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El desconfinamiento

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El proceso de desconfinamiento avanza de a poco. Sin prisas, tras tres meses de encierro obligado. Las empresas comienzan a reactivar sus actividades. Las autoridades de Guayaquil, la ciudad más golpeada por la pandemia, ya pidió reducir el toque de queda desde las 22:00 hasta a 05:00 del día siguiente. En semáforo amarillo, va desde las 21:00 hasta las 05:00.

La mesa técnica cantonal también decidió pedir la libre circulación de los vehículos particulares los domingos, que los buses de transporte urbano puedan ir con el 60% del aforo y que los locales comerciales y restaurantes puedan atender hasta con el 50% de su capacidad. Los gimnasios entregaron sus protocolos de seguridad para volver a abrir sus puertas.

Es un proceso lento en el que Guayaquil ha demostrado su capacidad de reacción ante la crisis. El mismo manejo del Gobierno de la emergencia sanitaria ha sido mesurado; fue uno de los primeros países en cerrar sus fronteras y aislar a su población con todos los errores que se pudieron haber cometido en el camino por una crisis inédita. El acceso a la información sobre el avance de la pandemia fue permanente con todas las autoridades con acceso a la prensa.

La experiencia de Ecuador en el manejo de crisis sanitarias como la del dengue jugó mucho a su favor en comparación con otros países. La capacidad de respuesta si bien no fue la óptima fue la más adecuada en las circunstancias excepcionales. Una de las medidas clave tomadas por el Gobierno fue el compartir responsabilidad en el proceso de desconfinamiento con las autoridades locales, no en la delegación de sus responsabilidades.

En Quito se abrieron las ciclovías y se llegó a un acuerdo con el gremio de taxis para rebajar la tarifa durante la emergencia tras el paso del semáforo rojo al amarillo. Un acuerdo incumplido y casi olvidado, porque el costo de las carreras no ha variado en muchos casos. Los parqueaderos municipales vuelven a abrir sus puertas y ya comenzaron los vuelos internos.

La seguridad no se ha descuidado ni las alertas tampoco, porque la pandemia no ha desaparecido ni hay la vacuna contra el virus. El Gobierno suscribió un nuevo decreto para continuar con el estado de excepción con el fin de mantener los controles especiales por la crisis de salud, tras el fin del período del decreto anterior.

Ahora la responsabilidad también debe ser compartida por los ciudadanos con el cumplimiento de las normas de seguridad como evitar reuniones, mantener el distanciamiento social y seguir las medidas de bioseguridad establecidas. Es la única manera de avanzar en el proceso de desconfinamiento y recuperación de la economía, mientras avanzan también las acciones procesar los actos más infames de la pandemia, el abuso de los recursos públicos de las ciudades y provincias para hacer contratos con evidentes sobreprecios que hasta intentan ser justificados de las formas más risibles posibles.

¡Ah! Y desmantelamiento de esa estructura de impunidad construida durante una década, que comenzó con la consulta popular donde triunfó el Sí, no podrá ser deslegitimada por una campaña del correísmo ni la de algunos jueces que intentan torpedear las investigaciones en marcha sobre los actos de corrupción.

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