El 2020 será un año para recordar, no solo por la crisis sanitaria producto del SarsCov2, sino también por la resiliencia mostrada en el mundo para enfrentarla.
Pese a que éste ha sido calificado como uno de los peores años de las últimas décadas, hay cosas positivas que rescatar.
Podemos empezar con los aspectos relacionados con resiliencia y recursividad, de lo cual hemos visto ejemplos alrededor del mundo, tanto en barrios como en comunidades. Muchas familias se organizaron para ayudar a otras personas con menos recursos, a quienes se encontraban solas o requerían cualquier tipo de atención. Hemos sido testigos de experiencias de solidaridad, de sonoridad desde las más pequeñas hasta las más grandes alrededor del mundo y eso es esperanzador, porque nos recuerda que los seres humanos tenemos intrínsicamente la posibilidad de adaptarnos, de resiliencia, de recursividad, bondad y generosidad.
Muchas veces las noticias nos muestran ese lado más oscuro de la humanidad, pero quienes trabajamos de cerca en temas sociales tenemos la oportunidad de ver de cerca comunidades organizadas, solidarias que se cuidan unas a otras, y eso es una enorme ganancia, que si logra mantenerse cuando la pandemia termine, podría ser una fortaleza para la humanidad.
Por otro lado, está el tema ambiental. La contaminación se redujo dramáticamente y con ello van de la mano las enfermedades respiratorias. Se ha creado nuevos hábitats para diferentes especies, lo cual influye en una mejor calidad de vida para todas las personas y todos quienes conviven en el planeta. Además, que nos permitió dar un vistazo de cómo se vería el mundo sin contaminación, sin tanto tráfico, tanta carrera para el consumismo, tanta polución. Esta es una oportunidad para que los gobiernos y las instituciones tomen mejores decisiones, en torno al cuidado del planeta.
El fortalecimiento de redes comunitarias de apoyo ha permitido a las familias tener más tiempo con sus niños, niñas, lo cual ha significado un mayor involucramiento en los estudios, y una cercana comunicación con sus maestros y maestras para velar por el bienestar de sus estudiantes, que extrañan ir a la escuela y al colegio.
Hemos sido testigos de los esfuerzos titánicos de estos maestros y maestras para continuar enseñando, poniendo en primer lugar el bienestar de su aula.
Muchas mascotas han encontrado familias que les han adoptado con alegría, y en algunos casos, se han afianzado las relaciones entre mascotas y sus familias, al pasar mas tiempos con ellas y disfrutar paseos al aire libre, que devienen a su vez en apreciar la vida desde otros lugares. Las adopciones de mascotas de perros y gatos nos enseña a su vez otras cualidades, como la del cuidado de otro ser vivo.
A raíz de la pandemia, se impulsó el uso de la tecnología y su aprendizaje para diferentes franjas de poblaciones y de personas. Fue un recurso que ha permitido a muchas personas de la tercera edad, comunicarse con sus familias. Quienes tuvieron la oportunidad de acceder a un zoom o a otras plataformas, tuvieron que tener un rápido aprendizaje, que en otras circunstancias no lo habrían tenido. Lo mismo ocurrió con grupos y comunidades que no han tenido acceso a ese conocimiento por diferentes razones, entre ellas la desigualdad estructural, o grupos que han estado más aislados de la tecnología por cuestiones ideológicas y que, sin embargo, ahora encuentran en ella un lugar para compartir y aprender.
El contexto SarsCov2 ha ampliado el abanico para cursos gratuitos que otorgan nuevas capacidades, entre ellos están temas científicos, de danza, baile yoga, meditación, lo cual ha permitido formar nuevas comunidades de pensamiento, de acción, de conocimiento, porque el zoom sobrepasa fronteras geográficas entre otras. No es necesario que estas comunidades sean locales o transnacionales, lo importante es que se unan a partir de un interés en común, para ampliar las perspectivas culturales y la visión del mundo.
Quienes formamos parte del mundo académico, hemos dictado conferencias y charlas con miles de personas en diferentes partes del mundo, que se han traducido en nuevos diálogos, nuevos interlocutores, que benefician al conocimiento, la investigación y las acciones que se pueden tomar.
A través de la tecnología se han creado nuevas formas de concilio o acompañamiento inmediato, para no tener que depender o depender menos, del mundo no virtual. Las plataformas tecnológicas han permitido tanto celebraciones como despedidas virtuales facilitadas por nuestros héroes y heroínas de la salud. Ha puesto en funcionamiento la creatividad en todas las áreas del conocimiento, desde las artes visuales hasta la industria culinaria.
Otro punto favorable para quienes hemos tenido este lujo, es la posibilidad de trabajar remotamente, en diferentes geografías e independientemente del lugar en el que uno se encuentre. Si bien la pandemia ha provocado enormes tasas de desempleo, a lo largo de nuestro país y el continente, también ha favorecido nuevas formas de empleo en ciertas áreas de trabajo. Esto ha implicado en algunos casos una reducción del stress que implica recorrer largos trayectos sea en auto o en transporte público. Para algunas personas, ha significado un ahorro en gastos superfluos que se tornaron innecesarios.
Estos son nuevos lentes para mirar interna y reflexivamente hacia lo que es importante: las amistades, la familia, y la solidaridad como primer punto, entendiéndonos como parte de una casa común como es el planeta tierra. Es también una oportunidad para revisitar el lugar que tienen las cosas materiales: su importancia radica en que proporcionen el bienestar humano en cuanto al derecho a una vida digna, sin una carrera desproporcionada por bienes materiales.
La pandemia ha visibilizado los excesos que vienen junto con el consumismo desmedido, y las desigualdades socio-económicas descomunales, nos da una alerta y una pausa para mirar, detenidamente y preguntarnos ¿dónde están nuestras prioridades?
El que estamos construyendo puede ser un camino refrescante para la humanidad si es que interrumpimos esa normalidad que conocíamos, situándola como lejos de lo ideal. Como sociedad y seres humanos tenemos esa capacidad de pensar reflexivamente y ser inspiradores de solidaridades, de formas creativas de conectarnos a través del arte, de las letras, la música, las ciencias, la esperanza plena. Que lo hagamos independientemente de nuestro lugar de nacimiento, de nuestro estado migratorio, género, identidad sexual, raza social, etnicidad, estatus social o religión.
La condición humana tiende al comunitarismo: significa trabajar en solidaridad y sonoridad. La pandemia evidencia muchas de las bondades que conlleva el conectarnos local y globalmente desde el corazón, de mirar hacia adentro, de que no sea el miedo el motor que nos mueve, sino un espíritu compasivo para salir adelante colectivamente, con responsabilidad social.