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El salario básico y la realidad

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La decisión del Ministerio de Trabajo de congelar el salario básico unificado durante 2021 es polémica y genera malestar, sin duda, aunque es ajustada a una realidad dramática: la mayoría de las empresas grandes, medianas y pequeñas, que sostienen el empleo formal, ni siquiera comienzan a recuperarse porque la pandemia del Covid-19 está ahí. Y no es una realidad solo del Ecuador, sino del mundo entero.

En Ecuador no existe una máquina de hacer billetes como para prometer una renta básica unificada para todos, como cuando el anterior gobierno prometía y después decía busca quién te dé, al igual que en los mejores tiempos de Hugo Chávez en Venezuela cuando salía a caminar por las calles y comenzaba a gritar: ¡Exprópiese! Su política de entrega de bonos, canastas de alimentos pudo sostenerse un tiempo por la bonanza petrolera, mientras todo el aparato productivo se vio ahorcado.

Uno de los generales más cercanos a Chávez y su familia cayó en desgracia cuando le recordó que para repartir riqueza primero había que crear riqueza. Con el tiempo, la economía se ahogó y millones de venezolanos comenzaron a emigrar, uno de los mayores éxodos de América Latina.

El Ministerio de Trabajo, en realidad, solo ha puesto en papeles un acuerdo pactado en muchas empresas durante la pandemia, la congelación de los salarios con la visión de mantener el empleo formal, algo que no se vio reflejado en las mesas de negociaciones entre empresarios y trabajadores.

Es muy fácil aumentar el monto del bono de desarrollo humano para ganar elecciones; mantener subsidios que disfrazan la realidad de la economía, pero hasta el mismo gobierno que hizo esas promesas, el del expresidente Rafael Correa, comenzó a retractarse después con la depuración de la lista de quienes recibían el bono y el anunció de la paulatina eliminación de subsidios.

En 2016 debía estar eliminado el subsidio al gas, según anunciaba en sus sabatinas con una campaña sostenida contra el uso del gas, que se convirtió en el enemigo público número uno gracias a su aparato de propaganda. Los tiempos electorales, la opulencia demostrada con los aviones comprados para evitar hacer migración en los aeropuertos, las grandes caravanas de autos para llevarlo a él y a sus ministros de sus casas a Carondelet, y las denuncias por corrupción le jugaron en contra.

¿Cuál es la realidad de la economía ecuatoriana de a pie? ¿Cuál es la realidad de las empresas que sostienen el empleo formal y la seguridad social por el aporte de sus afiliados? Lo aspiracional casi siempre choca con la realidad, porque los tiempos de encender la máquina para imprimir billetes sin ningún respaldo quedaron atrás. Y quién quiera volver a encender esa maquinita seguramente se chocará con la realidad; la de la hiperinflación, la devaluación de la moneda y la migración, incluso en tiempos de pandemia.

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