: “Puede haber formas de escapar de un jefe o colega tóxico sin tener que dejar tu empresa. Busca otros puestos en la misma empresa que te interesen, reúnete con colegas y gerentes de otros departamentos, piensa hacia dónde podrías trasladar tus habilidades y defiende tu transición”.

¿Me resisto a hacer mi trabajo todos los días o me sucede en ocasiones puntuales?

La situación actual en la que vivimos —casi todos estamos sintiendo una fatiga provocada por la pandemia— puede hacernos confundir si unos niveles bajos de energía se deben a algo pasajero o, por el contrario, son una señal clara de que necesitamos empezar una nueva etapa. Dixon lo tiene claro: “Todos podemos tener un día o unos días en los que no nos sentimos motivados o emocionados, pero si es la mayor parte del tiempo será una señal de que es posible que necesitemos reflexionar sobre lo que debe cambiar”.

¿Dónde quiero estar dentro de cinco años?

Un buen ejercicio para comprobarlo es imaginarnos qué nos gustaría estar haciendo en un futuro próximo. Una figuración en la que no deberían entrar en juego factores externos como la pandemia. “Esta es una oportunidad para escribir un diario, intercambiar ideas y ser honesta contigo misma. Cuando se trata de establecer metas, debemos ser más creativas y poner objetivos que no dependan de cómo van la pandemia o las vacunas. Cuando cambias tu enfoque a lo que está bajo tu control y replanteas tu pensamiento, te sentirás empoderada y, como efecto secundario, aliviará tu ansiedad”, añade la coach.

¿Mi función actual me ayuda a lograr mi objetivo?

Y ahora toca trasladar esa imagen idílica de nuestro futuro al presente. Reflexionar sobre si estoy haciendo algo ya para hacer realidad ese pensamiento. “Si la respuesta es no, es probable que no estés en el camino correcto de tu carrera. Te invito a pensar en la forma en que deseas que tu carrera y tu vida se relacionen entre sí. Cuando decides qué tipo de vida quieres llevar, tu trayectoria profesional se aclara, especialmente si no estás en la correcta”.

¿Está el trabajo afectando a mi vida personal o a mi salud?

Quizás esta sea la pregunta más importante sobre la que tenemos que reflexionar a la hora de tomar la decisión de reorientar nuestra carrera. Por su experiencia, Dixon sabe perfectamente cuando tenemos que decir ‘basta’: “Si temes ir a trabajar todos los días, si te sientes física o mentalmente afectada, si el estrés domina tu vida personal o si tu autoestima se ha derrumbado es hora de irse o de cambiar. Permanecer a largo plazo en un entorno laboral insalubre puede provocar estrés crónico, depresión o ansiedad”. Unos efectos secundarios que nunca deberíamos llegar a experimentar.

Y si finalmente estás segura de tu decisión y necesitas emprender un cambio, Eva Dixon nos recuerda que “es fundamental comprender que no ocurre de la noche a la mañana. Se necesita tiempo, preparación y una mentalidad de crecimiento que te ayudará a recuperarte del fracaso y a mantener un esfuerzo constante hacia una meta incluso cuando tengas dificultades”. Y ¿cuál es el secreto para obtener una mentalidad de crecimiento? “Aceptar desafíos, persistir ante los reveses, ver el esfuerzo como el camino hacia la maestría, aprender de la crítica y encontrar inspiración en el éxito de los demás”. Porque redescubrir nuestro verdadero propósito para mejorarlo supone un gran trabajo.

Texto original publicado en la Revista VOGUE

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