La mañana del viernes fue detectado un incendio forestal en el cerro Samago alto, en la provincia de El Oro, que consumió cerca de un centenar de hectáreas. Según el Comité de Operaciones de Emergencia del cantón Chilla, en el 2018 más de 270 hectáreas fueron destruidas por este tipo de incendios con la consecuente pérdida de pastizales, vegetación nativa y bosque. Uno solo, este año, destruyó cien hectáreas.
El mismo día, otro incendio comenzó a consumir la reserva natural del Antisana. El Ministerio de Ambiente cerró de manera temporal el acceso a los visitantes en el sector de la laguna de la Mica, clave para el abastecimiento de agua a Quito, y el nevado Antisana por las llamas que llegaron a la zona de amortiguamiento.
El Municipio de Quito informó que como primera consecuencia del incendio la calidad del aire de la ciudad se ha visto afectada, porque las emisiones del fuego llegaron a la ciudad. La reserva, creada hace 27 años, está localizada entre la provincia de Pichincha y Napo, a menos de dos horas al oriente de la zona urbana de Quito.
La zona es muy visitada por los turistas nacionales y extranjeros porque es el hábitat natural del cóndor y de 417 especies de aves, 73 de mamíferos y 61 de anfibios y reptiles. Es el albergue de osos de anteojos, cervicabras, venados de cola blanca, ciervos enanos, tapires de montaña, pumas, gatos andinos, lobos, curiquingues, gaviotas andinas, lagartijas y guagsas.
El volcán, un atractivo turístico natural, está rodeado por pajonales y por riachuelos que alimentan los ríos Coca y Napo, en la zona amazónica. La laguna de la Mica es la fuente de parte del agua que abastece a Quito.
Las causa de los dos incendios todavía no están claras, en el caso del primero podría ser debido a la quema de malea en la zona de cultivos de ciclo corto. En el caso del incendio en la zona del Antisana todavía no hay una hipótesis sobre las causas. Pero el incendio comenzó cuando la reserva fue abierta a decenas de turistas para el feriado del 9 de octubre.
Los daños causados son irreparables. La mayoría son provocados por la actividad humana, debido a que se considera el uso del fuego como una herramienta de trabajo para la preparación de tierras, de cultivos, además de la renovación de pastizales y el cambio de uso del suelo. Son prácticas no recomendadas, pero tampoco controladas, pese a todas las campañas iniciadas. Entre las causas también están las fogatas que encienden las personas que visitan las áreas naturales y bosques.
Si bien la pandemia del coronavirus ha hecho descuidar las campañas y los controles que deben existir en las áreas naturales, las causas de estos incendios deben merecer una investigación a fondo para sancionar a los responsables y evitar que se repitan.