Que últimamente durmamos peor y estemos de peor humor no es solo cosa del estrés. También tiene una relación directa con el escaso tiempo que pasamos al aire libre y el poco tiempo que nos exponemos a la luz natural. No es casualidad que, según datos de Arkopharma, el 85% de los españoles durmamos peor desde que se inició la pandemia. El estrés tiene culpa, pero el incremento de la vida indoor, también. Tal y como explica el doctor Javier Albares, director y fundador del Departamento de Medicina del Sueño de la Clínica Teknon, “la luz natural es un cronorregulador que permite que nuestros ritmos biológicos estén en hora y funcionen perfectamente. La luz natural es fundamental para regular nuestros diferentes ritmos biológicos (entre ellos el sueño, la función muscular, la temperatura corporal o la liberación de neurohormonas). También es muy importante para regular el sueño y el estado de ánimo ya que también influye en los niveles de serotonina”, explica el experto.
Muchos de los problemas de sueño y estados anímicos bajos que estamos afrontando se deben precisamente al hecho de que estamos en el momento de la historia en el que menos expuestos estamos a la luz natural. Algo que rompe con la necesidad que tenemos, tal y como explica Albares, de estar al menos dos horas al día al aire libre para tener un ritmo saludable de exposición a la luz natural.
Tener luz natural en casa no es suficiente
Tal y como puntualiza el doctor, para cumplir con esta regla que nos asegura un ritmo saludable de exposición a la luz natural, no basta con tener una casa luminosa. Se trata de estar al aire libre -evitando las horas peligrosas del sol-, ya sea en un parque, en una terraza o en contacto con la naturaleza. Tal y como apunta la psicóloga Pilar Conde, directora de Clínicas Origen, “estar al aire libre facilita la regulación emocional, disminuye niveles de estrés y de ansiedad, así como mejora nuestro estado de ánimo y nuestros hábitos de sueño y alimentación”.
¿Y si no consigo estar dos horas al día al aire libre?
En la era del ‘no llego a todo’, puede ser realmente difícil estar dos horas diarias expuestos a la luz natural. La primera recomendación del doctor Albares es intentar cambiar nuestro ritmo de vida para cumplir con esas dos horas, pero si eso no es posible, existen otras alternativas. “Si hay días que no podemos estar tanto tiempo expuestos, esa cantidad de luz natural se puede completar o sustituir parcialmente con luminoterapia. Se ha demostrado una gran utilidad de estos tratamientos para regular trastornos del sueño y estados ánimos bajos. De hecho, existen gafas de luminoterapia que se pueden tener puestas mientras se hacen diferentes actividades diarias”, explica.
¿Cómo podemos exponernos a la luz natural?
En este sentido, entra en juego también la percepción personal que tiene cada uno sobre la sensación de bienestar. Así nos lo explica la psicóloga Pilar Conde: “El impacto va a depender de los gustos personales de cada persona. Para algunas personas disfrutar del exterior es salir a una terraza, un paseo por el campo, ir a la playa, ir por el parque. Por lo que lo importante es que la personas planifique dichas actividades en función de sus gustos personales, ya que el impacto al bienestar estará relacionado con la percepción que experimente la persona”, explica.
Una ayuda extra
Si la falta de exposición a la luz natural desencadena en nosotros trastornos de sueño, la solución más saludable es cambiar de hábitos e intentar regular nuestros ritmos biológicos aumentando el tiempo que pasamos al aire libre. Hacerlo afectará de forma directa a nuestra capacidad para conciliar el sueño. Otras alternativas mientras conseguimos incorporar estos hábitos en nuestro día a día pueden ser los suplementos nutricionales de origen natural que nos ayuden a dormir mejor (una opción puede ser Arkosueño Forte 8H con pasiflora, valeriana y amapola de California).
Texto original publicado en la Revista VOGUE