El sueño del correísmo siempre ha sido tener en Ecuador el sistema electoral venezolano, ese que conoce los resultados el día mismo de la convocatoria a elecciones. Toda Venezuela, desde los tiempos del fallecido Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro, ha sido su norte y su guía: una Venezuela empobrecida, que ha expulsado a millones de venezolanos de su país con el control de su moneda propia, que ha obligado a hacer interminables filas para conseguir comida con tarjetas de adherentes al chavismo.
“El sistema electoral venezolano es un ejemplo para el mundo”, ha dicho en una de sus intervenciones en Venezuela donde acudió con la plana mayor de su movimiento para respaldar a una dictadura, ¿o pagar favores por su financiamiento a un llamado instituto de pensamiento político? ¿Para qué fueron a Venezuela? ¿En busca de más financiamiento para una nueva campaña gris de su nuevo movimiento más gris todavía, como todo lo que envuelve al correísmo?
Tal ve sea hora de que el control del gasto electoral y la fuentes de financiamiento se ponga en marcha; el candidato del correísmo ya había pedido hacer una especie de donaciones para la campaña, ¿cómo las que habría hecho Venezuela a ese opaco movimiento en los momentos más críticos que vivió el país en 2019 en su fallido intento de golpe de Estado?
El respaldo del correísmo a una dictadura como la de Venezuela, deja claro de hacia donde el correísmo pretende llevar al Ecuador. Hacia un modelo de país aplaudido por Cuba, donde las dictaduras son eternas y los lujos de sus líderes interminables, porque se acostumbró al poder absoluto, al control de todo, hasta del sistema electoral ecuatoriano que ahora desprecia.