El sector textil ha sufrido fuertemente el impacto de la pandemia porque una gran parte de la población mundial ha tenido que mantenerse bajo medidas de confinamiento. Sin embargo, en algunos países se empiezan a evidenciar cambios en los consumidores ante las aperturas.
La cadena de ropa Urban Outfitters detectó un aumento no visto en el último año en la compra de vestidos y ropa de calle, mientras que el chándal y las pijamas comienzan a ver el fin de una bonanza que por un tiempo cambio a la industria de la moda.
Según informó este jueves el diario The New York Times, la cadena minorista de ropa, que incluye tiendas como Anthropologie o Free People, por primera vez en un año, el “top 10” de ventas son en su mayoría vestidos y “ropa de salir a la calle”.
”Creemos que con la distribución amplia de las vacunas y la caída de los nuevos casos de COVID-19 y el fin de las restricciones, las mujeres comenzarán a sentirse más cómodas a la hora de salir y la demanda de ropa se acelerará”, indicó Richard Hayne, consejero delegado de Urban Outfitters en una llamada con analistas el martes.
La compañía informó el miércoles que sus ventas trimestrales hasta el 31 de enero cayeron un 7 % y en todo el ejercicio anual la caída fue del 13 %.
El sector textil ha sufrido fuertemente el impacto de la pandemia porque una gran parte de la población mundial ha tenido que mantenerse bajo medidas de confinamiento y limites en la vida social.
El cierre de tiendas, donde se estima que se llegaban a realizar el 90 % de las ventas de calzado y ropa, ha sido otro duro golpe para las ventas del sector que ha llevado a la bancarrota a marcas como Century 21, Lord & Taylor, Brooks Brothers, JC Penney, J Crew o Neiman Marcus.
Hace unas semanas la compañía Hill House Home anunció que había vendido un millón de dólares en doce minutos de un tipo de vestido híbrido, conocido como Nap Dress (Vestido siesta, en español), que comercializa como el complemento perfecto para ir de las videoconferencias de teletrabajo a la cama o al sofá.