“Dignificamos su espera, -aunque denostamos que deban arriesgarse en ella-. Enaltecemos su renuncia al tráfico de influencias, palanqueos y amarres; pues, algunos han sabido esperar su turno (sin alardes). Fue un respiro escuchar a Marcia Gilbert y a Alfonso Espinoza de los Monteros explicando lo ocurrido, no sin una palabra crítica. Su inscripción como-todo-el-mundo, su paciente espera, el respeto de su turno y por el otro, aun siendo personalidades valiosas de nuestra cultura, son enseñanzas en acto que ellos y otros nos han transmitido de modo inigualable, dejando en claro que no-todo está perdido para todos –escribe Jessica Jara, de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil-. Es posible confiar y apostar por un amor más digno. El rompecabezas de la conspiración no se completa y en el jardín sigue prendiendo la pregunta por el goce de la planta ¡Eso es de celebrar!”
Su texto hace referencia a los vacunados VIP, a las noticias falsas, a las acusaciones lanzadas al aire solo para pescar a río revuelto, ¿un voto?. La pandemia sacó lo mejor de las personas, pero también sus lados más oscuros . Gente que se hizo un flaco favor no solo por vacunarse contra el Covid-19 sin esperar turno, sino por acusar al otro de sus culpas y sus errores.
Tal vez sea inútil insistir con nombres, pese a que muchos de los acusadores fueron los privilegiados, comenzando con Nicolás Maduro, el que se dice representante del pueblo, el primero en la fila para vacunarse con la Sputnik al igual que Alberto Fernández, el presidente kirchnerista de Argentina.
Dónde esta la dignidad, dónde el amor propio, dónde el reconocimiento del otro. Son valores que difícilmente están en todos; no se puede hablar de lucha contra la corrupción, cuando se defiende a personajes involucrados en sobornos; cuando se habla de revertir sentencias, con otra justicia; cuando se habla de venganzas desde una cómoda casa, mientras algunos otrora perseguidos se jactan de defender derechos más allá de los suyos.
Es lo que se llama hipocresía. Pero más allá de eso queda la apuesta por un amor más digno.