Hace casi un año reflexioné sobre las características de la Administración Moreno y la califique como en transición, lo que no estaba bien claro era hacia a donde la transición. Pensaba que ese proceso estaba orientado en buena medida a, dadas las escasas alternativas de definir política pública apropiada para el desarrollo sostenible del Ecuador, gestionar la “cosa pública” de forma eficiente y efectiva. La esperanza, era en ese entonces, un nuevo gobierno que en el 2021 tendría más campo de maniobra. Pero no, me equivoque!
Da mucha pena cuando al reflexionar sobre las alternativas siempre se lo hace incluyendo toda la gama de posibilidades desde las más negativas hasta las positivas y optimistas, y te das cuenta de la realidad. Pero nunca me imaginé que podría venir lo que vamos a experimentar. Una debacle completa.
Es que a inicios pensamos que debíamos dar un chance a la Administración para creer, que efectivamente se había distanciado del antecesor, de su liderazgo peculiar, de su política pública de dadivas y de su falta de atención a la sociedad vulnerable y al saneamiento de las finanzas públicas. Pero es que claro, los precios del crudo que significaron un flujo impresionante de recursos hacia el país, la típica enfermedad holandesa, obnubilaron el pensamiento de toda la administración Correa. Ahora estamos pagando las consecuencias del despilfarro, nos enfrentamos a los problemas con la sociedad y sus dificultades para satisfacer sus más básicas necesidades. En peores condiciones que antes por las consabidas razones de dominio público. A saber la crisis fiscal, la crisis sanitaria y, la peor de todas las crisis de cualquier sociedad, la corrupción.
Parecería que somos una sociedad llena de deseos, ni siquiera de sueños, solo de deseos y la vida nos ha enseñado que los deseos no cambian casi nada o mejor dicho nada. La decisión con que se hacen las cosas y se implementan los deseos es lo que realmente cambia a una sociedad. Me inclinaría a pensar que vivir solo de deseos también es corrupción, pues no resuelve nada, no cambia nada, no reestructura nada. Los vulnerables siguen ahí, in crescendo, sin soluciones verdaderas solo con una carga inmensa de deseos y no de decisiones.
Decía que a inicios pensamos, que talvez, que podría ser. Pero no, para nada, estamos peor. Los consabidos expertos y que llenan las redes sociales para explicarnos como salir de las crisis, hacen y dicen maravillas sobre la resiliencia, que hay que aprovechar las oportunidades, que las crisis traen oportunidades y el que no sabe verlas pues, se pierde la oportunidad. Disculpen ser tan repetitivo pero no hay otra manera de explicarlo. Es que ahí está la piedra filosofal en la gestión pública. Las crisis generan oportunidades para los aprovechadores, para los políticos, para los servidores públicos que no saben ser servidores públicos, para los empresarios que no son verdaderos empresarios, para los miembros de organizaciones no gubernamentales que se olvidan fácilmente de la brújula, de la razón de ser de su organización. Los de abajo miran a los de arriba haciendo y piensan que está bien hacerlo, y ¿el ejemplo?.
Entonces esta Administración no se diferencia de la anterior, es la misma o quizás peor en términos de corrupción. Puede ser que la anterior se llevó el dinero y el crecimiento, pero la actual se lleva en vilo la esperanza, la credibilidad, y nos deja sin palabras, sin aliento, descompuesto. La verdad, somos una sociedad corrupta. Léase bien, somos una sociedad corrupta. La Administración Moreno nos hizo creer a los ecuatorianos que estaba distanciado, que no era igual y algunos se creyeron y aportaron con sus conocimientos, con sus experticias, con su honestidad en todos los campos. A cambio la administración en pandemia incurrió en los peores actos de corrupción. No se diga la Asamblea, Jueces del Sistema de Justicia, el Sistema de Salud Pública, el Sistema Electoral, el Sistema Educativo, Gobiernos Locales y Provinciales, el Sistema Carcelario, los Hospitales Públicos, el IEES, el ISSPOL, las empresas privadas, los políticos no podían faltar, es decir casi toda la sociedad, ¿quién me falta? muy pocos.
Esta pandemia de la corrupción está tan enraizada en la sociedad ecuatoriana que a la menor oportunidad se aprovechan del Estado, de los vulnerables, de los jubilados, de los alumnos, de los enfermos, de los clientes, no hay como estar descuidado pues no paran, siempre quieren más y no escatiman acciones para conseguirlo.
Decía que es de transición (el gobierno de Moreno) por que le preparó el camino al pupilo seleccionado y de la mejor manera, por supuesto. ¿Quién se fija en un programa de gobierno, en la experiencia en la gestión pública, en lo que el país necesita para poder desarrollarse para dar verdaderas oportunidades a todos los ecuatorianos sin distinción? Nadie, creo que nadie y por eso el candidato del populismo tiene muchas opciones ahora. El otro, verá minadas seriamente sus oportunidades, pues está asociado con los poderosos del país.
La estrategia empezó con la corrupción de los hospitales, con el mal manejo de las UCIs, de las compras de pruebas y de insumos, de la gestión de los cuerpos sin vida, de la información sobre fallecimientos y al final del plan de vacunación. Y miren quienes se beneficiaron en primer lugar, los vivos, los que tienen en su mente que la viveza criolla es la que vale, que el resto somos pendejos pues no aprovechamos la oportunidad de beneficiarnos personalmente. Así no se hace un país, así no se construye una nación, un pueblo una comunidad. Más bien, se la destruye. Estamos destruidos a propósito, para que venga el salvador de la patria, el elegido, el populista joven, el que conquista con el discurso conocido. Miren los ricos se han vacunado y ustedes nada, miren los ricos se han beneficiado del Estado y ustedes nada, miren como se burlan de ustedes y a cambio les dan migajas para mantenerlos contentos. Voy a cambiar, los ricos deben pagar por sus insolencias. Y en cierto modo tiene razón. Me da mucha pena decirlo pero tiene razón.
Que falta de honestidad del Ministro de Salud, aprovechando del cargo, hacer vacunar a su madre. Que ineficientes los del sistema de control que vacunaron a cocineros y tik tokeros. Que corona tiene los potentados del Club Rotario de Guayaquil para haberse vacunar ellos. No señores, el lema de la organización impide el aprovechamiento personal. Pero como son corruptos del alma y solo buscan el beneficio personal, de común acuerdo con el gobierno (Ministro de Salud) ellos se vacunaron primero, sin importar los profesionales de la primera línea. Qué horror de ciudad, que horror de sociedad.
Pero no queda solo en Guayaquil. El club de Leones de Quito hizo lo mismo, vacunaron a profesionales de la salud jubilados, sin ejercer, que no estaban en primera línea. Entonces ¿es lo mismo que el evento de Guayaquil? Por supuesto que sí. Qué horror de ciudad, que horror de sociedad.
Omar Romano Sforza (2020), decía, “Quizás una de las cosas que más necesitamos es aprender a distinguir lo útil de lo valioso. Un sacacorchos es útil. Un abrazo es valioso. Una puerta es útil. Ver un atardecer es valioso. Un mechero es útil. Una amistad es algo valioso. Casi siempre lo útil es más caro que lo valioso. De hecho, lo valioso rara vez cuesta dinero. Y esto ocurre porque el dinero es útil, pero no es valioso. Lo valioso genera muchas más felicidad a largo plazo que lo útil. Y sin embargo, a menudo, valoramos más lo útil que lo valioso. Los mejores momentos de la vida no cuestan dinero. Ver nacer a un hijo, el primer beso, sentir que vuelas de la mano de alguien….Los momentos que se nos pasan por la cabeza justo antes de abandonar este mundo, no costaron dinero. Esos momentos son lo más valioso que tenemos. Cuando te asalte una preocupación, párate a pensar si lo que buscas es útil o valioso. Aprende a distinguir, y te darás cuenta de que vivir bien no es tan caro como te habían contado.”
¿Y ahura Laura, que hacemos? Como dice Omar Romano, distinguir entre lo valioso y lo útil, para comprender que si hay como trabajar sin ser corrupto, que la sociedad necesita dejar la corrupción y trabajar, jóvenes y adultos de forma colaborativa, para construir y no destruir la esperanza de quienes vienen detrás de nosotros.