Pachakutik y la Conaie anunciaron que promoverán el voto nulo en las nuevas elecciones. Lo hacen luego de que uno de sus dirigentes, Salvador Quishpe, reconoció su aspiración de llegar a la Presidencia de la Asamblea. Una posición cómoda si se quiere o tibia, que intenta no tomar partido en las nuevas elecciones.
Las razones las expuso públicamente Marlon Santi frente al silencio de Yaku Pérez: su candidato no entró en la segunda vuelta electoral y no ven ni en Guillermo Lasso, ni en Andrés Arauz una persona que los represente, pese a que el segundo intentó abanderarse del tema de la plurinacionalidad en el último debate organizado por el Consejo Nacional Electoral de cara al balotaje del 11 de abril.
Una posición muy similar a la de la Izquierda Democrática, pese a que su candidato Xavier Hervas, quien llegó a remozar un discurso anclado en el pasado de la socialdemocracia donde el Estado es el alfa y omega de la democracia, la economía y la política, optó por dar su apoyo público a Guillermo Lasso tras haber incorporado en su agenda para la segunda vuelta temas relacionados con la reivindicación de derechos de las minorías.
Las dos posiciones son respaldadas por cierta intelectualidad de una llamada izquierda que llegó al poder con el correísmo y se alejó del Gobierno cuando fueron tachados de ecologistas infantiles o ponchos dorados, tras haber aprobado la Constitución de Montecristi que le permitió al expresidente acaparar todas las funciones del Estado en donde puso a personajes de su entera confianza gracias al Consejo de Participación Ciudadana.
El país necesita posiciones claras frente al próximo balotaje, no un lavado de manos, ni declaraciones tibias. Esa tibieza llevó a la Izquierda Democrática a la opacidad casi absoluta después de ser una de las grandes fuerzas políticas del país. Una opacidad de la que salió gracias a Hervas.
Las posiciones de los dirigentes políticos no pueden estar de espaldas a la realidad del país y menos en plena pandemia, porque hay un modelo económico que está juego, además de un modelo político, de una visión del Estado y de los relevos de poder, claves para garantizar la salud de la democracia.