Sin duda, la Conaie más que Pachakutik, con su posición ambigua sobre la segunda vuelta electoral del 11 de abril al apoyar un voto nulo que le permitirá lavarse las manos sobre los resultados con la mira puesta en las siguientes elecciones. En estas, Pachakutik logró consolidar un espacio sin apoyo de la Conaie que se quedó en la imagen del estrechón de manos con uno de los candidatos, cuando su presunto candidato disputaba voto a voto su paso a la segunda vuelta electoral.
Lo único claro del debate fue que la posición del candidato del correísmo ha sido reconocer como candidato para el balotaje a Guillermo Lasso con el fin de mantener el discurso de culpar a las élites. El flashback de un discurso repetido mucho en Argentina más que en Bolivia, de los ricos malos y los pobres buenos, pese a que en el grupo de los pobres buenos están los ricos no necesariamente malos.
El debate dejó mucho tela por cortar. No se abordó por ejemplo, el tema del gasto en la campaña electoral; el tema de la extensión de la frontera petrolera en el Yasuní fue reducido al de las protestas de octubre de 2019; el de la economía, la banca contra el pueblo; el de la educación, al de lo público frente a la privado, el enfrentamiento de clases. Las posiciones quedaron claras. Al igual que la posición de un movimiento que logró posicionarse como una alternativa, como la de Bernie Sanders en Estados Unidos, sin ser radical, sí ambiguo.
Tal vez lo más acertado del debate fue el formato, porque el protagonismo estuvo en los candidatos a dirigir las riendas del país. Porque el país debe decidir su futuro el 11 de abril. Su futuro inmediato. Ni siquiera el de mediano plazo y peor el de largo plazo.