¿La cantidad y la velocidad con la que se bebe alcohol podrían estar asociadas a la forma del vaso? Esta es la pregunta que quisieron resolver un grupo de investigadores, con el objetivo de identificar medidas que contribuyan a reducir el consumo excesivo de esta sustancia. Los investigadores de las universidades de Cambridge (Reino Unido) y Macquarie (Australia) desarrollaron tres estudios para determinar si la intervención del entorno físico a pequeña escala, como la forma de vasos y copas, puede contribuir a la disminución del consumo de alcohol.
En los trabajos, publicados en la revista Nature, los investigadores evaluaron los efectos de la forma del vaso en los comportamientos de consumo, tanto mediante la observación directa como medidas fisiológicas, como la observación directa y la electromiografía facial.
Los resultados revelaron que en vasos rectos el consumo de alcohol es menor que en los que tienen la boca inclinada hacia fuera. “El cambio a vasos rectos puede ser una intervención que contribuya a las muchas necesarias para reducir el consumo de bebidas nocivas para la salud”, afirmaron los investigadores.
El primer estudio confirmó que si bien el tiempo total de consumo no varió según la forma, sí hubo diferencias en las trayectorias de ingesta. Con los vasos que tenían una forma inclinada hacia afuera, las personas destinaron una mayor cantidad de tiempo en los primeros sorbos que en los posteriores, mientras que en los vasos rectos la ingesta fue más lineal.
Un segundo estudio, que utilizó la electromiografía facial, comparó episodios de ingesta usando copas de vino rectas y de martini, inclinadas hacia afuera. Según los resultados, el consumo fue 72,1 ml menos en vasos de lados rectos que en los inclinados. Aunque no hubo diferencias significativas en el número de sorbos, estos fueron más 2,7 ml más pequeños en los vasos de lados rectos.
“El tamaño medio de los sorbos también se asoció fuerte y positivamente con la cantidad total consumida, con sorbos medios más pequeños asociados con menos consumidos en general”.
El último estudio, también con electromiografía facial para detectar la actividad muscular de los labios superior e inferior, reveló que los vasos con lados rectos provocaron labios “fruncidos”, lo que puede explicar en parte la reducción del consumo. “Los labios estaban más fruncidos cuando los participantes bebían de vasos rectos, en comparación con los vasos inclinados hacia afuera. En consecuencia, los sorbos fueron más pequeños”, puntualizaron.